Cambio Climático y Patógenos ETA emergentes (VI Parte)
"Los
lugares más obscuros del Infierno, están reservados para los que mantienen su
neutralidad en épocas de crisis moral"
(La
Divina Comedia - Dante Alighieri)
Cambio
Climático y Patógenos ETA Emergentes (VI Parte)
Escherichia coli
Está presente en grandes concentraciones en la microflora intestinal
normal de las personas y los animales donde, por lo general, es inocua. Sin
embargo, en otras partes del cuerpo E. coli puede causar enfermedades graves,
como infecciones de las vías urinarias, bacteriemia y meningitis. Un
número reducido de cepas enteropatógenas pueden causar diarrea aguda. Se han
determinado varios tipos de E. coli enteropatógenas, basándose en diferentes
factores de virulencia: E. coli enterohemorrágica (ECEH), E. coli
enterotoxígena (ECET), E. coli enteropatógena (ECEP), E. coli enteroinvasiva
(ECEI), E. coli enteroagregativa (ECEA) y E. coli de adherencia difusa (ECAD).
Se cuenta con más información sobre los primeros cuatro tipos mencionados, pero
se conocen peor la patogenicidad y la prevalencia de cepas de ECEA y ECAD. Los
serotipos de ECEH, como E. coli O157:H7 y E. coli 0111, producen diarrea que
puede ser desde leve y no hemorrágica hasta altamente hemorrágica, siendo esta
última indistinguible de la colitis hemorrágica.
Entre el 2% y el 7% de los enfermos
desarrollan el síndrome hemolítico urémico (SHU), que puede ser mortal y se
caracteriza por insuficiencia renal aguda y anemia hemolítica. Los niños
menores de cinco años son los que tienen más riesgo de desarrollar el SHU. La
infectividad de las cepas de ECEH es sustancialmente mayor que la de otras
cepas: tan solo 1000 bacterias pueden causar una infección. ECET produce
enterotoxinas de E. coli termolábiles o termoestables, o ambas simultáneamente,
y es una causa importante de diarrea en países en desarrollo, sobre todo en
niños de corta edad. Los síntomas de la infección por ECET son diarrea acuosa
ligera, cólicos, náuseas y cefalea. La infección por ECEP se ha asociado con
diarrea no hemorrágica crónica e intensa, vómitos y fiebre en los lactantes. Las
infecciones por ECEP son poco frecuentes en países desarrollados, pero comunes
en países en desarrollo, donde produce desnutrición, pérdida de peso y retraso
del crecimiento en los lactantes.
ECEI produce diarrea acuosa y, en ocasiones
hemorrágica; estas cepas invaden las células del colon mediante un mecanismo
patógeno similar al de Shigella. Las E. coli enteropatógenas son
microorganismos entéricos y las personas son el reservorio principal, sobre
todo de las cepas de ECEP, ECET y ECEI. El ganado, como las vacas y ovejas y,
en menor medida, las cabras, los cerdos y los pollos, son una fuente importante
de cepas de ECEH, las cuales también se han asociado con hortalizas crudas,
como los brotes de frijoles. Estos agentes patógenos se han detectado en
diversos ambientes acuáticos. La infección se asocia con la transmisión de
persona a persona, el contacto con animales, los alimentos y el consumo de agua
contaminada. La transmisión de persona a persona es particularmente frecuente
en comunidades donde hay personas en proximidad estrecha, como en residencias y
guarderías. La transmisión de cepas patógenas de E. coli por medio de aguas
recreativas y de agua de consumo contaminada está bien documentada.
