ENFERMEDADES TRANSMITIDAS por los ALIMENTOS - Revisión (Parte 5)
"La duda es uno de los muchos nombres de la inteligencia"
(Jorge Luis Borges)
ENFERMEDADES TRANSMITIDAS por los ALIMENTOS - Revisión
(Parte 5)
PRINCIPALES
AGENTES PARASITARIOS CAUSALES DE ETA
GENERALIDADES
DEL MUNDO PARASITARIO
Hoy
comenzamos a desandar juntos, otro apasionante mundo de las ETA(s), la
contaminación de los alimentos por parásitos. La Seguridad Alimentaria es un
tema complejo que tiene un impacto en todos los sectores de la sociedad, del
público en general al gobierno, la industria y el mundo académico. Un alimento está adulterado si contiene una sustancia perjudicial que no es un
constituyente natural inherente a la comida en sí, en una cantidad que
representa una posibilidad razonable de daño a la salud, o una sustancia que es
un constituyente natural inherente de la comida en sí; no es el resultado de la
contaminación ambiental, agrícola, industrial, o de otro tipo; y está presente
en una cantidad que hace que ordinariamente la comida perjudicial para la
salud.
El
primero incluye, por ejemplo, una toxina producida por un hongo que haya
contaminado un alimento, o una bacteria patógena o un virus, si la cantidad
presente en el alimento puede ser perjudicial para la salud. Un ejemplo de la
segunda sería la tetrodotoxina que se produce naturalmente en algunos órganos
de algunos tipos de pez globo y que normalmente hará que el pescado perjudicial
para la salud. En cualquiera de los casos, los alimentos adulterados con estos
agentes se les prohíbe que se introduzcan, o puestos a la introducción, en el
comercio interestatal.
Nuestra
comprensión científica de los microorganismos patógenos y sus toxinas continúa
avanzando. A diario vemos como la evidencia científica muestra que un
determinado microorganismo o sus toxinas, virus, mohos, levaduras y parásitos
pueden causar enfermedades transmitidas por los alimentos o ETA(s).Los diez
principales parásitos transmitidos por los alimentos y que causan mayor
preocupación en el mundo, aparecen en un lista publicada en julio de 2014 por
la FAO y la OMS, que están elaborando nuevas directrices para combatirlos.
Ellos
son: Taenia solium (tenia del cerdo o tenia armada) en la carne de cerdo,
Echinococcus granulosus (gusano hidatídico o tenia equinococo) en los productos
frescos, Echinococcus multilocularis (otro tipo de tenia) en los productos
frescos, Toxoplasma gondii (protozoos) en la carne de pequeños rumiantes,
cerdo, carne de vacuno, carne de caza (carne roja y órganos), Cryptosporidium
spp (protozoos) en productos frescos, zumo de fruta, leche, Entamoeba
histolytica (protozoos) en los productos frescos, Trichinella spiralis (gusano
del cerdo) en la carne de cerdo (provoca la Triquinosis), Opisthorchiidae
(familia de gusanos planos o platelmintos), en los peces de agua dulce, Ascaris
spp (pequeñas lombrices intestinales), en los productos frescos, y Trypanosoma
cruzi (protozoos), en los zumos de fruta. Las enfermedades transmitidas
por los alimentos con parásitos o sus larvas, se refieren a menudo como las
enfermedades olvidadas, y desde la perspectiva de la seguridad alimentaria
parásitos no han recibido el mismo nivel de atención como otros peligros
biológicos y bioquímicos de origen alimentario. Sin embargo, causan una alta
carga de enfermedad en los seres humanos. Las infestaciones pueden ser
prolongadas, severas, y a veces con resultados fatales, dando lugar a
considerables dificultades en términos de seguridad alimentaria, seguridad,
calidad de vida, e impactos negativos en los medios de vida.
