NUEVA GUÍA PRÁCTICA del LABORATORIO MICROBIOLÓGICO de AGUAS y ALIMENTOS (XVII y última Parte)
“El médico del futuro no tratará el cuerpo humano con medicamentos, más bien curará y prevendrá las enfermedades con la nutrición"
(Thomas Alva Edison)
NUEVA GUÍA PRÁCTICA del LABORATORIO MICROBIOLOGICO
de AGUA y ALIMENTOS (XVII y última Parte)
Patógenos
Emergentes
Como patógenos
emergentes se conocen a aquellos microorganismos que debido a cambios en el
ambiente han aumentado su incidencia o se espera que aumente en los próximos
años. Las
enfermedades emergentes y reemergentes constituyen un problema de salud pública
a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en un
informe del año 2012, que las enfermedades infecciosas estaban surgiendo a un
ritmo que no se había visto antes. Una enfermedad emergente es aquella
que aparece en una población por primera vez o que, habiendo existido
previamente, presenta un rápido incremento de su incidencia o de su
distribución geográfica. Estas enfermedades infecciosas tienen un gran
potencial para propagarse rápidamente en la población y causar epidemias
mundiales. También pueden aparecer como consecuencia de la introducción deliberada de agentes infecciosos por actos de bioterrorismo.
Estos
microorganismos, como ser: Yersinia enterocolitica, Legionella pneumophila,
Escherichia coli O:157H:7, Campylobacter jejuni y otros, han sido aislados de
diversas fuentes, de donde pasan al hombre produciendo brotes algunos de ellos
importantes. Entre las fuentes implicadas en su aparición, encontramos aguas,
alimentos, áreas industriales, ductos de ventilación y refrigeración,
etc. Deseo relevar la incidencia de los microorganismos mencionados en las
diferentes fuentes, incluyendo sus principales características y
problemas en las ETA(s). Simultáneamente se determinará el patrón de
sensibilidad a compuestos antimicrobianos de uso externo, y su comportamiento
frente a los antibacterianos de uso clínico. Las interacciones
entre salud humana y animal no son una novedad. Pero el alcance, la magnitud y
las repercusiones mundiales de las zoonosis que enfrentamos actualmente no
tienen precedentes históricos. El comienzo de una nueva era de enfermedades
emergentes y reemergentes y la importancia de sus consecuencias potenciales en
la salud pública han modificado profundamente nuestras miras y actividades.
Indudablemente, las repercusiones sin precedentes de la globalización, la
industrialización, la reestructuración del sector agrícola y el consumismo,
cambiarán ciertamente los fundamentos y la aplicación de las políticas de
sanidad animal, y la manera en que debemos considerar y preparar el futuro.
Definimos a las
enfermedades emergentes como nuevas infecciones resultando de la evolución o
modificación de un agente patógeno o parásito existente, que cambia de espectro
de hospedadores, vector, patogenicidad o cepa; también incluyen las infecciones
o enfermedades desconocidas hasta el momento de su aparición. Una enfermedad
reemergente es una infección conocida que cambia de ubicación geográfica, cuyo
espectro de hospedadores se amplía o cuya prevalencia aumenta
considerablemente. La rapidez de la
detección de las enfermedades emergentes y reemergentes y de la consiguiente
reacción es decisiva. El lapso transcurrido entre la aparición de una nueva
enfermedad y el momento en que se la detecta es determinante. Por lo tanto, la
detección veloz de ese nuevo acontecimiento epidemiológico constituye un
elemento clave para todas las políticas que habrán de formularse. A menudo
sucede que la enfermedad se propaga durante largo tiempo antes de que sea
detectada y notificada. Debido a la mundialización y los consiguientes
incrementos de la velocidad y volumen del transporte internacional, así como
del número de viajeros, los agentes patógenos emergentes también transitan y se
propagan por todo el mundo.
La detección de las enfermedades emergentes es
lenta en muchos países en desarrollo y en algunos países desarrollados donde,
posiblemente, las infraestructuras veterinarias, servicios de expertos,
laboratorios de diagnóstico y capacidad de vigilancia global, en particular de
las nuevas infecciones, son insuficientes. La preparación de un país para
enfrentar una enfermedad emergente y su capacidad de respuesta dependen, en
gran medida, de la existencia de esos servicios; por ello, es fácil comprender que
los métodos de lucha contra las infecciones emergentes de algunos países en
desarrollo sean menos eficaces. La mayoría de las
enfermedades emergentes aparecidas en los últimos tiempos es de origen animal y
casi todas ellas son potencialmente zoonóticas. Por lo tanto, es preciso que
las autoridades de la sanidad animal y de la salud pública las enfrenten de
manera coordinada. A ese respecto, los Países Miembros de la OIE (Organización
Mundial de Sanidad Animal u Oficina Internacional de Epizootias) se han
manifestado claramente en favor del fortalecimiento del papel que desempeña la
Organización ante las dificultades que plantean esas zoonosis. En realidad, las
enfermedades emergentes y reemergentes zoonóticas se convertirán,
progresivamente, en el motivo importante de las solicitudes de actuación que
deberán atender los Servicios Veterinarios y, por lo tanto, tendrán
consecuencias en las alianzas profesionales, recursos y programas futuros.
Por ello, será
necesario que las tres organizaciones más implicadas en estos problemas - la
OIE, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) - conduzcan
acciones de cooperación y puedan seguir desempeñando su papel de vínculos de
alcance internacional. Debemos tener presente que la lucha contra las zoonosis
comienza por la eliminación del agente patógeno en su fuente animal de
infección. Este hecho confiere un papel destacado, tanto en el plano nacional
como en el internacional, a los Servicios Veterinarios, los veterinarios, los
criadores, los responsables de la fauna salvaje y la OIE. La OIE ya participa plenamente en la lucha internacional contra
las zoonosis emergentes y reemergentes actuales, como la influenza aviar y la
rabia, a la que aporta su competencia especializada. El papel de la
Organización, su sistema de información que garantiza la transparencia, su red
de Laboratorios de Referencia y sus expertos de reputación internacional fueron
decisivos durante la reciente crisis de influenza aviar en el sudeste de Asia.
Los Países Miembro afectados por la enfermedad no sólo se beneficiaron de las
prestaciones de diagnóstico (formación y suministro de reactivos de
laboratorio) y vigilancia, sino también del asesoramiento sobre las políticas
generales relativas al fortalecimiento de los Servicios Veterinarios y a los
métodos de lucha contra las enfermedades animales, incluido el recurso a la
vacunación en algunas circunstancias.
