NUEVA GUÍA PRÁCTICA del LABORATORIO MICROBIOLÓGICO de AGUAS y ALIMENTOS (XIII Parte)
“El médico del futuro no tratará el cuerpo humano con medicamentos, más bien curará y prevendrá las enfermedades con la nutrición"
(Thomas Alva Edison)
NUEVA GUÍA PRÁCTICA del LABORATORIO MICROBIOLOGICO
de AGUA y ALIMENTOS (XIII Parte)
ARISTOTELES
b. ALIMENTOS
Hay una serie de razones que justifican la necesidad de
analizar los alimentos para determinar cualitativa o cuantitativamente sus
microorganismos. los principales objetivos del análisis microbiológico son
asegurar:
(1) que el alimento cumple ciertas normas estatutarias;
(2)
que se ajusta a normas internas establecidas por la compañía procesadora y a
las externas exigidas por el comprador;
(3) que las materias alimenticias que
llegan a la factoría para ser procesadas cumplen las normas exigidas y las
pactadas con el productor;
(4) que se mantienen el control del proceso y la
higiene de la línea de fabricación.
Los métodos del examen microbiológico utilizados para
controlar la calidad del alimento son en sí mismos muy variados y dependientes,
en gran parte, del alimento que va a ser analizado.
Conviene estudiar los análisis bajo los siguientes
encabezamientos:
1. Estimación del número total de microorganismos.
2. Estimación del número de microorganismos
indicadores.
3. Examen o estimación del número de microorganismos
alterantes de los alimentos y de otros grupos especiales.
4. Examen o estimación del número de microorganismos
productores de toxiinfecciones alimentarias y de los microorganismos patógenos
transportados por los alimentos.
5. Análisis de los productos metabólicos de los
microorganismos; a menudo requieren técnicas más sofisticadas de las que sólo
disponen los laboratorios mejor dotados.
Uno de los mayores problemas del análisis microbiológico de
los alimentos es determinar el número de muestras de un lote o de un día de
trabajo que deben analizarse para asegurar que el producto o material
alimenticio cumple la norma exigida. Obviamente cuanto
mayor sea el número de muestras tomadas, mayor será la confianza en los
resultados, pero puesto que el alimento empleado con fines analíticos
representa un gasto no recuperable, debe alcanzarse un compromiso entre la
exactitud de los resultados y la economía del análisis. los esquemas de
muestreo, actualmente en uso, implican el análisis de cinco o diez muestras por
lote, o de la raíz cuadrada del número de envases por lote; sin embargo, podría argüirse que una cantidad tan grande de muestras está totalmente injustificada cuando se obtienen resultados concordantes buenos.
Por lo tanto, las fuentes microbianas disponibles deben
usarse prudentemente y el muestreo será máximo con los alimentos que se sabe
que son microbiológicamente peligrosos y con los que dan resultados erráticos;
el muestreo será también grande con los que se han sometido a un cambio de
procesado y siempre que haya tenido lugar un fallo en la línea de procesado.
También debe tenerse en cuenta que el número de análisis se ve afectado por la
razón o causa que lo motiva; así, se necesitan menos pruebas para la
confirmación de un estándar o norma satisfactorio que cuando el fin perseguido
es la eliminación de un producto no satisfactorio. Cualquier esquema de muestreo digno debe tener una base estadística y a
los lectores que necesiten mayor información sobre tales esquemas les
recomiendo la lectura de Microorganismos de los alimentos, Vol. 2 (Comisión
Internacional de Especificaciones Microbiológicas para los Alimentos, ICMSF,
1974* - *Esta obra ha sido publicada en español por EDITORIAL ACRIBIA, S. A.,
Zaragoza) en donde encontrarán todos los datos que precisen.
