CAMBIO CLIMÁTICO Y PATÓGENOS EMERGENTES EN LAS ETA DEL SIGLO XXI (Parte 5)
"Los lugares más obscuros del
Infierno, están reservados para los que mantienen su neutralidad en épocas de
crisis moral"
(La Divina Comedia - Dante Alighieri)
Cambio
Climático y Patógenos Emergentes en las ETA(s)
del siglo XXI (Parte 4)
del siglo XXI (Parte 4)
Acinetobacter
El género Acinetobacter está formado por
cocobacilos (con forma de bastón corto y grueso) gramnegativos,
oxidasa negativos, inmóviles. Dada la complejidad de la nomenclatura de especies
y biovariedades individuales, algunos sistemas de clasificación utilizan la
expresión «complejo Acinetobacter
calcoaceticus-baumannii», que abarca todos los subgrupos pertenecientes
a esta especie, como A. baumannii,
A. iwoffii y A. junii. Las bacterias del género Acinetobacter suelen ser comensales,
pero en ocasiones producen infecciones, sobre todo en pacientes vulnerables, en
los hospitales. Son patógenos oportunistas que pueden ocasionar infecciones de
las vías urinarias, neumonía, bacteriemia, meningitis secundaria e infecciones
de heridas.
Las
acinetobacterias son ubicuas en el suelo, el agua y las aguas residuales. Se ha
aislado Acinetobacter en el 97%
de muestras de aguas superficiales naturales, en concentraciones de hasta 100
bacterias/mililitro. Se ha comprobado que estos microorganismos representan del
1,0 al 5,5% de los microorganismo detectados mediante RHP en muestras de agua
de consumo y han sido aislados en entre el 5 y el 92% de las muestras de agua
de distribución. Un estudio en los EE. UU. de aguas subterráneas no tratadas
detectó Acinetobacter spp. en
el 38% de las aguas subterráneas, siendo la densidad promedio de 8
bacterias/100 ml. El estudio reveló también que la producción de moco, un
factor de virulencia de A.
calcoaceticus, de aislados de agua de pozo no era significativamente
diferente de la de cepas clínicas, lo que sugiere que las cepas aisladas de
aguas subterráneas poseen cierto potencial patógeno. Acinetobacter spp. son parte de la flora microbiana natural de
la piel y, en ocasiones, del aparato respiratorio de personas sanas.
La ingestión no
es una fuente de infección Si bien se detectan frecuentemente acinetobacterias
en aguas de consumo tratadas, todavía no se ha confirmado que exista una
asociación entre la presencia de Acinetobacter
spp. en agua de consumo y la enfermedad clínica. No hay pruebas
de infecciones gastrointestinales en la población general por ingestión de Acinetobacter spp. presentes en el
agua de consumo. No obstante, el agua de consumo puede transmitir infecciones
no gastrointestinales a personas vulnerables, sobre todo en entornos como
centros de salud y hospitales.
Aeromonas
El género Aeromonas, perteneciente a la familia Vibrionaceae, está formado por bacilos gramnegativos, no esporulantes y anaerobios facultativos. Presentan numerosas similitudes con la familia Enterobacteriaceae. Estas bacterias viven de manera habitual en el agua dulce y están presentes en el agua, el suelo y muchos alimentos, especialmente en la carne y la leche. A pesar de que las aeromonas producen cantidades importantes de toxinas in vitro, no se ha presentado diarrea en los animales de experimentación ni en voluntarios humanos. Hay presencia de Aeromonas spp. en el agua, el suelo y los alimentos, especialmente en la carne, el pescado y la leche. Por lo general, es fácil encontrar Aeromonas spp. en la mayoría de las aguas dulces, y se han detectado en muchas aguas de consumo tratadas, principalmente debido a su proliferación en sistemas de distribución.
No se conocen
por completo los factores que afectan a la presencia de Aeromonas spp. en los sistemas de distribución de agua, pero se
ha comprobado que el contenido de materia orgánica, la temperatura, el tiempo
de residencia del agua en la red de distribución y la presencia de cloro
residual afectan al tamaño de las poblaciones. A pesar de que se han aislado
con frecuencia Aeromonas spp.
en el agua de consumo, la evidencia científica no apoya, en su conjunto, de
manera significativa la transmisión por el agua. Las aeromonas presentes
típicamente en el agua de consumo no pertenecen a los mismos grupos de
homología genética que las asociadas a los casos de gastroenteritis. La presencia
de Aeromonas spp. en aguas de
consumo se considera, por lo general, una molestia.