Durante el segundo
trimestre de 2005 se celebró en la Sede de la OIE, en París, una conferencia
internacional sobre la influencia aviar en la que se examinaron estos asuntos y
nuevas normas para la seguridad sanitaria del comercio internacional de los
productos de origen avícola. Recientemente, la rabia ha provocado una
enorme preocupación -entre otras regiones- en Europa del Este, donde varios
países están experimentando un aumento de la prevalencia de esa enfermedad
animal, mortal en los seres humanos. Poco tiempo atrás, la Organización envió
una misión de expertos a uno de los países afectados con objeto de prestarle la
asistencia necesaria para combatir la rabia en su territorio. Además, la OIE
organizó la primera Conferencia Internacional sobre la Rabia en Europa, que
tuvo lugar durante el primer semestre de 2005. La OIE también
colabora estrechamente con organizaciones regionales e internacionales en el
control de la utilización de agentes patógenos zoonóticos con fines
terroristas. Además de ser Parte en distintas convenciones internacionales, la
Organización ha publicado directrices para los Países Miembros sobre la mejor
manera de enfrentar ese problema.
Los problemas
emergentes de mayor importancia son provocados por bacterias, virus y
protozoos. Otras cuestiones de inocuidad de los alimentos se relacionan con las
micotoxinas, los residuos de plaguicidas, los medicamentos veterinarios, y
agentes no convencionales como el prión (vinculado a las encefalopatías espongiformes
transmisibles) y los contaminantes ambientales. Los factores
que desempeñan un papel importante en la epidemiología de los problemas
emergentes transmitidos por los alimentos comprenden cambios relacionados con
los agentes patógenos, el desarrollo, la urbanización y los modos de vida,
recortes de los sistemas de atención de salud, modificaciones de los
conocimientos, creencias y prácticas, y también cambios demográficos, los
viajes y las migraciones, el comercio de alimentos, piensos y animales, así
como la pobreza y la contaminación ambiental. En los años venideros, la
importancia de los problemas emergentes transmitidos por alimentos
probablemente no disminuirá sino que tenderá a crecer. Para resolverlos no será
suficiente que los distintos países actúen de manera aislada,
independientemente del nivel de conocimientos técnicos y control de los
alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes relacionados con los
alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que debe abordarse mediante
un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
Para un control
mundial de la inocuidad de los alimentos es necesario que las organizaciones
internacionales apropiadas, con la asistencia de sus miembros, elaboren un plan
de acción a fin de alentar a los países a desarrollar sistemas aceptables y
eficientes de control de alimentos y prestarles ayuda en esta tarea, indicando
al mismo tiempo los parámetros o requisitos mínimos o básicos para tal fin.
Esto debe incluir la capacidad para aplicar los tres elementos del análisis de
riesgos, a saber, evaluación, gestión y comunicación. Una iniciativa que se proponga
aumentar la inocuidad del suministro alimentario debe centrarse en los peligros
y en aquellos alimentos que comporten un riesgo mayor para la salud pública, y
hacer hincapié en el desarrollo y en la aplicación de medidas de control para
prevenir tales riesgos. En los años
venideros, la importancia de los problemas emergentes transmitidos por
alimentos probablemente no disminuirá sino que tenderá a crecer. Para resolverlos no será
suficiente que los distintos países actúen de manera aislada,
independientemente del nivel de conocimientos técnicos y control de los
alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes relacionados con los
alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que debe abordarse
mediante un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
SÍNDROME
UREMICO HEMOLÍTICO (SUH)
Últimamente ha
tomado gran connotación periodística el impacto sanitario producido por la
contaminación de cierto grupo de alimentos por el agente Escherichia coli
enterohemorrágica (EHEC), uno entre tantos agentes productores de Enfermedades
Transmitidas por Alimentos (ETA), que forman parte de uno de los componentes de
la Inseguridad Alimentaria que vivimos todos aquellos que tenemos acceso físico
a los alimentos (y a consumirlos). En este contexto, los Profesionales de las
Ciencias Veterinarias tenemos que cumplir con una función educativa esencial
hacia la comunidad, tratando de poner un poco de claridad a tanta confusión
sobre este y otros temas relacionados con la Salud Pública. La FAO
(Organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) define
a la Seguridad Alimentaria como “el derecho de toda persona a tener acceso
físico ilimitado a alimentos inocuos y de calidad.” En tal sentido, en las
condiciones actuales por las que atraviesa el país, no debe extrañarnos la
prevalencia elevada de un número indeterminado de Enfermedades de Transmisión
Alimentaria de las cuales carecemos, en muchos casos, de estadísticas serias.
En particular, nos
referiremos al denominado Síndrome Urémico Hemolítico. Mucho se ha dicho y
escrito, pero entendemos que la bibliografía científica utilizada,
perteneciente a destacados profesionales nacionales de la Salud Pública, es de
excelencia y la más adecuada para la elaboración de este informe. Resulta
interesante destacar que en las primeras observaciones, en la década del 50 y
del 60, surgen interpretaciones tanto clínicas como etiológicas y patogénicas,
que luego fueron desplazadas por otras o relegadas al olvido para cobrar
nuevamente vigencia en la actualidad enriquecidas con estudios y observaciones
de los últimos años. En 1966 (Voyer y Walther, 1966), no hacían diferenciación
entre la Púrpura Trombótica Trombocitopénica (PFT) y el SUH más que por la edad
de presentación y la extensión de las lesiones. Considerábamos los términos de
PTT y SUH dentro de una vasta nomenclatura para referencia a variables
sintomáticas, como veremos más adelante. Posteriormente se
desvinculó a estas entidades, diferenciando netamente por un lado la PTT o
Síndrome de Moschcowitz Symmer de presentación especialmente en jóvenes adultos
con sintomatología predominantemente neurológica, lesiones microvasculares
diseminadas, evolución generalmente fatal y etiología desconocida y por otro el
SUH o Síndrome de Gasser de presentación principalmente en niños de corta edad,
precedido generalmente por diarrea sanguinolenta. Por ello se postuló que
SUH y PTT pueden ser gradientes sintomáticas de una misma enfermedad (Remuzzi,
1987) referida genéricamente como Microangiopatía Trombótica (MAT, Kaplan,
1995) término acunado por Habib. Sin embargo, la similitud entre la PTT y las
formas graves de SUH con daño neurológico por lesiones extrarrenales, no
significa una identidad entre ambos cuadros (Kaplan, 1995).