Los
parásitos pueden ser transmitidos por la ingestión de alimentos frescos o
procesados que han sido contaminados con las etapas de transmisión (esporas,
quistes, ooquistes, óvulos, etapas de larva y enquistadas) a través del medio
ambiente; por los animales (a menudo de sus heces); o por personas (a menudo
debido a la falta de higiene). También se pueden transmitir a través del
consumo de carne cruda o insuficientemente cocida o mal procesada y los
despojos de los animales domésticos, animales silvestres y peces que contienen
etapas de tejidos infecciosos. A pesar del hecho de que el parásito no se
replica fuera de un huésped vivo, las técnicas de elaboración de alimentos de
uso común pueden amplificar artificialmente la cantidad de alimento contaminado
que llega al consumidor, lo que aumenta el número de casos humanos (por
ejemplo, la salchicha hecha de carne de diferente origen).
Los
parásitos afectan a la salud de millones de personas cada año, infestando tejidos
musculares y órganos, causando epilepsia, choques anafilácticos, disentería
amebiana y otra serie de problemas. Algunos parásitos pueden vivir en el cuerpo
humano durante décadas. A pesar del enorme costo social y su impacto a nivel
mundial, existe por lo general falta de información sobre de dónde proceden
estos parásitos, cómo viven en el cuerpo, y lo más importante, la forma
en que nos hacen enfermar. En un primer paso para superar este obstáculo, la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
y la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han centrado inicialmente en
los diez parásitos transmitidos por los alimentos con mayor impacto a nivel
mundial. La clasificación está basada en el daño que producen los parásitos, e
incluye información sobre dónde se pueden encontrar. pero cabe destacar, que
regionalmente existen otras formas parasitarias igual de importantes y
verdaderamente endémicas, que trataremos de dilucidar en estos escritos.
Estos
informes se elaboraron a raíz de una solicitud del organismo mundial de normas
alimentarias, la Comisión del Codex Alimentarius (Codex), para que la FAO y la
OMS revisaran el estado actual de los conocimientos sobre los parásitos en los
alimentos y sus efectos en la salud pública y el comercio. La Unidad de
Inocuidad de los Alimentos de la FAO y la OMS respondieron organizando
conjuntamente un llamamiento mundial para obtener la información sobre el
problema. Veintidós países y una organización regional respondieron a la
llamada, seguidos de una evaluación y análisis de 21 expertos sobre el impacto
de los parásitos alimentarios. A partir de este trabajo, se desarrolló una
lista inicial de 93 parásitos. A continuación, la lista se redujo a los 24 más
perjudiciales sobre la base de los siguientes criterios: 1) número de
enfermedades a nivel mundial, 2) distribución global 3) morbilidad aguda 4)
morbilidad crónica y 5) el impacto económico. El
Comité del Codex sobre Higiene de los Alimentos se encuentra ahora
desarrollando nuevas directrices para el control de estos parásitos. La FAO y
la OMS apoyan el proceso proporcionando información científica y
técnica. El objetivo es desarrollar nuevas normas para el comercio mundial
de alimentos que ayudan a los países a controlar la presencia de estos
parásitos en la cadena alimentaria.
Obviamente
esta lista de los diez más importantes es una perspectiva global de carácter
general y no refleja necesariamente la clasificación de los parásitos a nivel
nacional, donde cada país podrá tener información más precisa, pero teniendo en
cuenta los problemas que causan, estos parásitos no reciben la atención que
merecen. El informe de la FAO/OMS enumera una serie de formas de reducir el
riesgo de infecciones parasitarias. Aconseja a los agricultores vigilar el uso
de fertilizantes orgánicos, asegurándose que el compostaje se realiza
correctamente y se elimina toda la materia fecal. También
es necesario supervisar de cerca la calidad del agua. Para los consumidores, se
aconseja que toda la carne esté bien cocinada y sólo se utilice agua limpia
para lavar y preparar las verduras. Clasificados biológicamente como protozoos
y helmintos (pero mejor conocidos como tenias, gusanos planos -o platelmintos-
y lombrices), es difícil saber cómo están de extendidos los parásitos por el
mundo, porque en muchos países no es obligatorio notificar su presencia a las
autoridades sanitarias. En Europa, más de 2500 personas se ven afectadas
cada año por infecciones parasitarias transmitidas por alimentos. En 2011 se
registraron en la UE 268 casos de triquinosis y 781 casos de equinococosis.