La entrada de aeromonas en los sistemas de distribución se puede minimizar mediante una desinfección adecuada. Pueden limitar la proliferación de estas bacterias en los sistemas de distribución medidas de control como el tratamiento para optimizar la eliminación del carbono orgánico, la restricción del tiempo de residencia del agua en los sistemas de distribución y el mantenimiento de concentraciones residuales de desinfectantes. El RHP detecta Aeromonas spp. y puede utilizarse, junto con parámetros como las concentraciones residuales de desinfectantes, como indicador de condiciones que podrían sustentar la proliferación de estos microorganismos. No obstante, el análisis de E. coli (o bien de coliformes termotolerantes) no puede utilizarse como índice de la presencia o ausencia de Aeromonas spp.
Bacillus
Los
microorganismos del género Bacillus son
bacilos de gran tamaño (4-10 μm), grampositivos, aerobios estrictos o
anaerobios facultativos encapsulados. Una característica importante es que
forman esporas extraordinariamente resistentes a condiciones desfavorables. Las
especies del género Bacillus se
clasifican en los subgrupos B.
polymyxa, B. subtilis (que
incluye a B. cereus y B. licheniformis), B. brevis y B. anthracis. Aunque la mayoría de las especies de Bacillus son inocuas, algunas son
patógenas para las personas y los animales. Bacillus cereus causa una intoxicación alimentaria similar a la
estafilocócica. Algunas cepas producen una toxina termoestable en los alimentos
que se asocia con la germinación de esporas y que genera un síndrome de vómitos
en un plazo de 1 a 5 horas tras la ingestión. Otras cepas producen una
enterotoxina termolábil tras la ingestión que produce diarrea en 10 a 15 horas.
Se ha
comprobado que Bacillus cereus causa
bacteriemia en enfermos inmunodeprimidos, además de síntomas como vómitos y
diarrea. Bacillus anthracis produce
carbunco en personas y animales. La presencia de Bacillus spp. es frecuente en una gran variedad de ambientes
naturales, como el agua y el suelo. Las infecciones por Bacillus spp. se asocian con el consumo de diversos alimentos,
especialmente arroz, pastas y hortalizas, pero también leche cruda y productos
cárnicos. La enfermedad puede producirse como consecuencia de la ingestión de
los microorganismos o de las toxinas producidas por éstos. No se ha determinado
que el agua de consumo sea un foco de infección por especies patógenas de Bacillus, incluido Bacillus cereus, y tampoco se ha
confirmado la transmisión por el agua de gastroenteritis por Bacillus.
Relevancia de su presencia en el agua de consumo Bacillus spp. se detectan con frecuencia en aguas de consumo, incluso en las que han sido tratadas y desinfectadas mediante procedimientos aceptables. Esto se debe, sobre todo, a la resistencia de las esporas a los procesos de desinfección. Al no haber indicios de que las especies de Bacillus transmitidas por el agua tengan repercusiones clínicas, no se requieren estrategias de gestión específicas.
Relevancia de su presencia en el agua de consumo Bacillus spp. se detectan con frecuencia en aguas de consumo, incluso en las que han sido tratadas y desinfectadas mediante procedimientos aceptables. Esto se debe, sobre todo, a la resistencia de las esporas a los procesos de desinfección. Al no haber indicios de que las especies de Bacillus transmitidas por el agua tengan repercusiones clínicas, no se requieren estrategias de gestión específicas.
Campylobacter
Los
microorganismos del género Campylobacter
son bacilos espirales y curvados gramnegativos, microaerófilos
(requieren una concentración de oxígeno inferior a la atmosférica) y capnófilos
(requieren una concentración alta de dióxido de carbono), y con un flagelo
polar único sin vaina. Son una de las causas más importantes de gastroenteritis
aguda en todo el mundo. Campylobacter
jejuni es la especie que se aísla más frecuentemente en pacientes con
diarrea aguda, mientras que se han aislado también C. coli, C. laridis y
C. fetus en una pequeña
proporción de casos. Dos géneros emparentados estrechamente, Helicobacter y Archobacter, contienen especies que
se habían clasificado previamente como pertenecientes a Campylobacter. Una característica importante de C jejuni es su infectividad
relativamente alta en comparación con otras bacterias patógenas: tan solo 1000
microorganismos pueden causar una infección. La mayoría de las infecciones
sintomáticas se producen en la lactancia y la primera infancia.