Recibió
gran atención el brote de transmisión por el agua de la enfermedad causada por
E. coli 0157:H7 (y Campylobacter jejuni) en la población agrícola de Walkerton,
en Ontario, Canadá. El brote tuvo lugar en mayo de 2000 y ocasionó siete
muertes y más de 2300 casos de enfermedad. El agua de consumo se contaminó por
agua de escorrentía que contenía excrementos de ganado. En un PSA, pueden
aplicarse las siguientes medidas de control para hacer frente al riesgo
potencial de E. coli enteropatógenas: protección de las fuentes de agua bruta
de los residuos humanos y animales, tratamiento adecuado y protección del agua
durante su distribución. No hay
ningún indicio de que la respuesta de las cepas enteropatógenas de E. coli a
los procedimientos de tratamiento y desinfección del agua sea diferente de la
de otras cepas de E. coli. Por lo tanto, los análisis convencionales de E. coli
(o bien de bacterias coliformes termotolerantes) son un índice adecuado de la
presencia de serotipos enteropatógenos en el agua de consumo. Esto es cierto, a
pesar de que los análisis normales generalmente no detectan las cepas de ECEH. Se
considera que Escherichia coli es el índice de contaminación fecal más
adecuado. En la mayoría de las circunstancias, las poblaciones de coliformes
termotolerantes se componen predominantemente de E. coli; por lo tanto, este
grupo se considera un índice de contaminación fecal aceptable, pero menos
fiable que E. coli. Escherichia coli (o bien los coliformes termotolerantes) es
el microorganismo de elección para los programas de monitoreo para la
verificación, incluidos los de vigilancia de la calidad del agua de consumo.
Estos microorganismos también se
utilizan como indicadores de desinfección, pero los análisis son mucho más
lentos y menos fiables que la medición directa de la concentración residual de
desinfectante. Además, E. coli es mucho más sensible a la desinfección que los
protozoos y virus entéricos. Hay grandes cantidades de Escherichia coli en las
heces humanas y animales, en las aguas residuales y en el agua que ha estado
expuesta recientemente a contaminación fecal. Es muy poco probable que la
disponibilidad de nutrientes y la temperatura del agua en los sistemas de
distribución de agua de consumo favorezcan la proliferación de estos microorganismos.
La concentración de Escherichia coli (o bien de coliformes termotolerantes) se
mide, por lo general, en muestras de 100 ml de agua. Para ello existen diversos
procedimientos relativamente sencillos basados en la producción de ácido y gas
a partir de la lactosa.
La presencia de E. coli (o bien de coliformes
termotolerantes) es un indicio de contaminación fecal reciente, por lo que tras
su detección debería considerarse la toma de medidas adicionales, como la
realización de muestreos adicionales y la investigación de las posibles fuentes
de contaminación, como un tratamiento inadecuado o alteraciones de la
integridad del sistema de distribución. Últimamente ha tomado gran connotación
periodística el impacto sanitario producido por la contaminación de cierto
grupo de alimentos por el agente Escherichia coli enterohemorrágica (EHEC), uno
entre tantos agentes productores de Enfermedades Transmitidas por Alimentos
(ETA), que forman parte de uno de los componentes de la Inseguridad Alimentaria
que vivimos todos aquellos que tenemos acceso físico a los alimentos (y a
consumirlos).
Síndrome
Urémico Hemolítico (SUH o SHU)
Durante
el último año fueron notificados más de 700.000 episodios de diarreas en
Argentina, de los cuales casi 300 mil ocurrieron en menores de 5 años. Las más
afectadas fueron las provincias de Buenos Aires, Salta, Jujuy, Santa Fe, Chaco,
Tucumán, Misiones, Formosa y San Juan. En particular, nos referiremos al
denominado Síndrome Urémico Hemolítico o Síndrome de Gasser. Mucho se ha
dicho y escrito, pero entendemos que la bibliografía científica utilizada,
perteneciente a destacados profesionales nacionales de la Salud Pública, es de
excelencia y la más adecuada para la elaboración de este informe. Resulta
interesante destacar que en las primeras observaciones, en la década del 50 y
del 60, surgen interpretaciones tanto clínicas como etiológicas y patogénicas,
que luego fueron desplazadas por otras o relegadas al olvido para cobrar
nuevamente vigencia en la actualidad enriquecidas con estudios y observaciones
de los últimos años. En 1966 (Voyer y Walther, 1966), no hacían diferenciación
entre la Púrpura Trombótica Trombocitopénica (PFT) y el SUH más que por la edad
de presentación y la extensión de las lesiones. Posteriormente
se desvinculó a estas entidades, diferenciando netamente por un lado la PTT o
Síndrome de Moschcowitz Symmer de presentación especialmente en jóvenes adultos
con sintomatología predominantemente neurológica, lesiones microvasculares
diseminadas, evolución generalmente fatal y etiología desconocida y por otro el
SUH o Síndrome de Gasser de presentación principalmente en niños de corta edad,
precedido generalmente por diarrea sanguinolenta.