La Comisión Internacional (ICMSF), citada en el punto
anterior, define a la “muestra representativa” como aquélla cuyo estado es tan
parecido como sea posible a la del lote (o partida) del que se tomó. Por lo
tanto, es necesario evitar todo tipo de perjuicio y asegurarse de que se toman
suficientes muestras. Como mejor se realiza esto es mediante el muestreo al
azar, utilizando tablas de números aleatorios según recomienda la Comisión
(ICMSF, 1974). Sin embargo, debe tenerse en cuenta el posible aumento de
microorganismos en el equipo y por lo tanto en el alimento, durante la
producción de una partida; el producto suele contener muchos menos
microorganismos al comienzo que a la terminación del trabajo de la fábrica, lo
que deberá tenerse presente en cualquier esquema de muestreo. De otra parte si el equipo se ha limpiado mal, los alimentos pueden
contaminarse mucho al iniciarse el trabajo. En consecuencia puede ser ventajoso
retirar los productos a intervalos de tiempo regulares; ello no supone una
depreciación del muestreo al azar y se emplea frecuentemente.
Otras dificultades del muestreo derivan de la consistencia
heterogénea del producto alimenticio y si el alimento no es homogéneo se
requiere un muestreo más frecuente. Como ejemplos extremos se pueden citar la
leche, de la que sólo se requiere una pequeña muestra del alimento bien
mezclado y algunos de los productos actuales, compuestos de múltiples
ingredientes, lo que puede hacer imposible obtener la cantidad requerida de
cada uno para contar con una muestra representativa; consecuentemente debe
hacerse un análisis por separado de cada componente. Cuando los microorganismos se limitan a zonas específicas del alimento
el muestreo es en ocasiones deliberadamente desequilibrado, por ejemplo, en
alimentos como la carne, el pescado y la fruta la mayoría de sus
microorganismos se localizan en las superficies externas y son éstas, por lo
tanto, las que constituyen las principales regiones de muestreo.
Los alimentos líquidos no presentan problemas y
corrientemente se muestrean con pipetas después de mezclarse bien. Los
alimentos sólidos los presentan a menudo, por lo que para superar las
dificultades de la toma de muestras se utilizan diversas técnicas. En alimentos
cuyas unidades son relativamente manejables, como aves y pescado, la canal
entera se lava con agitación en un medio de muestreo líquido, si bien se admite
que con tal tratamiento sólo se recupera una parte de la flora; se obtienen
recuentos mayores si se incluyen en la solución de lavado abrasivos, como arena
estéril. Durante muchos años se han usado mucho para el muestreo de superficies
las torundas de algodón húmedo, pues tienen la ventaja de ser de fácil manejo y
cuando se utilizan conjuntamente con una lámina metálica, dotada de ventana,
permiten la toma de muestra de una área superficial equivalente; después de
frotada dicha área, el soporte de la torunda se rompe y aquélla se separa y
deja caer en un diluyente agitándose entonces para separar los microorganismos
del algodón.
Las recuperaciones alcanzadas con estas técnicas de la
torunda son pobres, debido a la adherencia de los microorganismos a la
superficie del alimento y a su retención en la torunda, pero pueden mejorarse,
si al área muestreada vuelve a frotarse con otra torunda seca. los métodos del
agar de contacto, en los que un medio estéril sólido a base de agar se presiona
contra la superficie a muestrear, dan recuentos todavía menores que los de las
técnicas de la torunda, pero constituyen el sistema de muestreo de uso más
sencillo ya que el medio puede someterse a incubación directamente. En el caso de carnes, pescados y aves, los recuentos
más altos se obtienen con el llamado «muestreo destructivo». Pueden tomarse
muestras con sacabocados pre esterilizados, lo que tiene la ventaja de que se
analiza una área superficial conocida que varía con el diámetro del sacabocados
utilizado. Escalpelos y cuchillas también son bastante populares, pero con
tales instrumentos la relación área superficial/volumen es imposible de
controlar.