En
Asia, a falta de datos nacionales precisos, se sabe que las enfermedades
parasitarias están ampliamente difundidas y son reconocidos como un grave
problema de salud pública en muchos países. En la mayoría de las naciones
africanas no hay dato alguno sobre la prevalencia de los parásitos transmitidos
por los alimentos en los seres humanos, debido a una ausencia generalizada de
sistemas de vigilancia. En Estados
Unidos, la neurocisticercosis, causada por la Taenia solium (tenia del cerdo)
es la causa infecciosa más común en algunas áreas del país, en el que más de
2000 personas son diagnosticadas cada año con esta enfermedad. La toxoplasmosis
es además una de las principales causas de enfermedad y muertes de origen
alimentario.
Todas
estas Enfermedades Parasitarias Transmitidas por Alimentos (EPTA), surgen como
consecuencia de diversos fenómenos entre los cuales se incluyen: la
urbanización de las poblaciones con saneamiento ambiental insuficiente, la
difusión de culturas particulares en relación con los alimentos, las
migraciones humanas con desplazamiento de comunidades, lo que trae aparejado
nuevas modalidades alimentarias antes consideradas exóticas, la variada oferta
de servicios públicos de venta de alimentos, y esto vinculado con la higiene y
el control de quienes preparan los mismos. Todo esto enmarcado en un
determinado ambiente ecológico, económico, cultural y epidemiológico. Teniendo
en cuenta la totalidad de estos factores es que se podrán desarrollar medidas
de prevención tanto en lo personal (hábitos de higiene y de alimentación), como
en lo colectivo. En este sentido interesan fundamentalmente la provisión de
agua potable para comida, bebida y riego, el control de vectores y basurales,
la disposición adecuada de las excretas y la educación sanitaria, así como
también la normativa para la elaboración, distribución y comercialización de
los alimentos. La contaminación de los alimentos con parásitos puede ocurrir a
diferentes niveles: tanto a nivel inicial como en todos los eslabones de la
cadena de industrialización y comercialización, o a nivel del consumidor final.
La contaminación inicial significa materias primas contaminadas por ejemplo
riego de verduras con aguas servidas. Durante la cadena de industrialización la
fuente de contaminación es variable pudiendo tratarse del mismo manipulador de
alimentos. La identificación de los organismos involucrados a través de los
sistemas de vigilancia epidemiológica de enfermedades transmitidas por
alimentos y la investigación de brotes de toxiinfecciones alimentarias tiene
muchas ventajas, que están relacionadas no solo con el tratamiento correcto de
los enfermos, sino también con la individualización de los alimentos
contaminados para su decomiso. La importancia de las EPTA va aumentando día a
día en los países de América Latina, contribuyendo a entorpecer el desarrollo
económico de la región. Nunca se han estudiado los brotes de EPTA en
Uruguay. A nivel de la región pocas veces surgen como problema si bien están
descritos en los últimos años fundamentalmente los casos de amibiasis por
E.histolytica denunciados por Cuba, donde las escuelas rurales han sido los
focos y el agua ha sido el elemento vehiculizador del protozoario.