La casuística acumulada hasta la fecha es de más de 6.500 casos, lo que supera a lo observado en todo el resto del mundo. En la década del 80 se intenta también el tratamiento con factores antiagregantes plaquetarios como aspirina y dipiridamol (O'Regan y col., 1980) y se destacan alteraciones anatomopatológicas presentes en diversos órganos a más de las ya bien caracterizadas lesiones renales, destacándose especialmente las lesiones cerebrales y pancreáticas (Upadhyaya y col., 1969, Preimhak y col., 1984). En tanto en la década del 60, en la búsqueda etiológica predominaban las referencias de asociaciones con infecciones virales, a fines de la década del 70 se comunican asociaciones con infecciones por enterobacterias, iniciándose con las observaciones de Shigellosis en Centro América y luego en la India. En este país Ragupathv refiere una fuerte asociación con la Shigella disentería tipo 1.
Hoy en día se
presenta así el estudio de toxinas liberadas por enterobacterias, como la línea
más promisoria para la comprensión epidemiológica de la enfermedad en su
presentación endémica tanto en los casos esporádicos como epidémicos. Hasta
ahora esto se ha referido a la Shiga-like toxina producida por cepas de E. coli
y a la toxina Shiga producida por la Shigella disentería tipo 1 y
ocasionalmente por la Shigella flexneri, pero parece ser también extensivo a otras citotoxinas producidas por bacterias
como Clostridium difficile, Yersinia enterocolítica y Campylobacter. El Síndrome
Urémico Hemolítico (SUH) es la causa más frecuente de insuficiencia renal aguda
(IRA) en los niños (en la mitad de los casos necesita diálisis). Es un síndrome
que incluye IRA, trombocitopenia (disminución del número de plaquetas en la
sangre) y hemólisis (destrucción de los glóbulos rojos que lleva a una
anemia). Es
producido, en la mayoría de los casos, por toxinas producidas por una bacteria:
Escherichia coli O157:H7.
La toxina producida por este serogrupo de E coli se denomina “shiga toxina”, por ser similar a la producida por Shigella. La muerte por síndrome urémico hemolítico disminuyó gracias a la precocidad de los diagnósticos y a los nuevos métodos de control de la insuficiencia renal. Hoy, la tasa de letalidad es del 2 por ciento. Según datos del Comité Argentino de Nefrología, el 70 por ciento de los niños que padecen esta enfermedad se recuperan sin secuelas, sin embargo, es necesario controlarlos regularmente porque, en algunos casos, desarrollan problemas renales o hipertensión como consecuencia tardía del síndrome. Escherichia coli O157:H7 y otros serotipos de E. coli productor de toxina Shiga (STEC: Shiga Toxin E. coli). E.coli O157:H7 es un patógeno emergente asociado a enfermedades transmitidas por alimentos. En 1982 fue reconocido por primera vez como patógeno humano responsable de dos brotes de diarrea sanguinolenta severa que afectaron a 47 personas en EE.UU. Los brotes fueron asociados epidemiológicamente con hamburguesas contaminadas, consumidas en restaurantes pertenecientes a una cadena de comidas rápidas.
A partir de
entonces numerosos brotes han sido notificados en distintas partes del mundo.
Hoy se sabe que E. coli O157:H7 es el prototipo de un grupo de más de 150
serotipos de E. coli (O26:H11; O103:H2; O111:NM; O113:H21; O145:NM; entre
otros) que comparten el mismo potencial patogénico. Los serotipos de STEC asociados a enfermedades severas en el hombre
pertenecen a la categoría de E. coli enterohemorrágico (EHEC: enterohemorrhagic
E. coli). Los serotipos
de la VTEC (Vero Toxygenic Escherichia coli) asociados a la producción de
enfermedad en el hombre son los que corresponden a la clasificación de
enterohemorrágicos (EHEC). Esta designación alude a su capacidad de producir
lesiones hemorrágicas en el intestino. Este grupo posee una serie de cualidades
que determinan su virulencia, entre las cuales cabe mencionar:
a. Producen
verocitotoxina (VT1, VT1 – VT2, VT2 y sus variantes).
b. Sintetizan
una proteína llamada intimina, que es codificada por el gen llamado eaeA del
cromosoma de la bacteria. La intimina es la responsable de la unión de E. coli
a las células de la pared intestinal (enterocitos) proceso que inicia las
lesiones en las vellosidades que los enterocitos poseen en aquella parte de su
superficie que constituye la pared interna del intestino. En algunos casos de SUH se han
aislado cepas de VTEC que carecen del gen eaeA en los que la unión a los
enterocitos está reemplazada por la producción de otro accesorio de adherencia.
c. Poseen un
plásmido (esto es, ADN de doble cadena que al unir sus extremos adquiere forma
circular) de gran tamaño (por eso se lo llama megaplásmido) con un peso
molecular de 60 millones. Este plásmido contiene los genes necesarios para la
síntesis de una enterohemolisina, toxina que es capaz de producir la
destrucción (lisis) de los glóbulos rojos (de allí hemolisina) y un apéndice de
adherencia al epitelio intestinal típico de las EHEC.
Una división importante es la que considera como SUH típico al que presenta antecedentes de diarrea (D+), asociado a infección por gérmenes productores de Stx, forma endémica en nuestro país. El SUH atípico es el que no presenta diarrea en sus pródromos (D-). El origen del SUH post-entérico ha sido investigado en los últimos 15 años. A fines de la década del 70, Konowalchuk y col. informaron que algunas cepas de E. coli producían ciertas exotoxinas (a las que llamaron verotoxinas por su acción sobre las células Vero) relacionadas a la proteína de 70 kDa codificada en el DNA de Shigella dysenteriae tipo 1. El significado clínico de estas toxinas permaneció desconocido hasta que, en 1983, Riley y col. informaron una asociación entre la infección por E. coli serotipo O157:H7 y dos brotes de colitis hemorrágica; y Karmali y col. demostraron infección por STEC en 11 de los 15 casos de SUH aislados. Luego, la asociación entre SUH e infección por STEC, particularmente cepas del serotipo O157:H7, fue confirmada por numerosos estudios realizados en diferentes países (Griffin y Tauxe, 1991) incluyendo Argentina (Novillo y col., 1988; López y col., 1989; Rivas y col., 1996). Se ha estimado que, en América y en Europa, alrededor del 90% de los niños con SUH tiene alguna evidencia de infección por STEC siendo el serotipo O157:H7 responsable del 70% de los casos (Lior y col., 1994; Caprioli y col., 1994; Van de Kar y col., 1994). En Argentina, la asociación entre SUH y STEC del serotipo O157:H7 no está suficientemente clarificada. López y col. encontraron que el serotipo O157:H7 no es común en niños argentinos con diarrea inducida por toxina Shiga complicada o no con SUH.