También pueden tomarse muestras de áreas conocidas empleando
un escarificador dérmico y un cilindro metálico estéril que contiene el
diluyente (Barnes et al., 1973). Las carnes picadas y los alimentos
graniformes, como guisantes y harina, son más fáciles de muestrear ya que
pueden tomarse pesos conocidos. Algunas de las técnicas de muestreo microbiano
estudiadas más atrás sirven también para el examen del equipo de procesado de
los alimentos, por ej., el lavado con un volumen conocido de agua o de
diluyente, el empleo de torundas, posiblemente con lámina metálica y los
métodos del agar de contacto. Excepto cuando se emplean torundas o lavados, se toma un
peso conocido de la muestra del alimento (por ej., 10 ó 25 g). El alimento se
adiciona a un diluyente estéril adecuado, como solución de Ringer diluida al
1/4 o agua de peptona al 0,1 % y se trata a continuación de forma que se
liberen en el diluyente los microorganismos del alimento.
El tratamiento implica un mezclado mecánico o un pase por el Stomacher. En esta última técnica, muy popular actualmente, la muestra, junto con un volumen conocido de diluyente, se coloca en una bolsa de plástico estéril que es golpeada por una especie de paletas en el interior del Stomacher. El volumen de diluyente utilizado generalmente es nueve veces mayor que la muestra (por ej., 25 g de guisantes en 225 ml de diluyente) de forma que se obtenga un homogeneizado 10-1, a partir del cual se preparan las correspondientes diluciones (10-2, 10-3, 10-4, etc.) dependiendo de la calidad microbiológica del alimento o superficie objeto del análisis. Una de las pruebas microbiológicas más corrientes llevadas a cabo en los alimentos es el recuento viable total, conocido también como recuento estándar en placa y recuento aeróbico en placa. Para ello se siembran diluciones adecuadas de una muestra de los alimentos en medios de agar que contienen nutrientes suficientes para permitir el crecimiento del mayor número posible de microorganismos. los nutrientes de que se compone, por ejemplo el agar nutritivo, (Nutritive Agar, Oxoid) son: extracto de carne, extracto de levadura y peptona (un hidrolizado enzimático de carne fresca que contiene diversas sales inorgánicas, factores de crecimiento y péptidos). El pH del medio se ajusta generalmente a 7 – 7,4 para recuperar las bacterias y no los mohos y levaduras.
Las células bacterianas individuales, transferidas a la placa con el diluyente, se multiplican normalmente durante la incubación. Así puede hacerse una estimación del número total de células viables (es decir, células capaces de crecer en el medio de recuperación) en la dilución sembrada, calculando después de la incubación el recuento del número total de colonias bacterianas que se desarrollan; naturalmente en las condiciones aerobias normales crecerán las aerobias obligadas y las aerobias facultativas. Para estar seguro de que el cultivo es puro, repetir el proceso entero; para ello tomar una colonia aislada y sembrar por estrías una segunda placa. Las temperaturas de incubación seleccionadas dependen del alimento que va a examinarse. Las temperaturas corrientemente utilizadas son 45º C para las termófilas, 37º C para las mesófilas y 20º C para mohos y levaduras. Mientras la última temperatura es conveniente para las bacterias psicrótrofas y también para muchas mesófilas, para una estimación más exacta de las psicrótrofas se utilizan a veces temperaturas más bajas (por ej., 1 – 7º C); debe recordarse siempre que ninguna temperatura de incubación excluye por completo a todos los microorganismos de otro grupo.