También se
destacan casos de triquinosis por T.spiralis surgidos en Argentina a través de
distintos alimentos cárnicos (chacinados, salamines, carne de cerdo). Otros agentes
descritos en países de la región son G.lamblia y Cryptosporidium sp, así como
F.hepatica y A.lumbricoides. Diversos mecanismos pueden ser generadores de
EPTA. El agente etiológico puede hallarse como contaminante de los alimentos
como en los casos de FECALISMO: directo (con materias fecales o de persona a
persona) o indirecto (por agua o alimentos contaminados y eventualmente
vectorizado por insectos: moscas o cucarachas) y de GEOFAGIA: frutas o verduras
mal lavadas que contengan tierra contaminada. O bien el parásito puede hallarse
presente en el alimento como parte de su ciclo biológico: se trata de infecciones
que se adquieren por CARNIVORISMO: de vacuno (T.saginata, pero también
Toxoplasma) o de cerdo (T.solium, pero también Toxoplasma y Triquina) En los
países de América Latina se acrecienta la importancia de las Enfermedades
Parasitarias Transmitidas por los Alimentos (EPTA), debido a que un conjunto de
circunstancias llevan a su aparición y dificultan su prevención, tales como
inadecuado saneamiento, acelerada urbanización, pobres hábitos de higiene,
ausencia de agua potable, internacionalización de los viajes, globalización del
comercio, cambio en los hábitos alimenticios por consumo de comidas típicas de
culturas diferentes, alza en el consumo de alimentos preparados, fallas en el
procesamiento de alimentos, entre otras causas.
Los factores mencionados,
especialmente si se encuentran coligados, pueden dar lugar a brotes de
parasitosis. Estas enfermedades tienen características generales que les son
comunes. Son motivadas por agentes de complejos ciclos evolutivos, alta
complejidad antigénica que motiva compleja patogenia, poseen una rica
implicancia ambiental en su epidemiología y fundamentalmente su presencia y
transmisión efectiva son consecuencia de un entorno biótico y abiótico que les
resulta favorable, con especial interés en las condiciones
socio-económicas-culturales, capaces de ocasionar distorsiones del macro y
micro ambiente necesarias para su existencia. Las parasitosis intestinales
constituyen junto con las infecciones del aparato digestivo las afecciones más
frecuentes en niños y adultos del mundo en desarrollo. Su distribución es
mundial y son parte de las entidades infecciosas que motivan mortalidad,
morbilidad y discapacidad en las sociedades humanas. Muchas de las afecciones
parasitarias son zoonosis y ello amplía su alcance y complejidad epidemiológica
así como su repercusión socio-económica. Todos los alimentos que forman parte
de la pirámide alimenticia pueden potencialmente ser el vehículo de transmisión
de parásitos a la especie humana, desde el agua, las frutas y las verduras, los
productos cárnicos y piscícolas, así como sus derivados, hasta todo tipo de
producto almacenado, cuyo proceso de conservación no impida la viabilidad de
las formas infestantes para la especie humana.
Enfermedades como la amebiasis
representan en el mundo 500 millones de infectados, con 40 a 50 millones de
enfermos y entre 40 y 100.000 decesos anuales motivados por ésta etiología. La
ascaridiosis motiva 785 a 1.150 millones de portadores, con 200 a 214 millones
de casos clínicos y 20 a 60.000 muertes por año (OMS, 1999). La identificación
de los organismos involucrados a través de los sistemas de vigilancia
epidemiológica de enfermedades transmitidas por alimentos y la investigación de
brotes de toxiinfecciones alimentarias tiene muchas ventajas, que están
relacionadas no solo con el tratamiento correcto de los enfermos, sino también
con la individualización de los alimentos contaminados para su decomiso
(OMS/OPS, 2002). La distribución geográfica no es barrera para los
parásitos, muchos de ellos son cosmopolitas. La patología que causan tiene alta
morbilidad, ocasionan procesos diarreicos de duración variable, que impiden el
trabajo normal de la persona e implican gastos asociados a la terapia. Crean
implicación directa en la salud pública, debido a que si el consumo de verduras
y carnes pueden enfermar al consumidor alguien debe ser responsable. El
consumidor debe alimentarse con productos seguros. En los Organismos de Salud
Pública recae la responsabilidad de educar al consumidor, con el fin de que no
consuma alimentos sin la previa cocción o congelación o adecuadamente lavados y
desinfectados en el caso de frutas y verduras. Hay un incremento en la
transmisión alimentaria debido a la globalización del comercio.