El periodo de incubación suele ser de 2 a 4 días. Los síntomas clínicos característicos de la infección por C. jejuni son dolor abdominal, diarrea (con o sin sangre o leucocitos fecales), vómitos, escalofríos y fiebre.Varios informes han asociado la infección por C. jejuni con el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad desmielinizante aguda de los nervios periféricos. Hay presencia de Campylobacter spp. en diversos ambientes. Los animales silvestres y domésticos, en especial las aves de corral, las aves silvestres y el ganado, son reservorios importantes, aunque también pueden serlo los animales de compañía y otros animales. Los alimentos, incluidas la carne y la leche no pasteurizada, son fuentes importantes de infecciones por Campylobacter.
El agua también es una fuente significativa. Se ha comprobado que la presencia de los microorganismos en aguas superficiales está fuertemente ligada a la pluviosidad, la temperatura del agua y la presencia de aves acuáticas. La transmisión a las personas se produce típicamente por el consumo de productos de origen animal. La carne, en particular los productos de aves de corral, y la leche sin pasteurizar son fuentes de infección importantes. Se han detectado brotes ocasionados por aguas de consumo contaminadas. El número de casos afectados por estos brotes osciló entre unos pocos miles a varios miles, y sus fuentes fueron aguas superficiales no cloradas o clorados de forma inadecuada y la contaminación fecal por aves silvestres de embalses de almacenamiento de agua.Se ha comprobado que las aguas de consumo contaminadas son una fuente significativa de brotes de campilobacteriosis. La detección de brotes y casos transmitidos por el agua parece estar aumentando. Se ha confirmado la transmisión por el agua mediante el aislamiento de las mismas cepas de enfermos y del agua que habían consumido.
En un PSA (Plan de Seguridad del Agua), pueden aplicarse como medidas de control para gestionar el riesgo potencial de Campylobacter spp. la protección de las fuentes de agua bruta de los residuos humanos y animales, un tratamiento adecuado y la protección del agua durante la distribución. Los depósitos de agua tratada y desinfectada deben protegerse de los excrementos de aves. Campylobacter spp. son patógenos de transmisión fecal y no son particularmente resistentes a la desinfección. Por lo tanto, el análisis de E. coli (o bien de coliformes termotolerantes) es un indicador adecuado de la presencia o ausencia de Campylobacter spp. en aguas de consumo.
Helicobacter pylori, que originalmente se
clasificó como Campylobacter pylori, es
una bacteria gramnegativa, microaerófila, espiral y móvil. Hay al menos catorce
especies de Helicobacter, pero
sólo H. pylori tiene capacidad
patógena comprobada para el ser humano. Helicobacter
pylori se encuentra en el estómago y, aunque la mayoría de las
infecciones son asintomáticas, el microorganismo se ha asociado con gastritis
crónica, que puede producir complicaciones como úlceras pépticas o duodenales y
cáncer de estómago, aunque todavía no está claro si el microorganismo es
realmente la causa de estas enfermedades. La mayoría de las infecciones por H. pylori se inician en la infancia
y, si no se tratan, son crónicas. Las infecciones tienen una mayor prevalencia
en países en desarrollo y se asocian con condiciones de superpoblación. Son
frecuentes las agrupaciones interfamiliares de casos.
El ser humano es, al parecer, el hospedador definitivo
de H. pylori. y otros posibles
hospedadores son los gatos domésticos. Hay pruebas de que H. pylori es sensible a las sales
biliares, lo cual disminuiría la probabilidad de excreción por vía fecal,
aunque se ha aislado en las heces de niños de corta edad. Helicobacter pylori se ha detectado
en el agua. Aunque es poco probable la proliferación de H. pylori en el medio ambiente, se ha comprobado su
supervivencia durante tres semanas en biopelículas y hasta 20 a30 días en aguas
superficiales. En un estudio realizado en los EE. UU. se encontró H. pylori en la mayoría de las
muestras de aguas superficiales y de aguas subterráneas poco profundas. No se
determinó correlación entre la presencia de H. pylori y la de E.
coli. La contaminación del medio ambiente puede producirse por las heces
de niños con diarrea o los vómitos de niños y también de adultos.