Es importante recordar que el primer aislamiento de E. coli O157:H7
fue realizado en nuestro país, en 1977, a partir de terneros con colibacilosis
(Orskov y col.). La información sobre STEC proviene fundamentalmente de
estudios realizados con cepas del serotipo O157:H7, fácilmente distinguible de
otros serotipos de E. coli por sus peculiares propiedades bioquímicas, ya que
no fermentan sorbitol o lo hacen lentamente (Farmer y Davis, 1985) y no poseen
actividad de ßglucuronidasa (Thompson y col., 1990). Escherichia
coli forma parte de la flora habitual del intestino del hombre y de los
animales. Los animales domésticos, especialmente los rumiantes, constituyen el
principal reservorio natural de STEC. La prevalencia en vacunos oscila entre
0,1 y 16%. Ha sido aislado también de heces de gansos, ovinos, equinos, perros,
cabras y ciervos. Estudios realizados en EE.UU., Canadá e Inglaterra (Wells y
col., 1991; Chapman y col., 1993) han identificado al ganado bovino como un
reservorio importante de E. coli O157:H7, luego que los primeros brotes de
colitis hemorrágica estuvieron asociados al consumo de hamburguesas mal cocidas
y leche cruda, (Griffin y Tauxe, 1991).
STEC ha sido
aislado de las heces y aparentemente habita el tracto intestinal del animal
portador (Sanderson y col., 1995). El ganado lechero y particularmente los
terneros y vaquillonas serían portadores más frecuentes que el ganado adulto.
También fue aislado del ganado de carne, específicamente de terneros con
diarrea, en donde STEC no sería el causante de esta patología. En 1987, una
cepa con estas características se aisló de terneros con colibacilosis en
Argentina (Ørskov y col., 1987). En estudios realizados en 720 animales sanos
de seis especies diferentes, STEC fue aislado en materia fecal de 208 animales
(28,9%). La prevalencia fue mayor en tres especies de rumiantes: ganado bovino
(21,1%), ovejas (66,6%)y carneros (56,1%). Fue detectado más esporádicamente en
no rumiantes: pollos (<0,799), cerdos (7,5%), perros (4,8%) y gatos (13,8%)
(Beutin y col., 1993). Recientes
investigaciones confirman que los terneros son reservorios de la bacteria
Escherichia coli O157H:7, causante de enfermedades en humanos. El trabajo
pertenece a investigadores de las Facultades de Ciencias Veterinarias y de
Bioquímica y Ciencias Biológicas UNL (Universidad Nacional del Litoral).
Concretamente, los investigadores se propusieron “aislar E. coli O157:H7 de
animales bovinos, y estudiar la relación epidemiológica entre estas cepas y
otras cepas aisladas de alimentos y casos clínicos”, bajo la dirección del
colega Profesor Dr. José Luis Otero.
A partir de un
estudio de caracterización de E. coli O157:H7 aislados a partir de terneros, se
confirmó que es “importante el papel del ganado bovino en la epidemiología de
las enfermedades producidas por este agente patógeno en el hombre” y que “las
cepas aisladas de ganado poseían todos los factores de virulencia necesarios
para producir enfermedad en humanos”. Existen también diferencias
geográficas en la incidencia del SUH y su forma de presentarse. En particular,
en la Argentina no han ocurrido brotes de magnitud semejante a los de EE.UU. y
la estadística señala más bien la aparición de numerosos casos esporádicos. Contrariamente
a lo esperado, el síndrome urémico hemolítico, se presenta en niños de hogares
con un buen nivel socioeconómico. Si bien se registran casos durante todo el
año, su frecuencia aumenta en la primavera, alcanzando un máximo durante el
verano, para luego decrecer hacia el otoño. La carne picada, insuficientemente
cocida, y los lácteos y jugos sin pasteurizar como el vehículo más frecuente de
brotes de ETA (Enfermedades Transmitidas por Alimentos) causados por este
organismo.
La colitis
hemorrágica ha sido transmitida además por embutidos fermentados, leche cruda,
yogures artesanales, sidra de manzana y mayonesa. Los brotes que han
involucrado alimentos ácidos demuestran la tolerancia de los organismos
causales a pH bajos. Estos microorganismos también han sido aislados de
productos vegetales, la contaminación de vegetales puede ser consecuencia del
uso de abonos orgánicos de origen bovino. También el agua
ha sido considerada vehículo de transmisión, habiéndose informado de brotes
asociados a la ingestión de agua de bebida no clorada, o del contacto con
piletas de natación y también de un lago contaminado. También se ha
identificado a la materia fecal bovina como una fuente de contaminación para
alimentos y agua. No obstante, la
dinámica de STEC, en su relación reservorio - medio ambiente, no está
totalmente dilucidada. Actualmente se ha convertido en uno de los desafíos más
fuertes para la industria de la carne. La transmisión persona a persona es
también una vía importante para adquirir la infección debido a la baja dosis
infectiva (50 – 100 ufc). Ingresa al organismo por la ingesta de carne
(especialmente mal cocida), o por otros alimentos que hayan estado en contacto
con la materia fecal de la vaca, como leche no pasteurizada, verduras y frutas
mal lavadas.
La contaminación fecal de las aguas o la falta de higiene en el procesamiento industrial puede explicar la presencia de esa bacteria en los pescados. Es importante conocer el origen de los alimentos y en aquellos que los posean, leer muy bien los rótulos, cómo han sido conservados y procesados, observar la higiene, el cumplimiento de la cadena de frío y el grado de cocción. En esta situación lo más valioso es la prevención. La contaminación fecal del agua y otros alimentos y la contaminación cruzada durante la preparación de los alimentos son rutas importantes en la transmisión de la infección. En Wisconsin (EE.UU.), se encontró que STEC estaba presente en carne bovina (1 – 2%), carne picada bovina (1-3%), en pollo (1-2%), y en carne de cerdo (1-2%) (Doyle, 1994). También fue aislado de leche y carne de ciervo. Agri-Food de Canadá informó que STEC tiene una prevalencia del 36% en carne vacuna y del 10% en carne de cerdo. Es importante destacar que STEC sobrevive a las temperaturas de refrigeración y congelación y puede desarrollar a 8ºC (Palumbo y col., 1995). Esta característica tiene un tremendo impacto tanto en la industria de la carne, como en los sectores de comercialización en donde el uso del frío está muy extendido. Cepas de E. coli enterohemorrágica (EHEC) han sido aisladas de una gran variedad de alimentos y del medio ambiente, esto implica distintas condiciones en término de nutrientes, pH, salinidad y temperatura. Recientes brotes de diarrea y SUH han sido asociados al consumo de alimentos como el jugo de manzana, mayonesa y embutidos fermentados, alimentos de naturaleza ácida. Benjamin y Datta han demostrado que E. coli O157:H7 posee una gran tolerancia a pH menores a 3 sin pérdida de la viabilidad. Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los animales), también puede desencadenar la enfermedad.