Por ello se postuló que SUH y
PTT pueden ser gradientes sintomáticas de una misma enfermedad referida
genéricamente como Microangiopatía Trombótica (MAT, Kaplan, 1995. En 1955
Gasser, en Suiza, describe 5 casos, 4 de los cuales eran lactantes e introduce
la denominación de Síndrome Hemolítico Uremígeno. También se han utilizado
denominaciones como Acroangiopatía Trombocítica, Trombopatía Plaquetaria Difusa
y Acroangiotrombosis Verrugosa Trombopénica. Toda la nomenclatura estuvo así
basada en las alteraciones hematológicas y las lesiones microvasculares de
trombosis. En 1962, Gianantonio presenta en la Sociedad Argentina de Pediatría
47 observaciones del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez de Buenos Aires,
recopiladas desde 1957, a lo que suma posteriormente nuevos casos. En los años
1963 y 1964 los uruguayos hacen sus primeras observaciones. Garrahan, en la
1ra. Cátedra de Pediatría refiere 15 casos y en el interior del país, López
Pondal, 3 a los que deben sumarse otros dos observados también en Tucumán por
el Dr. Eduardo Martínez.
Publicaciones de centros asistenciales de todo el país
muestran el interés que ha despertado esta enfermedad entre nosotros y el
incremento continuo de su incidencia que hace de la Argentina la zona endémica
más afectada del mundo. La casuística acumulada hasta la fecha es de más de
7.000 casos, lo que supera a lo observado en todo el resto del mundo. Hoy
en día se presenta así el estudio de toxinas liberadas por enterobacterias,
como la línea más promisoria para la comprensión epidemiológica de la
enfermedad en su presentación endémica tanto en los casos esporádicos como
epidémicos. Hasta ahora esto se ha referido a la Shiga-like toxina producida
por cepas de E. coli y a la toxina Shiga producida por la Shigella disentería
tipo 1 y ocasionalmente por la Shigella flexneri, como también lo observamos
nosotros, pero parece ser también extensivo a otras citotoxinas producidas por
bacterias como Clostridium difficile, Yersinia enterocolítica y Campilobacter. El
Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es la causa más frecuente de insuficiencia
renal aguda (IRA) en los niños (en la mitad de los casos necesita diálisis). Es
un síndrome que incluye IRA, trombocitopenia (disminución del número de
plaquetas en la sangre) y hemólisis (destrucción de los glóbulos rojos que
lleva a una anemia).
Es producido, en la mayoría de los casos, por toxinas
producidas por una bacteria: Escherichia coli O157:H7. La toxina producida por
este serogrupo de E coli se denomina shiga toxina, por ser similar a la
producida por Shigella. La muerte por síndrome urémico hemolítico
disminuyó gracias a la precocidad de los diagnósticos y a los nuevos métodos de
control de la insuficiencia renal. Hoy, la tasa de letalidad es del 2 por
ciento. Según datos del Comité Nacional de Nefrología, el 70 por ciento de los
niños que padecen esta enfermedad se recuperan sin secuelas, sin embargo, es
necesario controlarlos regularmente porque, en algunos casos, desarrollan
problemas renales o hipertensión como consecuencia tardía del síndrome.