El contacto
entre personas dentro de las familias se ha señalado como la fuente de contagio
más probable, por transmisión oral-oral. Helicobacter
pylori puede sobrevivir fácilmente en mucosidades o vómitos; sin
embargo, es difícil de detectar en muestras bucales o fecales. También se
considera posible la transmisión fecal-oral. Se ha sugerido que el consumo de
agua contaminada es una fuente potencial de infección, pero se necesitan
estudios adicionales para establecer un posible vínculo con la transmisión por
el agua. El ser humano es la fuente principal de H. pylori y el microorganismo es sensible a los desinfectantes
oxidantes. Por lo tanto, para proteger las aguas de consumo de H. pylori pueden aplicarse las
medidas de control siguientes: prevención de la contaminación por residuos humanos
y desinfección adecuada.
Prácticamente
todos los casos ocurren en eventos aislados y esporádicos, no como parte de
brotes grandes. La Vigilancia activa por medio de un sistema de vigilancia
especial denominado FoodNet indica que alrededor de 15 casos por cada 100,000
personas en la población, son diagnósticados cada año. Mucho más casos pasan
sin diagnosticar o sin notificar y se estima que la campilobacteriosis afecta a
más de 1 millones de personas cada año, o 0,5% de la población. La
campilobacteriosis ocurre mucho más frecuentemente en los meses de verano que
en el invierno. El organismo se aísla de lactantes y jóvenes adultos con más
frecuencia que en otros grupos de edades y de los varones con más frecuencia
que de las mujeres. Aunque el
Campylobacter no causa por lo común la muerte, se ha estimado que 500
personas con infecciones de Campylobacter
pueden morir cada año.
Campylobacter jejuni crece bien a temperatura del cuerpo de un ave y parece bien adaptada a las aves, que la transportan sin enfermar. La bacteria es frágil. No puede tolerar la deshidratación y puede destruirse mediante oxígeno. Crece sólo si existe menos oxígeno que la cantidad atmosférica en el entorno. La congelación reduce el número de bacterias de Campylobacter que se hallan presentes en la carne cruda. La mayoría de los casos de campilobacteriosis están asociados con la manipulación de pollos crudos o la ingestión de carne de pollo cruda o no cocinada suficientemente. Un número muy pequeño de organismos Campylobacter (menos de 500) pueden ocasionar la enfermedad en los seres humanos. Incluso una gota de jugo de carne de pollo cruda puede infectar a una persona.
Una forma de infectarse ocurre cuando se corta carne de pollo en una madera de cortar y luego se utiliza la madera de cortar sin lavarla, o el utensilio, para preparar legumbres u otro alimento crudo o ligeramente cocinado. El organismo Campylobacter procedente de la carne cruda puede propagarse a los otros alimentos. La leche no pasteurizada puede contaminarse si la vaca tiene una infección con Campylobacter en la ubre o si la leche se contamina con estiércol. El agua de superficie y las corrientes de montaña pueden contaminarse con heces infectadas de vacas o aves silvestres. Esta infección es común en el mundo en desarrollo y quienes viajan a otros países también se hallan sometidos a riesgos de contraer la infección con Campylobacter.
Cianobacterias
Tóxicas
Las
cianobacterias son bacterias fotosintéticas que comparten algunas propiedades
con las algas: en particular, que poseen clorofila y que liberan oxígeno
durante la fotosíntesis. Las primeras especies que se descubrieron eran de
color verdeazulado, por lo que se conocen comúnmente como «algas
verdeazuladas». No obstante, producen diversos pigmentos, de modo que muchas no
son verdeazuladas, sino de colores que van del verde azulado al pardo
amarillento y al rojo. La mayoría de las cianobacterias son fotótrofos
aerobios, pero algunas presentan crecimiento heterótrofo. Pueden crecer como
células independientes, o formando filamentos o colonias multicelulares.
Pueden
clasificarse, hasta el nivel de género, basándose en el análisis microscópico
de su morfología. Algunas especies forman floraciones o capas de verdín en la
superficie del agua, mientras que otras permanecen suspendidas en la masa de
agua y otras proliferan en el fondo (bentos). Algunas cianobacterias son
capaces de regular su flotabilidad mediante vacuolas gaseosas intracelulares, y
algunas especies pueden fijar el nitrógeno molecular disuelto en el agua. La
característica más destacada de las cianobacterias, en términos de su
repercusión sobre la salud pública, es que hay diversas especies que pueden
producir toxinas.