El tratamiento implica un mezclado mecánico o un pase por el Stomacher. En esta última técnica, muy popular actualmente, la muestra, junto con un volumen conocido de diluyente, se coloca en una bolsa de plástico estéril que es golpeada por una especie de paletas en el interior del Stomacher. El volumen de diluyente utilizado generalmente es nueve veces mayor que la muestra (por ej., 25 g de guisantes en 225 ml de diluyente) de forma que se obtenga un homogeneizado 10-1, a partir del cual se preparan las correspondientes diluciones (10-2, 10-3, 10-4, etc.) dependiendo de la calidad microbiológica del alimento o superficie objeto del análisis. Una de las pruebas microbiológicas más corrientes llevadas a cabo en los alimentos es el recuento viable total, conocido también como recuento estándar en placa y recuento aeróbico en placa. Para ello se siembran diluciones adecuadas de una muestra de los alimentos en medios de agar que contienen nutrientes suficientes para permitir el crecimiento del mayor número posible de microorganismos. los nutrientes de que se compone, por ejemplo el agar nutritivo, (Nutritive Agar, Oxoid) son: extracto de carne, extracto de levadura y peptona (un hidrolizado enzimático de carne fresca que contiene diversas sales inorgánicas, factores de crecimiento y péptidos). El pH del medio se ajusta generalmente a 7 – 7,4 para recuperar las bacterias y no los mohos y levaduras.
Las células bacterianas individuales, transferidas a la placa con el diluyente, se multiplican normalmente durante la incubación. Así puede hacerse una estimación del número total de células viables (es decir, células capaces de crecer en el medio de recuperación) en la dilución sembrada, calculando después de la incubación el recuento del número total de colonias bacterianas que se desarrollan; naturalmente en las condiciones aerobias normales crecerán las aerobias obligadas y las aerobias facultativas. Para estar seguro de que el cultivo es puro, repetir el proceso entero; para ello tomar una colonia aislada y sembrar por estrías una segunda placa. Las temperaturas de incubación seleccionadas dependen del alimento que va a examinarse. Las temperaturas corrientemente utilizadas son 45º C para las termófilas, 37º C para las mesófilas y 20º C para mohos y levaduras. Mientras la última temperatura es conveniente para las bacterias psicrótrofas y también para muchas mesófilas, para una estimación más exacta de las psicrótrofas se utilizan a veces temperaturas más bajas (por ej., 1 – 7º C); debe recordarse siempre que ninguna temperatura de incubación excluye por completo a todos los microorganismos de otro grupo.
Son muchas las técnicas en placa empleadas para la
enumeración del número total de bacterias viables, de las que describiremos
brevemente cinco. La enumeración de las colonias se lleva a cabo
tradicionalmente de forma manual, con el empleo de un contador de colonias
iluminado, con cuya ayuda el laborante cuenta cada colonia individual (véase
más abajo). Esta operación puede ser tediosa e inexacta, salvo que en el medio
de cultivo haya crecido un número adecuado de colonias (idealmente menos de
300, si bien por razones estadísticas se requieren también como mínimo 30
colonias). En los últimos años se han ideado una serie de instrumentos de
recuento automático de colonias que permiten obtener en pocos segundos
recuentos exactos. En el método de vertido en placa, se vierten en una serie (o
mejor dos series) de placas de Petri alícuotas de 1 ml de las diluciones
apropiadas del alimento. A continuación se adicionan a cada placa unos 10 – 15
ml de agar nutritivo fundido, enfriado a 45º C, y se mezcla cuidadosamente con
la alícuota correspondiente. Después de solidificado el agar, se incuban las
placas a la temperatura requerida durante un tiempo que depende de las condiciones
de incubación (por ej., 1 – 2 días a 37º C, 3 – 4 días a 20º C y 7 – 10 días a
5º C). Después de la incubación se contarán las colonias de
las placas que contienen entre 30 y 300 colonias; a partir de este recuento
puede calcularse fácilmente el número de bacterias viables por gramo (o por cm2)
de alimento.