Escherichia coli O157:H7 y otros serotipos de E. coli productor de toxina Shiga
(STEC: Shiga Toxin E. coli). En 1982 fue reconocido por primera vez como
patógeno humano responsable de dos brotes de diarrea sanguinolenta severa que
afectaron a 47 personas en EE.UU. Los brotes fueron asociados
epidemiológicamente con hamburguesas contaminadas, consumidas en restaurantes
pertenecientes a unacadena de comidas rápidas. A partir de entonces numerosos
brotes han sido notificados en distintas partes del mundo. Hoy se sabe que E.
coli O157:H7 es el prototipo de un grupo de más de 150 serotipos de E. coli
(O26:H11; O103:H2; O111:NM; O113:H21; O145:NM; entre otros) que comparten el
mismo potencial patogénico. Los serotipos de STEC (Calderwood y col.,
1996), asociados a enfermedades severas en el hombre pertenecen a la categoría
de E. coli enterohemorrágico (EHEC: enterohemorrhagic E. coli).
Los serotipos
de la VTEC (Vero Toxygenic Escherichia coli) asociados a la producción de
enfermedad en el hombre son los que corresponden a la clasificación de
enterohemorrágicos (EHEC) Esta designación alude a su capacidad de producir
lesiones hemorrágicas en el intestino. Los animales domésticos, especialmente
los rumiantes, constituyen el principal reservorio natural de STEC. La
prevalencia en vacunos oscila entre 0,1 y 16%. Ha sido aislado también de heces
de gansos, ovinos, equinos, perros, cabras y ciervos. El ganado lechero y
particularmente los terneros y vaquillonas serían portadores más frecuentes que
el ganado adulto. También fue aislado del ganado de carne, específicamente de
terneros con diarrea, en donde STEC no sería el causante de esta patología. A
partir de un estudio de caracterización de E. coli O157:H7 aislados a partir de
terneros, se confirmó que es “importante el papel del ganado bovino en la
epidemiología de las enfermedades producidas por este agente patógeno en el
hombre” y que “las cepas aisladas de ganado poseían todos los factores de
virulencia necesarios para producir enfermedad en humanos”. Existen también
diferencias geográficas en la incidencia del SUH y su forma de presentarse. En
particular, en la Argentina no han ocurrido brotes de magnitud semejante a los
de EE.UU. y la estadística señala más bien la aparición de numerosos casos
esporádicos.
Contrariamente a lo esperado, el síndrome urémico hemolítico, se
presenta en niños de hogares con un buen nivel socioeconómico. Si bien se
registran casos durante todo el año, su frecuencia aumenta en la primavera,
alcanzando un máximo durante el verano, para luego decrecer hacia el otoño. La
carne picada, insuficientemente cocida, y los lácteos y jugos sin pasteurizar
como el vehículo más frecuente de brotes de ETA (Enfermedades Trasmitidas por
Alimentos) causados por este organismo. La colitis hemorrágica ha sido
transmitida además por embutidos fermentados, leche cruda, yogures artesanales,
sidra de manzana y mayonesa. Los brotes que han involucrado alimentos ácidos
demuestran la tolerancia de los organismos causales a pH bajos. Estos
microorganismos también han sido aislados de productos vegetales, la
contaminación de vegetales puede ser consecuencia del uso de abonos orgánicos
de origen bovino. También el agua ha sido considerada vehículo de transmisión,
habiéndose informado de brotes asociados a la ingestión de agua de bebida no
clorada, o del contacto con piletas de natación y también de un lago
contaminado. También se ha identificado a la materia fecal bovina como una
fuente de contaminación para alimentos y agua.
No obstante, la dinámica de
STEC, en su relación reservorio - medio ambiente, no está totalmente
dilucidada. Actualmente se ha convertido en uno de los desafíos más fuertes
para la industria de la carne. La transmisión persona a persona es también una
vía importante para adquirir la infección debido a la baja dosis infectiva (50
– 100 ufc). Ingresa al organismo por la ingesta de carne (especialmente mal
cocida), o por otros alimentos que hayan estado en contacto con la materia
fecal de la vaca, como leche no pasteurizada, verduras y frutas mal lavadas,
aguas contaminadas, etc. Los humanos contaminados pueden contagiar a otros
directamente o a través de la contaminación de alimentos. También la
contaminación fecal de las aguas o la falta de higiene en el procesamiento
industrial puede explicar la presencia de esa bacteria en los pescados.Es
importante conocer el origen de los alimentos y en aquellos que los posean,
leer muy bien los rótulos, cómo han sido conservados y procesados, observar la
higiene, el cumplimiento de la cadena de frío y el grado de cocción. En esta
situación lo más valioso es la prevención. La contaminación fecal del agua y
otros alimentos y la contaminación cruzada durante la preparación de los
alimentos son rutas importantes en la transmisión de la infección. Es
importante destacar que STEC sobrevive a las temperaturas de refrigeración y
congelación y puede desarrollar a 8ºC. Esta característica tiene un tremendo
impacto tanto en la industria de la carne, como en los sectores de
comercialización en donde el uso del frío está muy extendido.