Muchas
cianobacterias producen toxinas potentes y cada toxina tiene propiedades
específicas, y algunos de sus efectos perjudiciales específicos son daños
hepáticos, neurotoxicidad y oncogenia. Algunos síntomas agudos notificados tras
la exposición son: trastornos digestivos, fiebre e irritaciones de la piel, los
oídos, los ojos, la garganta y el aparato respiratorio. Las cianobacterias no
proliferan en el organismo humano, de modo que no son infecciosas. Las
cianobacterias están ampliamente extendidas y están presentes en diversos tipos
de medios, incluidos los suelos, el agua de mar y, de forma destacada, en
cursos de agua dulce.
Algunas
condiciones medioambientales, como la luz solar, las temperaturas cálidas, la
baja turbulencia y las altas concentraciones de nutrientes, pueden favorecer su
proliferación. Ésta puede ocasionar, en función de la especie, una coloración
verdosa del agua por la alta densidad de células suspendidas, o, en algunos
casos, la formación de capas superficiales de verdín. Estas acumulaciones de
células pueden generar altas concentraciones de toxinas. La exposición a las
toxinas por ingestión de agua de consumo, durante la práctica de actividades
recreativas, al ducharse y, posiblemente, por el consumo de comprimidos de
complementos alimenticios elaborados con algas, podría ser peligrosa para la
salud.
El principal
peligro de muchas de las cianotoxinas es la exposición repetida o crónica; no
obstante, en algunos casos es más importante la toxicidad aguda. Han fallecido
personas por el uso en diálisis renal de agua tratada inadecuadamente que
contenía concentraciones altas de cianotoxinas. La exposición dérmica puede
producir irritaciones de la piel y de las mucosas, así como reacciones
alérgicas. En la mayoría de las aguas superficiales hay concentraciones
pequeñas de cianobacterias, pero en condiciones ambientales propicias pueden
producirse «floraciones» con una gran densidad de cianobacterias. La
eutrofización (aumento del crecimiento biológico asociado a un aumento de la
concentración de nutrientes) puede favorecer la aparición de floraciones de
cianobacterias.
Coliformes Totales
Incluye una
amplia variedad de bacilos aerobios y anaerobios facultativos, gramnegativos y
no esporulantes capaces de proliferar en presencia de concentraciones
relativamente altas de sales biliares fermentando la lactosa y produciendo
ácido o aldehído en 24 h a 35–37°C. Escherichia
coli y los coliformes termotolerantes son un subgrupo del grupo de los
coliformes totales que pueden fermentar la lactosa a temperaturas más altas.
Los coliformes totales producen, para fermentar la lactosa, la enzima
β-galactosidasa. Tradicionalmente, se consideraba que las bacterias coliformes
pertenecían a los géneros Escherichia,
Citrobacter, Klebsiella y Enterobacter, pero el grupo es más heterogéneo e incluye otros
géneros como Serratia y Hafnia.
El grupo de los
coliformes totales incluye especies fecales y ambientales. El grupo de los
coliformes totales incluye microorganismos que pueden sobrevivir y proliferar
en el agua. Por consiguiente, no son útiles como índice de agentes patógenos
fecales, pero pueden utilizarse como indicador de la eficacia de tratamientos y
para evaluar la limpieza e integridad de sistemas de distribución y la posible
presencia de biopelículas. No obstante, hay mejores indicadores para estos
fines. El análisis de
los coliformes totales, como indicador de desinfección, es mucho más lento y
menos fiable que la medición directa de la concentración residual de
desinfectante. Además, los coliformes totales son mucho más sensibles a la
desinfección que los protozoos y virus entéricos. El RHP detecta una gama más
amplia de microorganismos y se considera generalmente un mejor indicador de la
integridad y limpieza de los sistemas de distribución.
Las bacterias pertenecientes al grupo de los coliformes totales (excluida E. coli) están presentes tanto en aguas residuales como en aguas naturales. Algunas de estas bacterias se excretan en las heces de personas y animales, pero muchos coliformes son heterótrofos y capaces de multiplicarse en suelos y medios acuáticos. Los coliformes totales pueden también sobrevivir y proliferar en sistemas de distribución de agua, sobre todo en presencia de biopelículas. Los coliformes totales se miden generalmente en muestras de 100 ml de agua. Existen diversos procedimientos relativamente sencillos basados en la producción de ácido a partir de la lactosa o en la producción de la enzima β-galactosidasa. Los procedimientos incluyen la filtración del agua con una membrana que después se incuba en medios selectivos a 35–37°C; transcurridas 24 h, se realiza un recuento de colonias. Otros métodos son los procedimientos de «número más probable» en los que se utilizan tubos de ensayo o placas de microvaloración y pruebas de presencia/ausencia (P/A).