En el método de extensión en placa, se vierte previamente el
medio en placas de Petri y se deja solidificar; a continuación se extienden
uniformemente por la superficie alícuotas de 0,1 ml de las correspondientes
diluciones mediante el empleo de varillas de vidrio estériles en forma de L
(Espátula de Drigalsky). Las placas se incuban
como antes. Las ventajas de esta técnica son: primero que las células
bacterianas termosensibles (esto es las psicrótrofas) no se destruyen por el
agar fundido, lo que podría ocurrir, en cierta extensión con el método
anterior, si la temperatura del agar es demasiado alta; segundo, todas las
colonias crecen en la superficie del agar y pueden observarse y picarse
fácilmente si fuera necesario, mientras que en el método de vertido en placa
muchas colonias se desarrollan incrustadas en el agar, teniendo menor tamaño y
siendo más difíciles de subcultivar. Con esta técnica de la gota en placa,
también se emplea un medio de agar solidificado. Se utilizan pipetas
especialmente calibradas que vierten 0,02 ml por gota. En la superficie de la
placa se dejan caer cinco gotas separadas (o sea 0,1 ml) que se dejan secar
antes de la incubación. Sólo deben contarse las placas cuyas diluciones
producen 20 colonias por gota.
Puesto que los métodos citados además de requerir bastante
tiempo son caros en material, se ha desarrollado otro más rápido que utiliza
menores cantidades, es el método de la «gotita de agar». En esta técnica las diluciones se preparan con agar fundido y las
colonias se desarrollan en las gotas solidificadas (0,1 ml) durante la
incubación. El recuento de las colonias se facilita empleando un visor de
proyección que amplía las gotitas unas diez veces aproximadamente. Otro método semiautomático, cada vez más popular, es el de la placa en
espiral, en el que una máquina vierte continuamente un
volumen conocido de muestra en la superficie de una placa de agar que gira. La
cantidad de muestra depositada disminuye a medida que el tubito dosificador se
desplaza desde el centro a la periferia de la placa girante; de esta forma
durante la incubación las colonias bacterianas se desarrollan siguiendo un
trazo en espiral. El recuento puede realizarse manualmente empleando una red de
contaje o mediante contadores de colonias basados en rayos láser, especialmente
diseñados para su empleo con esta técnica. Comparaciones realizadas con métodos
más tradicionales han demostrado que no hay diferencias significativas en los
recuentos obtenidos.
A medida que los microorganismos se multiplican en un medio
de crecimiento, acaecen diminutos cambios de impedancia que pueden medirse
haciendo pasar por el medio una pequeña corriente eléctrica. A una concentración concreta de microorganismos tiene lugar un cambio
marcado de impedancia y como es lógico, con una carga bacteriana inicial más
alta esta concentración umbral se alcanza antes. Así puede estimarse el número
de microorganismos inicialmente presentes en el alimento; para ello se registra
el tiempo requerido (tiempo de detección) para alcanzar el umbral, empleando
muestras del alimento diluidas en un medio de crecimiento. Se ha demostrado que
hay una buena concordancia entre los recuentos viables convencionales y los
tiempos de detección. Además los tiempos requeridos para
los análisis son normalmente de unas 5 horas lo que permite estimar rápidamente
la calidad. En ocasiones puede necesitarse obtener el número total de
microorganismos (esto es, células viables y muertas) de nuestros alimentos
como, por ejemplo, alimentos enlatados y leche pasteurizada. En portaobjetos de
vidrio se hacen extensiones de la muestra, generalmente diluida, que se tiñen
con un colorante adecuado. Se cuenta el número total de células microbianas de
un número dado de campos microscópicos y del recuento obtenido puede calcularse
aproximadamente el número total de microorganismos por gramo de alimento.
El análisis rutinario de los alimentos para poner de
manifiesto un amplio rango de bacterias patógenas es impracticable en la
mayoría de los laboratorios, bien porque están inadecuadamente dotados, bien
porque el tamaño de la muestra impediría su manejo convenientemente. Por ello
se ha convertido en práctica corriente investigar en los alimentos la
existencia de bacterias que indican la posibilidad de la presencia de las
productoras de toxiinfecciones alimentarias o de otras patógenas. Por ello se les denomina «microorganismos indicadores» y se catalogan
frecuentemente como de gran importancia al establecer la seguridad y calidad
microbiológica de los alimentos. Las principales bacterias empleadas como
indicadores son coliformes, enterococos y, más recientemente, enterobacteriáceas.