Cepas de E. coli
enterohemorrágica (EHEC) han sido aisladas de una gran variedad de alimentos y
del medio ambiente, esto implica distintas condiciones en término de
nutrientes, pH, salinidad y temperatura. Recientes brotes de diarrea y SUH han
sido asociados al consumo de alimentos como el jugo de manzana, mayonesa y
embutidos fermentados, alimentos de naturaleza ácida. Benjamin y Datta han
demostrado que E. coli O157:H7 posee una gran tolerancia a pH menores a 3 sin
pérdida de la viabilidad. Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente
de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de
verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los
animales), también puede desencadenar la enfermedad. La República
Argentina es el país donde se diagnostica la mayor cantidad de casos en todo el
mundo, alrededor de 300 a 350 casos nuevos por año.
Generalmente afecta a
lactantes, niños entre 6 a 36 meses de edad. Existen brotes en los meses más
cálidos, pero aparecen nuevos casos durante todo el año. Comienza con una
diarrea con moco, sangre o ambos en niños previamente sanos. Luego de tres o
cuatro días aparece palidez, como expresión de anemia, es decir, que el niño se
ve pálido porque empiezan a bajar los glóbulos rojos. Los riñones empiezan a
fallar en su trabajo para eliminar sustancias tóxicas, por eso aumentan en la
sangre la urea y la creatinina. En la mitad de los niños con esta enfermedad,
esa falla de la función del riñón puede ser tan grave que el niño deje de
orinar. En ese caso es necesario tratarlo con diálisis. Si bien esta
contaminación primaria o endógena, en la que el material infeccioso proviene
del propio animal no puede evitarse totalmente, es posible reducirla considerablemente
si se extreman las medidas higiénicas, siguiendo las normas establecidas en el
Reglamento de Inspección de Productos, Subproductos y Derivados de Origen
Animal (decreto 4238/68 del Ministerio de Economía, Secretaría de Agricultura y
Ganadería, SENASA).
Medidas
de prevención
•
Asegurar la correcta cocción de la carne; la bacteria se destruye a los 70º C.
Esto se consigue cuando la carne tiene una cocción homogénea cuando no quedan
partes rojas).
• Tener
especial cuidado con la cocción de la carne picada.
•
Utilizar distintos utensilios de cocina para cortar o tomar la carne cruda y la
carne una vez cocida (Contaminación cruzada indirecta)
•
Evitar el contacto de las carnes crudas con otros alimentos; tener en cuenta
cómo se disponen dentro de la heladera y en mesadas. (Contaminación cruzada
directa).
•
Consumir leche, derivados lácteos y jugos de frutas pasteurizados y conservar
la cadena de frío
• Lavar
cuidadosamente las verduras y frutas.
•
Asegurar la correcta higiene de las manos (deben lavarse con agua y jabón),
antes de preparar los alimentos y luego de ir al baño como mínimo.
• Se
sugiere que los menores de 2 años no ingieran comidas rápidas.
•
Respetar la prohibición de bañarse en aguas contaminadas. Concurrir a piletas
de natación habilitadas para tal fin.
•
Consumir agua potable. Ante la duda, hervirla y agregar lavandina concentrada.
Por este motivo, se aconseja consumir agua potable o de lo contrario; hervir
agua en un recipiente limpio y tapado de tres a cinco minutos y no más; dejar
enfriar el agua y conservarla en el mismo recipiente o agregar dos gotas de
lavandina concentrada por cada litro de agua y esperar 30 minutos para ser
consumida.