La contaminación fecal de las aguas o la falta de higiene en el procesamiento industrial puede explicar la presencia de esa bacteria en los pescados. Es importante conocer el origen de los alimentos y en aquellos que los posean, leer muy bien los rótulos, cómo han sido conservados y procesados, observar la higiene, el cumplimiento de la cadena de frío y el grado de cocción. En esta situación lo más valioso es la prevención. La contaminación fecal del agua y otros alimentos y la contaminación cruzada durante la preparación de los alimentos son rutas importantes en la transmisión de la infección. En Wisconsin (EE.UU.), se encontró que STEC estaba presente en carne bovina (1 – 2%), carne picada bovina (1-3%), en pollo (1-2%), y en carne de cerdo (1-2%) (Doyle, 1994). También fue aislado de leche y carne de ciervo. Agri-Food de Canadá informó que STEC tiene una prevalencia del 36% en carne vacuna y del 10% en carne de cerdo. Es importante destacar que STEC sobrevive a las temperaturas de refrigeración y congelación y puede desarrollar a 8ºC (Palumbo y col., 1995). Esta característica tiene un tremendo impacto tanto en la industria de la carne, como en los sectores de comercialización en donde el uso del frío está muy extendido. Cepas de E. coli enterohemorrágica (EHEC) han sido aisladas de una gran variedad de alimentos y del medio ambiente, esto implica distintas condiciones en término de nutrientes, pH, salinidad y temperatura. Recientes brotes de diarrea y SUH han sido asociados al consumo de alimentos como el jugo de manzana, mayonesa y embutidos fermentados, alimentos de naturaleza ácida. Benjamin y Datta han demostrado que E. coli O157:H7 posee una gran tolerancia a pH menores a 3 sin pérdida de la viabilidad. Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los animales), también puede desencadenar la enfermedad.
Incluso, un estudio realizado en nuestro país sobre 34 pacientes con SUH y 95 convivientes demostró que el 24 % de los afectados tuvo, al menos, un familiar con diarrea. Para evitar la vía de contagio de persona a persona (la que se produce por el contacto con la materia fecal del enfermo), los especialistas insisten en la necesidad de lavarse las manos, con agua y jabón, luego de ir al baño y antes de manipular los alimentos. Estas bacterias producen unas potentes citotoxinas que destruyen in vitro las células en cultivo de la línea continua llamada Vero (que proviene de células de riñón de mono verde africano) razón por la cual han sido bautizadas como verocitotoxinas. También se conocen como (SLT) Shiga-like toxins (toxinas parecidas a la Shiga), porque pertenecen a la misma familia que la citotoxina Shiga sintetizada por la bacteria Shigella dysenteriae tipo 1 causante de la disentería bacteriana.
La producción de verocitotoxinas está codificada por los ácidos nucleicos de distintos bacteriófagos, que son virus que infectan a las bacterias, los que incorporan instrucciones en Escherichia coli para sintetizar nuevos compuestos. Hay dos tipos de verocitotoxinas, las VT1 (SLT-I) y las VT2 (SLT-II) con sus variantes que incluyen a la VT2e, producida por las bacterias que causan la enfermedad de los edemas en el cerdo. Las verocitotoxinas ejercen su acción sobre una amplia variedad de células endoteliales que tapizan el interior de los vasos sanguíneos y sobre células epiteliales, incluyendo aquellas que tapizan el interior del íleon (parte final del intestino delgado) y colon (intestino grueso), células endoteliales glomerulares. También actúan sobre los glóbulos rojos que presentan en su membrana el grupo glicolipídico P1. Las verocitotoxinas actúan sobre las células uniéndose específicamente a componentes de la membrana celular llamados receptores. Se sabe ahora que estos receptores son glicolípidos (componentes de la membrana celular formados por lípidos y azúcares) específicos.
El receptor
habitual para VT1 y VT2 es una ceramida trihexosida llamada Gb3; la VT2e puede
unirse a un glicolípido neutro diferente denominado Gb4. Las verocitotoxinas
están formadas por dos subunidades llamadas A y B. La subunidad B es la
encargada de asociar a la VCT con el glicolípido. Luego, la subunidad A de la
toxina inicia la inhibición de la síntesis proteica en la célula llevando a la
muerte celular por apoptosis; la inhibición
se produce por inactivación de la fracción llamada 60S de los ribosomas
encargados de la síntesis de proteínas. Cuando esto
sucede a nivel de las células que constituyen el endotelio de los vasos
sanguíneos, el daño produce coagulación intravascular principalmente en el
sistema nervioso central, el tubo digestivo y los riñones. En nuestro país, el síndrome
urémico hemolítico (SUH) es una enfermedad que puede aparecer a lo largo de
todo el año. La República Argentina es el país donde se diagnostica la mayor
cantidad de casos en todo el mundo, alrededor de 300 a 350 casos nuevos por
año. Generalmente
afecta a lactantes, niños entre 6 a 36 meses de edad. Existen brotes en los
meses más cálidos, pero aparecen nuevos casos durante todo el año. Comienza con
una diarrea con moco, sangre o ambos en niños previamente sanos. Luego de tres o cuatro días
aparece palidez, como expresión de anemia, es decir, que el niño se ve pálido
porque empiezan a bajar los glóbulos rojos. Los riñones empiezan a fallar en su
trabajo para eliminar sustancias tóxicas, por eso aumentan en la sangre la urea
y la creatinina. En la mitad de los niños con esta enfermedad, esa falla de la
función del riñón puede ser tan grave que el niño deje de orinar. En ese caso
es necesario tratarlo con diálisis.
Siempre que un
niño menor de cinco años presente un cuadro de diarrea es necesario consultar
al pediatra, dado el riesgo de deshidratación. Si, además, es mucosa o
mucosanguinolenta puede que se esté en presencia de un caso de Síndrome Urémico
Hemolítico. En los casos más graves también se pueden afectar otros órganos,
presentarse convulsiones o coma, puede subir la presión arterial o se corre el
riesgo de que el intestino se perfore, con riesgo de vida. Esta enfermedad puede
ser muy grave. El niño debe estar internado y ser tratado por un equipo
especialista en nefrología infantil. La tasa de
incidencia es de 7,8 pacientes por cada 100.000 niños menores de 5 años,
habiéndose acumulado más de 6.000 casos desde 1965 hasta el presente. Ambos
valores son los más altos de mundo. La tasa de letalidad ha disminuido de un
30%, registrado en los primeros años de la década del 60, hasta un porcentaje
que en la actualidad es de 2,5% aproximadamente. Esto se debe a un diagnóstico
precoz de la enfermedad y a un mejor manejo de la insuficiencia renal aguda y
de la anemia. El niño debe continuar bajo control del especialista, además del
pediatra, ya que la mayoría de los niños afectados por esta enfermedad cura
definitivamente; aunque el 30% de ellos podrá tener problemas en algún momento
de la vida, tales como hipertensión arterial, fallo renal o ambos. Este síndrome puede derivar,
además, en anemia y alteraciones neurológicas: "lo que debemos lograr es
que los chicos no lleguen a estas instancias y al tratamiento que, en
definitiva, será sólo de apoyo, porque el síndrome en sí no tiene una cura específica".