Los productos
fruticultícolas se comercializan de un país a otro. Existen dos ejemplos claros
al respecto, viéndose afectadas las poblaciones de EE.UU. al importar frambuesa
de Guatemala contaminada con ooquistes de Cyclospora cayetanensis y Europa por
contaminación de verduras de ensaladas importadas, contaminadas con el mismo
agente. Productos cárnicos exportados de un país sin control sanitario o con
menor control sanitario a otro. En el país de origen y destino los productos
deben ser inspeccionados correctamente. Existen riesgos de presencia en la
carne de cisticercos de Taenia solium y Taenia saginata. También aparecen en
carne quistes tisulares de Toxoplasma gondii, sarcoquistes de Sarcosystis spp.
y larvas de Trichinella spp., entre otros. Debe evitarse por todos los medios
disponibles, la faena con la consiguiente comercialización en el mercado
interno, de los productos cárnicos que se realizan sin la inspección de los
Organismos Sanitarios. Productos piscícolas, infectados con metacercarias de
Clonorchis sinensis y otras especies de trematodos, las cuales se mantienen
vivas aún en estado de congelación y llegan a diferentes países con los
productos exportados desde el sudeste asiático.
Crustáceos crudos o poco
cocidos, pueden presentar metacercarias muy resistentes de Paragonimus spp.,
así como, larvas de anisakidos en cefalópodos (calamares, chipirones y otros),
tales como Anisakis simplex, Phocanema y Contracaecum, pertenecientes
a la familia Anisakidae. Cambios de hábitos alimentarios (shushii,
carpacchios), permitieron que parásitos que no llegaban de forma globalizada,
lleguen al hombre a través de alimentos con insuficiente cocción; cabe
mencionar nuevamente a la familia Anisakidae. Por el cambio climático y el
calentamiento global, especies que hoy se encuentran en zonas tropicales pueden
cambiar sus hábitos. Fenómenos naturales como El Niño, hicieron que las
especies infestadas migraran a otros lugares, con lo cual aumenta la aparición
de especies poco comunes en algunos países, por ejemplo Anisakis. Los parásitos
presentes en los alimentos pueden ser o no infestantes para la especie humana.
Cabe diferenciar entre parásitos infestantes y no infestantes en función de su
capacidad para producir, tras la ingestión de la forma parásita presente en el
alimento, un parasitismo (enfermedad) en el consumidor.
Los parásitos
contaminantes de los alimentos son aquellos no propios de los mismos y que
aparecen en éstos como fruto de una contaminación, fundamentalmente de origen
fecal. Provienen de contaminación fecal de origen humano y animal que contaminan
las aguas de riegos e inundaciones (fecalismo indirecto por abonado, riego con
aguas residuales, etc.); o a través de otras vías, es decir de persona a
persona, como los manipuladores alimentarios y la contaminación animal
(fecalismo directo). La infestación se produce fundamentalmente en el medio
rural porque allí se realiza la producción hortofrutícola. Si el agua de
riego no está desinfectada, mediante depuración adecuada no es agua de calidad
suficiente, porque el tratamiento normal no elimina los parásitos. Esas
verduras y frutas están sometidas también al manipulador, que recolecta,
distribuye y elabora o prepara el alimento. Alcanzan el alimento a través de
artrópodos domésticos como las cucarachas y las moscas. Ejemplo de éstos
parásitos son Entamoeba histolytica, Giardia intestinalis, Cryptosporidium spp.
y Balantidium coli.
Son parásitos propios de los alimentos en los cuales
se encuentran (carnivorismo), y se destacan por ser patógenos para la especie
humana. Pueden estar presentes en productos cárnicos y ser infestantes cuando
el alimento está crudo, semi cocido o mal salado, entre ellos destacan por su
importancia Taenia solium, Taenia saginata, Toxoplasma gondii, sarcoquistes de
Sarcosystis spp. y larvas de Trichinella spp. Lo mismo ocurre en productos
piscícolas cuando están crudos, semicocidos o mal salados y están parasitados
por Paragonimus spp., Clonorchis sinensis, Diphylobotrium spp., Gnathostoma
spp., Anisakissimplex, Phocanema y Contracaecum. La leche puede
contener parásitos si no está pasteurizada correctamente. Los derivados
cárnicos que se consumen crudos también pueden contener parásitos patógenos
para las personas.