En ocasiones resultan una buena guía los recuentos viables totales a 37º C, si
bien su relación con la seguridad de los alimentos es más bien débil. Una vez que se obtiene un cultivo puro, normalmente se ha de
propagar (se le hace crecer de nuevo). Seguramente, el investigador deseará
obtener más células para poder trabajar con ellas. Para cultivar
microorganismos en el laboratorio, se ha de preparar un medio de cultivo,
líquido o sólido, con todos los nutrientes necesarios para su crecimiento. Los
medios sólidos se hacen generalmente, añadiendo agar a los líquidos.
El tipo de medio que utiliza un microbiólogo depende del microorganismo que está cultivando y el porqué de dicho cultivo. Los microorganismos presentan una enorme variedad de requerimientos nutricionales. Se utiliza un medio mínimo para determinar los requerimientos nutricionales de un organismo y un medio rico si se desea obtener masa celular de una forma rápida. Los medios se pueden formular para el desarrollo de una especie o para distinguir entre especies o cepas. Por tanto, los medios se clasifican en definidos, complejos o indefinidos, selectivos, diferenciales, selectivos – diferenciales y de enriquecimiento, dependiendo de su composición y uso. Un medio definido es aquel del cual conocemos su composición química exacta, porque ha sido preparado a partir de compuestos químicos puros. Escherichia coli es capaz de crecer en un medio químicamente definido, de composición bastante sencilla. Este microorganismo requiere una fuente de carbono orgánica (por ejemplo, glucosa), pero puede obtener el resto de los nutrientes esenciales a partir de sales minerales.
El tipo de medio que utiliza un microbiólogo depende del microorganismo que está cultivando y el porqué de dicho cultivo. Los microorganismos presentan una enorme variedad de requerimientos nutricionales. Se utiliza un medio mínimo para determinar los requerimientos nutricionales de un organismo y un medio rico si se desea obtener masa celular de una forma rápida. Los medios se pueden formular para el desarrollo de una especie o para distinguir entre especies o cepas. Por tanto, los medios se clasifican en definidos, complejos o indefinidos, selectivos, diferenciales, selectivos – diferenciales y de enriquecimiento, dependiendo de su composición y uso. Un medio definido es aquel del cual conocemos su composición química exacta, porque ha sido preparado a partir de compuestos químicos puros. Escherichia coli es capaz de crecer en un medio químicamente definido, de composición bastante sencilla. Este microorganismo requiere una fuente de carbono orgánica (por ejemplo, glucosa), pero puede obtener el resto de los nutrientes esenciales a partir de sales minerales.
En cambio, otros organismos, denominados exigentes,
requieren medios químicamente muy complejos. Por ejemplo, la bacteria Leuconostoc
citrovorum es extraordinariamente exigente ya que requiere un medio
con muchos ingredientes. Los medios definidos se usan generalmente para
realizar estudios genéticos, pero sus inconvenientes a menudo sobrepasan sus
ventajas. Así, se requiere un tiempo considerable para preparar un medio
definido y las bacterias crecen más despacio en ellos. Además, no conocemos los
requerimientos nutricionales de todas las bacterias y, por tanto, no siempre
pueden utilizarse. Los medios complejos, se preparan a partir de extractos de
productos naturales tales como carne, sangre, caseína (la proteína de la
leche), levaduras o soja. Un medio líquido complejo se denomina caldo. La
caseína u otras proteínas que se añaden a los medios son usualmente hidrolizadas
con enzimas o en medio ácido, para hacerlas más solubles y, por tanto, más
fáciles de utilizar nutricionalmente. Una hidrólisis parcial rompe las
proteínas en péptidos. Una hidrólisis total las degrada hasta aminoácidos. A
las proteínas parcialmente hidrolizadas se les denomina peptonas. Entre las
peptonas comerciales se encuentra la proteosa – peptona, la triptona y la
triptosa. A la caseína totalmente hidrolizada se le denomina hidrolizado de caseína. Los diversos componentes de un medio complejo se
venden como polvos deshidratados. También existen ya cientos de mezclas
complejas que se comercializan como medios complejos específicos. Uno de estos
medios es el caldo nutritivo, probablemente el medio complejo que más se
utiliza. Cuando este medio se solidifica con agar, se denomina agar
nutritivo. Generalmente se prefiere la utilización de los medios complejos, ya
que son fáciles de preparar y permiten un crecimiento rápido de los
microorganismos.