En los primeros días de desarrollo de la enfermedad, los signos que deben
motivar la consulta médica son: diarrea, sangre en las heces, irritabilidad,
debilidad letárgica y heces con olor fétido.
Los síntomas
posteriores son: disminución de la orina, palidez, distensión abdominal o
aumento en el perímetro abdominal (debido al agrandamiento del hígado y del
bazo), magulladuras, erupción cutánea en forma de pequeños puntos rojos
(petequias), coloración amarillenta de la piel (ictericia), disminución del
nivel de estado consciente y convulsiones (Sociedad Argentina de Pediatría.
Comité Nacional de Nefrología). Además, puede
mimetizar desórdenes no infecciosos como intususcepción, apendicitis,
diverticulosis, colitis isquémica e Infección por E. coli O157:H7 (3-4 días),
Calambres abdominales, diarrea no sanguinolenta (1-2 días), Diarrea
sanguinolenta (5-7 días), 90-95% 5-10% Resolución SUH ulcerativa, como así
también colitis infecciosas causadas por Salmonella, Shigella, Campylobacter,
Clostridium difficile, Yersinia enterocolytica o Entamoeba histolytica. Dentro de los
distintos grupos de bovinos estudiados en la Argentina, el ternero fue portador
de las cepas con los serotipos más patógenos para el hombre: O20:H19, O26:H11,
O103:H-, O103:H2, O111:H- y OX3:H21. En el bovino
adulto, en pastoreo o en matadero, se cuentan los serotipos: O20:H19, O91:H21,
O113:H21, O116:H21, O117:H7, O171:H2, OX3:H21 que son los que han sido
detectados en alimentos cárneos (carne molida y hamburguesas). Estos datos
permiten suponer que la contaminación de la carne con la flora intestinal se
produce durante el proceso de faena. Si bien esta contaminación
primaria o endógena, en la que el material infeccioso proviene del propio
animal no puede evitarse totalmente, es posible reducirla considerablemente si
se extreman las medidas higiénicas, siguiendo las normas establecidas en el
Reglamento de Inspección de Productos, Subproductos y Derivados de Origen
Animal (decreto 4238/68 del Ministerio de Economía, Secretaría de Agricultura y
Ganadería, SENASA).
Medidas de
prevención
• Asegurar la
correcta cocción de la carne; la bacteria se destruye a los 70º C. Esto se
consigue cuando la carne tiene una cocción homogénea cuando no quedan partes
rojas).
• Tener
especial cuidado con la cocción de la carne picada.
• Utilizar
distintos utensilios de cocina para cortar o tomar la carne cruda y la carne
una vez cocida (Contaminación cruzada indirecta)
• Evitar el
contacto de las carnes crudas con otros alimentos; tener en cuenta cómo se
disponen dentro de la heladera y en mesadas. (Contaminación cruzada directa).
• Consumir
leche, derivados lácteos y jugos de frutas pasteurizados y conservar la cadena
de frío
• Lavar
cuidadosamente las verduras y frutas.
• Asegurar la
correcta higiene de las manos (deben lavarse con agua y jabón), antes de
preparar los alimentos y luego de ir al baño como mínimo.
• Se sugiere
que los menores de 2 años no ingieran comidas rápidas.
• Respetar la
prohibición de bañarse en aguas contaminadas. Concurrir a piletas de natación
habilitadas para tal fin.
• Consumir agua
potable. Ante la duda, hervirla y agregar lavandina concentrada. Por este
motivo, se aconseja consumir agua potable o de lo contrario; hervir agua en un
recipiente limpio y tapado de tres a cinco minutos y no más; dejar enfriar el
agua y conservarla en el mismo recipiente o agregar dos gotas de lavandina
concentrada por cada litro de agua y esperar 30 minutos para ser consumida.
• Ante
cualquier duda o síntoma, consultar al médico o dirigirse al centro de salud
más cercano a su domicilio.
Las medidas
preventivas para controlar la transmisión de la infección son:
a) de higiene
durante el faenamiento del ganado;
b) aplicación
de controles en los puntos críticos de la elaboración de alimentos;
f) evitar el
hacinamiento en comunidades cerradas (jardines maternales, jardines de
infantes, cárceles, etc.);
g) no
concurrencia a comunidades cerradas de personas con diagnóstico bacteriológico
positivo;
h) evitar el
uso de antimicrobianos y antidiarreicos, considerados factores de riesgo en la
evolución de diarrea a SUH;
i) educación de
médicos, veterinarios, microbiólogos, personal de plantas elaboradoras de
alimentos y restaurantes, de jardines maternales, de infantes y geriátricos y
la comunidad en general sobre los riesgos que implica la infección por STEC.
CAMPYLOBACTERIOSIS
La
campilobacteriosis es una enfermedad infecciosa ocasionada por bacterias del
género Campylobacter. La mayoría de las personas que enferman con
campilobacteriosis contraen diarrea, calambres, dolor abdominal y fiebre dentro
de 1 a 5 días después de la exposición al organismo. La diarrea puede ser
sanguinolenta y puede ir acompañada de náusea y de vómitos. La enfermedad dura
típicamente una semana. Algunas personas que son infectadas con Campylobacter
no tienen ningún síntoma. En las personas con sistemas inmunológicos
comprometidos, el Campylobacter se propaga ocasionalmente a la corriente sanguínea
y ocasiona una grave infección que pone en peligro la vida. Campylobacter es la causa bacteriana más común de la enfermedad diarreica
en los Estados Unidos. Prácticamente todos los casos ocurren en eventos
aislados y esporádicos, no como parte de brotes grandes. La Vigilancia activa
por medio de un sistema de vigilancia especial denominado FoodNet indica que
alrededor de 15 casos por cada 100,000 personas en la población, son diagnosticados cada año. Mucho más casos pasan sin diagnosticar o sin notificar
y se estima que la campilobacteriosis afecta a más de 1 millones de personas
cada año, o 0,5% de la población. La campilobacteriosis ocurre mucho más
frecuentemente en los meses de verano que en el invierno.