• Ante
cualquier duda o síntoma, consultar al médico o dirigirse al centro de salud
más cercano a su domicilio.
Las
medidas preventivas para controlar la transmisión de la infección son:
a) de
higiene durante el faenamiento del ganado;
b)
aplicación de controles en los puntos críticos de la elaboración de alimentos;
c)
evitar el hacinamiento en comunidades cerradas (jardines maternales, jardines
de infantes, cárceles, etc.);
d) no
concurrencia a comunidades cerradas de personas con diagnóstico bacteriológico
positivo;
e) evitar el uso de antimicrobianos y antidiarreicos, considerados factores de
riesgo en la evolución de diarrea a SUH;
f)
educación de médicos, veterinarios, microbiólogos, personal de plantas
elaboradoras de alimentos y restaurantes, de jardines maternales, de infantes y
geriátricos y la comunidad en general sobre los riesgos que implica la
infección por STEC.
Estreptococo fecal

Los enterococos intestinales incluyen las especies del género
Streptococcus y son un subgrupo del grupo más amplio de los estreptococos
fecales. Estas bacterias son grampositivas y relativamente tolerantes al
cloruro sódico y al pH alcalino. Son anaerobias facultativas y pueden
encontrarse aisladas, en parejas o en cadenas cortas. Todos los estreptococos
fecales, incluidos los enterococos intestinales, dan una reacción positiva con
antisueros anti grupo D de Lancefield y se han aislado en las heces de animales
de sangre caliente. El subgrupo de los enterococos intestinales está
formado por las especies Enterococcus faecalis, E. faecium, E. durans y E.
hirae. Este grupo se separó del resto de los estreptococos fecales porque son
índices relativamente específicos de contaminación fecal. Sin embargo,
ocasionalmente, algunos enterococos intestinales aislados del agua pueden
también proceder de otros hábitats, como el suelo, en ausencia de contaminación
fecal. El grupo de los enterococos intestinales puede utilizarse como índice de
contaminación fecal, ya que la mayoría de las especies no proliferan en medios
acuáticos.
La concentración de enterococos intestinales en las heces humanas
es, generalmente, alrededor de un orden de magnitud menor que la de E. coli.
Este grupo presenta importantes ventajas: tienden a sobrevivir durante más
tiempo que E. coli (o que los coliformes termotolerantes) en medios acuáticos,
y son más resistentes a la desecación y a la cloración. Los enterococos
intestinales se han utilizado en el análisis del agua bruta como índice de la
presencia de agentes patógenos fecales que sobreviven durante más tiempo que E.
coli y en agua de consumo para complementar los análisis de E. coli. También se
han utilizado para analizar la calidad del agua después de la realización de
reparaciones en sistemas de distribución o de la instalación de cañerías
nuevas. Los enterococos intestinales se excretan habitualmente en las heces
humanas y de otros animales de sangre caliente. Algunas especies de este grupo
también se han detectado en suelos, en ausencia de contaminación fecal. Hay
concentraciones altas de enterococos intestinales en las aguas residuales y en
los medios acuáticos contaminados por aguas residuales o por residuos humanos o
animales.
Los enterococos se pueden detectar mediante medios de cultivo
sencillos y baratos para los que únicamente se necesitan laboratorios de
bacteriología básicos. Uno de los métodos utilizados comúnmente es la
filtración con membranas, incubación de las membranas en medios selectivos a
entre 35 y 37ºC durante 48 h y posterior recuento de las colonias. Otros
métodos son la técnica del «número más probable» mediante placas de
microvaloración en la que la detección se basa en la capacidad de los
enterococos intestinales de hidrolizar el 4-metil-umbeliferil-β-D-glucósido en
presencia de acetato de talio y de ácido nalidíxico en 36 h a 41ºC. La
presencia de enterococos intestinales es un indicio de contaminación fecal
reciente, por lo que tras su detección debería considerarse la toma de medidas
adicionales, como la realización de muestreos adicionales y la investigación de
las posibles fuentes de contaminación, como un tratamiento inadecuado o
alteraciones de la integridad del sistema de distribución.
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