Medidas
profilácticas generales
·
Lavado
de manos con agua y jabón antes de preparar o ingerir alimentos, así como
después de ir al baño, después de mudar un bebé, después de tocar un animal.
·
Uso
de agua potable, o en su defecto de agua hervida.
· La
cloración habitual del agua no es suficiente para la eliminación total de las
formas de resistencia parasitarias, siendo precisa una filtración adecuada, con
filtros de menos de 2 micras, la ozonización, o la combinación de varios
procesos de desinfección, como por ejemplo cloro libre y cloraminas.
·
Lavado
y desinfección de frutas y verduras.
·
No
ingerir agua de grifos, fuentes o manantiales sin hervirla previamente durante
varios minutos.
·
No
añadir cubitos de hielo a las bebidas si no se sabe su procedencia, porque
pueden haber sido elaborados con agua contaminada.
·
No
lavarse los dientes con agua de fuentes sospechosas.
·
Beber
directamente de la botella en vez de utilizar recipientes que puedan estar
sucios.
·
Evitar
ingerir agua recreativa de piscinas, baños calientes, jacuzzis, fuentes, lagos,
ríos, manantiales, lagunas o arroyos.
·
Evitar
las ensaladas y otras comidas a base de vegetales crudos, cuando no se está
seguro de sus condiciones higiénicas de elaboración.
·
Comer
la fruta después de haberla pelado personalmente.
·
Evitar
los puestos callejeros de venta de alimentos y lugares de poca higiene.
· Mantener
medidas higiénicas en la conservación y elaboración de los alimentos para
evitar la contaminación a través de artrópodos (moscas y cucarachas) y roedores
peridomésticos, o sus desechos.
·
No
regar vegetales con aguas contaminadas.
·
Vigilancia
de pozos sépticos y de efluentes.
·
Evitar
la utilización de heces humanas y animales como abono para pastos, así como el
uso de aguas residuales en piscifactorías.
· Evitar
consumir carnes crudas, poco cocidas o no cocinadas recientemente, incluyendo
salazones, ahumados, escabeche o elaboración insuficiente como preparación
inadecuada en el micro-ondas o a la plancha.
·
En
casos de preparar alimentos que se van a consumir crudos, tales como sushi,
sahimi, maatjes, ceviche, es imprescindible congelar el producto a -20 grados
durante 72 horas. Se recomienda el pescado congelado en alta mar o
ultracongelado, donde se eviscera precozmente y la posibilidad de parasitación
de la carne es menor.
·
Evitar
radicalmente la ingesta de pescado crudo o poco cocinado en
·
Alcanzar
temperaturas de cocción de los alimentos superiores a 70° C.
·
Llevar
a cabo una adecuada educación higiénico-sanitaria de todos los integrantes de
la cadena de manipuladores alimentarios, desde los trabajadores en la
recolección hasta el propio consumidor final.
Sin
dejar de lado tanto las medidas profilácticas como las necesidades de mejora,
los responsables de la salud pública, a través de las instituciones sanitarias
a nivel tanto nacional como internacional, deben dedicar un mayor esfuerzo al
estudio epidemiológico de los parásitos transmitidos por los alimentos de mayor
importancia, llevando a cabo el seguimiento de brotes epidémicos y la
prospección periódica de aquellos alimentos que de forma habitual no son
sometidos a ningún tipo de control parasitológico, fundamentalmente aquellos
que se comercializan libremente en mercados ambulantes o no sometidos a las
normativas vigentes. Surge la necesidad de desarrollar rápidamente una
legislación internacional y que cada país entienda que el problema es grave e
importante.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HÁBITO"
ARISTOTELES
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