El organismo se
aísla de lactantes y jóvenes adultos con más frecuencia que en otros grupos de
edades y de los varones con más frecuencia que de las mujeres. Aunque el
Campylobacter no causa por lo común la muerte, se ha estimado que 500 personas
con infecciones de Campylobacter pueden morir cada año. El organismo Campylobacter es en
realidad un grupo de bacterias de configuración espiral que pueden causar
enfermedad en los seres humanos y los animales. La mayor parte de la enfermedad
en los seres humanos es ocasionada por una especie, llamada Campylobacter
jejuni, pero 1% de los casos humanos de Campylobacter son ocasionados por otra
especie. Campylobacter jejuni crece bien a temperatura del cuerpo de un ave y
parece bien adaptada a las aves, que la transportan sin enfermar. La bacteria
es frágil. No puede tolerar la deshidratación y puede destruirse mediante
oxígeno. Crece sólo si existe menos oxígeno que la cantidad atmosférica en el
entorno. La congelación reduce el número de bacterias de Campylobacter que se
hallan presentes en la carne cruda.
Muchas clases diferentes de infecciones pueden ocasionar diarrea y diarrea
sanguinolenta. Los médicos pueden buscar causas bacterianas de diarrea pidiendo
a un laboratorio que efectúe un cultivo de una muestra de heces de una persona
enferma. El diagnóstico del Campylobacter requiere procedimientos especiales de
cultivo en laboratorio, que quizás los médicos necesiten pedir
específicamente. Prácticamente todas las personas infectadas con Campylobacter se
recuperarán sin ningún tratamiento específico. Los pacientes deberían beber
suficientes líquidos en tanto dura la diarrea. En los casos más agudos, pueden
utilizarse antibióticos tales como eritromicina o una fluoroquinolona, y pueden
acortar la duración de los síntomas si se les da pronto después de manifestarse
la enfermedad. Su médico tomará la decisión si necesita administrar
antibióticos. La mayoría de
las personas que adquieren campilobacteriosis se recuperan completamente dentro
de 2 a 5 días, aunque algunas veces la recuperación puede llevar hasta 10 días.
En raras ocasiones, pueden resultar de la infección con Campylobacter algunas
consecuencias a largo plazo. Algunas personas pueden tener artritis como consecuencia
de la campilobacteriosis; otras pueden adquirir una enfermedad rara que afecta
a los nervios del cuerpo a partir de varias semanas después de la enfermedad
diarreica. Esta enfermedad, llamada síndrome de Guillain-Barré, ocurre cuando
el sistema inmunológico de la persona recibe "instrucciones" de que
ataque a los nervios propios del cuerpo y puede conducir a parálisis que dura
varias semanas y de ordinario requiere atención intensiva. Se estima que
aproximadamente 1 de cada 1,000 casos notificados de campilobacteriosis
conducen al síndrome de Guillain-Barré. Hasta 40% de los casos de síndrome de
Guillain-Barré en los Estados Unidos pueden haber sido desencadenados por la
campilobacteriosis.
La campilobacteriosis ocurre de ordinario en casos únicos y esporádicos, pero
también puede ocurrir en brotes, cuando un número de personas enferman todas a
la vez. La mayoría de los casos de campilobacteriosis están asociados con la
manipulación de pollos crudos o la ingestión de carne de pollo cruda o no cocinada
suficientemente. Un número muy pequeño de organismos Campylobacter (menos de
500) pueden ocasionar la enfermedad en los seres humanos. Incluso una gota de
jugo de carne de pollo cruda puede infectar a una persona. Una forma de
infectarse ocurre cuando se corta carne de pollo en una madera de cortar y
luego se utiliza la madera de cortar sin lavarla, o el utensilio, para preparar
legumbres u otro alimento crudo o ligeramente cocinado. El organismo Campylobacter
procedente de la carne cruda puede propagarse a los otros alimentos. El
organismo no se propaga por lo general de una persona a otra, pero esto puede
ocurrir si la persona infectada es un niño pequeño o está produciendo un gran
volumen de diarrea. Los brotes más grandes debidos al Campylobacter no están
asociados de ordinario con pollo crudo sino que usualmente están relacionados
con el consumo de leche no pasteurizada o agua contaminada. Los animales
también pueden infectarse y algunas personas han adquirido su infección de
contacto con las heces infectadas de un perro o gato enfermo.
Muchas bandadas de pollos son infectadas silenciosamente por el Campylobacter;
es decir, los pollos son infectados con el organismo pero no muestran signos de
enfermedad. El Campylobacter puede propagarse fácilmente de un ave a otra a
través de una fuente común de agua o mediante contactos con heces infectadas.
Cuando se sacrifica un ave infectada, el Campylobacter puede transferirse de
los intestinos a la carne. Más de la mitad de los pollos crudos en los mercados
de los Estados Unidos tienen Campylobacter. El Campylobacter también se halla
presente en los órganos internos, especialmente el hígado. La leche no pasteurizada puede contaminarse si la vaca tiene una infección con
Campylobacter en la ubre o si la leche se contamina con estiércol. El agua de
superficie y las corrientes de montaña pueden contaminarse con heces infectadas
de vacas o aves silvestres. Esta infección es común en el mundo en desarrollo y
quienes viajan a otros países también se hallan sometidos a riesgos de contraer
la infección con Campylobacter. Hay algunas
prácticas simples de manipulación de alimentos para prevenir las infecciones
con Campylobacter. Los médicos que diagnostican la campilobacteriosis y los
laboratorios clínicos que identifican este organismo deberían notificar sus
resultados al departamento de salud local. Si muchos casos ocurren al mismo
tiempo, esto puede significar que muchas personas se vieron expuestas a un
artículo alimenticio contaminado común o a una fuente de agua que pudiera aún
estar disponible para infectar a más personas.