Un medio selectivo favorece el crecimiento de ciertos
microorganismos, mientras suprime el crecimiento de otros. Los medios
selectivos se utilizan para aislar especies particulares a partir de una mezcla
compleja. Por ejemplo, se utiliza un medio selectivo, para aislar Salmonella
typhi, agente causal de la fiebre tifoidea, a partir de heces donde
existen cientos de microorganismos diferentes. Algunos medios son selectivos porque contienen un producto
químico, como la azida sódica, el telurito potásico o el cristal violeta, que
inhiben el desarrollo de algunos microorganismos pero no de otros. El agar SPS
(denominado de esta forma porque contiene sulfadiazina y sulfato de polimixina)
se utiliza para identificar Clostridium botulinum, agente causal de
una grave intoxicación alimentaria. El medio SPS permite el crecimiento de esta
bacteria, pero inhibe el de otras especies de Clostridium. otros
medios de cultivo selectivos utilizan un valor extremo de pH o una fuente de
carbono poco común. Los medios diferenciales se utilizan para
identificar las colonias de un determinado microorganismo. Por ejemplo, para
identificar Streptococcus pyogenes, la bacteria que causa la
escarlatina, se utiliza el medio de agar sangre es un agar que contiene
hematíes. Las colonias de esta bacteria muestran a su alrededor una zona
transparente debido a que producen hemólisis (muerte y lisis de los hematíes). Escherichia coli y las bacterias relacionadas con ella se identifican
en medios con un indicador de pH porque originan productos metabólicos ácidos,
que cambian el color del indicador y por tanto de sus colonias.
Algunos medios son selectivos y diferenciales al mismo
tiempo. El agar MacConkey es un ejemplo de medio selectivo – diferencial,
utilizado para detectar cepas de Salmonella y Shigella, bacterias
entéricas (del intestino) que causan disenterías. Cualquier muestra de heces
enviada al laboratorio esta plagada de bacterias pertenecientes a muchas
especies. El agente selectivo del MacConkey actúa como una especie de tamiz
grosero que disminuye el campo de identificación. El cristal violeta y las
sales del medio inhiben el crecimiento de la mayoría de las bacterias Gram positivas (Salmonella y Shigella son Gram
negativas). A partir de aquí, el componente diferencial del medio, en
este caso la lactosa, comienza a ser importante. Salmonella y Shigella no
fermentan la lactosa, pero la mayor parte de las enterobacterias sí lo hacen.
Por tanto, las colonias de estas dos bacterias serán rojas, mientras que las
restantes no lo serán. Un medio de cultivo se
formula para suministrar todos los nutrientes que un microorganismo necesita
para crecer, pero esto no es suficiente. En el laboratorio, también es preciso
aportar las condiciones ambientales adecuadas. Tanto la temperatura como el pH
deben estar dentro del intervalo apropiado; con respecto al oxígeno, según el
caso, será aportado o eliminado. En la rutina diaria del trabajo de microbiología de agua y
alimentos, y reglamentadas por los principales Organismos de Control Internacionales
(CODEX ALIMENTARIUS, ICMSF, AOAC) y Nacionales (CÓDIGO ALIMENTARIO ARGENTINO),
se llevan a cabo las siguientes marchas de investigación y aislamiento de
patógenos, de acuerdo a lo legislado como “Criterios Microbiológicos” para cada
alimento en particular y que serán descriptas e ilustradas en los blogs que se
renovarán a continuación.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HÁBITO"
ARISTOTELES
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