Las bacterias pertenecientes al grupo de los coliformes totales (excluida E. coli) están presentes tanto en aguas residuales como en aguas naturales. Algunas de estas bacterias se excretan en las heces de personas y animales, pero muchos coliformes son heterótrofos y capaces de multiplicarse en suelos y medios acuáticos. Los coliformes totales pueden también sobrevivir y proliferar en sistemas de distribución de agua, sobre todo en presencia de biopelículas. Los coliformes totales se miden generalmente en muestras de 100 ml de agua. Existen diversos procedimientos relativamente sencillos basados en la producción de ácido a partir de la lactosa o en la producción de la enzima β-galactosidasa. Los procedimientos incluyen la filtración del agua con una membrana que después se incuba en medios selectivos a 35–37°C; transcurridas 24 h, se realiza un recuento de colonias. Otros métodos son los procedimientos de «número más probable» en los que se utilizan tubos de ensayo o placas de microvaloración y pruebas de presencia/ausencia (P/A).
Clostridium
Las bacterias
del género Clostridium son
bacilos grampositivos, anaerobios y sulfitorreductores. Producen esporas
excepcionalmente resistentes a las condiciones desfavorables en medios
acuáticos, incluidas la irradiación UV, los extremos de temperatura y pH, y los
procesos de desinfección, como la cloración. La especie característica del
género, C. perfringens, forma
parte de la microflora intestinal normal de entre el 13 y el 35% de las
personas y otros animales de sangre caliente, aunque este género también
incluye otras especies cuyo origen no es exclusivamente fecal. Al igual que E. coli, C. perfringens no prolifera en la mayoría de los medios
acuáticos, por lo que es un indicador de contaminación fecal muy específico.
Dada la extraordinaria resistencia de las esporas de C. perfringens a los procesos de desinfección y a otras
condiciones ambientales desfavorables, se ha propuesto esta especie como índice
de la presencia de protozoos y virus entéricos en aguas de consumo tratadas.
C. perfringens también puede utilizarse como índice de contaminación
fecal previa y, por lo tanto, indicar qué fuentes son susceptibles de
contaminación intermitente. No obstante, no se recomienda el uso de C. perfringens para el monitoreo
sistemático, ya es probable que la supervivencia excepcionalmente larga de sus
esporas exceda con mucho la de los agentes patógenos entéricos, incluidos los
virus y los protozoos. Las esporas de C.
perfringens son más pequeñas que los quistes u ooquistes de los
protozoos, por lo que pueden ser útiles como indicadores de la eficacia de los
procesos de filtración. La existencia de concentraciones pequeñas de esporas de
C. perfringens en algunas aguas
de alimentación sugiere que su uso para el propósito mencionado quizá deba
limitarse a la validación de procesos y no a su monitoreo sistemático. Clostridium perfringens y sus esporas
están presentes prácticamente siempre en aguas residuales; no obstante, el
microorganismo no prolifera en medios acuáticos.
Clostridium perfringens está presente
con más frecuencia y en mayores concentraciones en las heces de algunos
animales, como los perros, que en las heces humanas, y con menos frecuencia en
las heces de muchos otros animales de sangre caliente. La cantidad excretada en
las heces es, por lo general, substancialmente menor que la de E. coli. Las esporas y células
vegetativas de C. perfringens suelen
detectarse mediante técnicas de filtración con membrana y posterior incubación de
las membranas en medios selectivos en condiciones estrictamente anaerobias.
Estas técnicas de detección no son tan sencillas y baratas como las de otros
indicadores, como E. coli o los
enterococos intestinales.
La presencia de
C. perfringens en el agua de
consumo puede ser un índice de contaminación fecal intermitente, y debe
impulsar la investigación de las posibles fuentes de contaminación. Los
procesos de filtración diseñados para eliminar los protozoos o virus entéricos
deberían eliminar también C. perfringens,
por lo que la detección de este microorganismo en el agua inmediatamente
después de su tratamiento debería impulsar la investigación del funcionamiento
de la planta de filtración.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HABITO"
ARISTOTELES
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