Cuando ocurren
brotes, las actividades de educación de la comunidad pueden dirigirse a
técnicas adecuadas de manipulación de alimentos, especialmente mediante la
cocción de toda la carne de pollo y otros alimentos de origen animal, y
prácticas de higiene de la cocina de sentido común. Algunos datos indican que
el Campylobacter puede propagarse a toda una bandada de pollos a través del
agua que beben. El proporcionar fuentes de agua limpia y clorinada para los
pollos pudiera prevenir las infecciones con Campylobacter en las bandadas de
pollos y de esta forma disminuir la cantidad de carne contaminada que llega al
mercado. Cocine
bien todos los productos de aves. Asegúrese de que la carne está cocinada en
todos sus lados (ha dejado de estar rosada), que los jugos salen claros y que
el interior se ha cocinado a 77° C para la carne de la pechuga y 82° C para la
carne de muslo. Si se le sirve carne de pollo insuficientemente cocinada en un
restaurante, devuélvala para que la cocinen mejor. Lávese las
manos con jabón después de manipular alimentos crudos de origen animal Lávese
las manos con jabón después de manipular alimentos crudos de origen animal y
antes de tocar ninguna otra cosa. Evite la contaminación cruzada en la cocina: Utilice
deferentes tableros de cortar para los alimentos de origen animal y otros
alimentos. Limpie cuidadosamente todos los tableros de cortar, la parte
superior de los mostradores y los utensilios con jabón y agua caliente después
de preparar alimentos crudos de origen animal. Evite consumir leche no
pasteurizada o agua de superficie no tratada. Asegúrese de que las personas que
tienen diarrea especialmente los niños, se laven las manos con cuidado y con
frecuencia utilizando jabón para reducir el riesgo de propagación de la
infección. Lávese las manos con jabón después de entrar en contacto con
heces de mascotas o animales domésticos.
LEGIONELLA
La primavera
acostumbra a ser la puerta de entrada de los primeros calores y, con ellos, de
la puesta en marcha de los sistemas de aire acondicionado. En los últimos años,
estos sistemas se han visto asociados cada vez con mayor frecuencia a brotes de
legionelosis, una enfermedad que utiliza como vehículo el agua de las redes
públicas de distribución.
El desarrollo
económico, y el abaratamiento de las instalaciones de aire acondicionado, han
propiciado la generalización del uso de las máquinas de aire frío para todo
tipo de ambientes, desde el hogar hasta zonas de trabajo, áreas de ocio o de
tránsito o incluso centros hospitalarios. De ellas se espera que contribuyan a mejorar la calidad de vida, ya que
consiguen mantener una temperatura ambiental estable y confortable. No
obstante, también implican algunos problemas que requieren solución. El más importante es el asociado
a la higiene de su manipulación y a la periodificación de su mantenimiento. Una
falta de atención suficiente con respecto a este tipo de instalaciones se ha
visto que es el principal factor de riesgo para que, en un momento u otro,
acaben actuando como verdaderas incubadoras de Legionella. A menudo, las
condiciones que se crean son adecuadas en cuanto a la temperatura de crecimiento
del microorganismo, hay una humedad suficiente y una cierta cantidad de
nutrientes. Si además se considera la ausencia de luz solar directa, que afecta
a la viabilidad del patógeno, será fácil entender la lógica de la diseminación
del microorganismo.
Las bacterias
del género Legionella se pueden encontrar en ambientes acuáticos naturales, así
como en diversas instalaciones de edificios, siendo los sistemas de agua
sanitaria y las torres de refrigeración los puntos que con mayor frecuencia se
han identificado como fuentes de infección. Para prevenir este problema, ya
desde el año 1997 las autoridades sanitarias se preocuparon de su abordaje.
Así, la Comisión de Salud Pública del Sistema Nacional de Salud de España, en
su reunión del 24 de abril de 1997, aprobó encargar a la Ponencia de Sanidad
Ambiental la elaboración de unos criterios técnico-sanitarios que unificaran
las actuaciones de las autoridades para la prevención y control de la
legionelosis. No obstante,
por diversos motivos, estas recomendaciones no se han mostrado completamente
eficaces, ya que los casos se van sucediendo de forma paulatina, hasta el punto
de que cada vez que se dan las condiciones adecuadas se detectan brotes de gran
importancia. El sucedido en Murcia en 2001 ha sido hasta la fecha el más
importante detectado en el mundo. La aparición de brotes posteriores en
diversas localidades españolas han evidenciado la dificultad de su control y su
paso a la categoría de problema de salud pública.
La legionelosis es una enfermedad bacteriana de origen ambiental que presenta
dos formas clínicas perfectamente diferenciadas: la infección pulmonar o
enfermedad del Legionario, caracterizada por neumonía con fiebre alta, y la
forma no neumónica conocida como fiebre de Pontiac, que se manifiesta como un
síndrome febril agudo que desaparece por sí solo. Cuando se instaura la enfermedad,
es clínicamente indistinguible de otras neumonías atípicas y con frecuencia los
pacientes requieren hospitalización. El periodo de incubación es normalmente de
2 a 10 días, siendo más frecuente en personas de edad comprendida entre 40 y 70
años, y de dos a tres veces más frecuente en hombres que en mujeres.
Curiosamente, esta enfermedad es muy poco habitual en niños. El riesgo de
contraer la enfermedad depende del tipo e intensidad de la exposición y del
estado de salud del sujeto susceptible, aumentando en enfermos
inmunocomprometidos, en diabéticos y en pacientes con enfermedad pulmonar
crónica, así como en fumadores o alcohólicos. La primera condición es que
Legionella llegue a las superficies, para posteriormente poder multiplicarse
gracias a las características propicias que encuentra en las torres de
refrigeración.
El fundamento de la refrigeración consiste en producir frío en el interior de
un edificio, mientras que el calor captado ha de ser eliminado expulsándolo al
exterior. Este sistema es muy eficaz cuando funciona en continuo, ya que el
único secreto consiste en idear un mecanismo que permita enfriar de nuevo el
sistema refrigerante. Para ello se necesita presión, y algo que pueda acelerar
el proceso de enfriamiento. Una de ellas se basa en la capacidad que tienen
algunos protozoos (amebas fundamentalmente) para “comerse” a los organismos del
género Legionella. En el interior de estos microorganismos de gran tamaño el
patógeno sobrevive y podría incrementar su poder patógeno. Legionella es
un microorganismo que se adapta a las condiciones adversas, sobre todo cuando
ha colonizado una superficie. Cuando ello ocurre se forma lo que se denomina un
biofilm, una estructura que le confiere una elevada resistencia. En este
sentido se ha verificado que el tratamiento, incluso con hipoclorito de sodio
(lejía) puede no ser completamente eficaz.. El hipoclorito se une a los restos
del biofilm y a los microorganismos muertos, con lo que la eficacia puede verse
disminuida en determinadas circunstancias. Actualmente el tratamiento se
basa en añadir lejía en el agua que se emplea en el sistema de refrigeración de
la torre, con lo que se pretende que de una forma directa se produzca una
desinfección. En la medida que el agua no tenga Legionella, no se producirá un
vehículo del patógeno mediante la vía natural de resistencia en el medio. Sin
embargo, si en el entorno existen legionelas en el medio, pueden llegar a la
torre por el aire, no por el agua, con lo que también serían necesarios
tratamientos directos sobre las superficies.
La aparición de
brotes de legionelosis se define habitualmente como un problema de salud
pública de origen medioambiental. Y es así en efecto, puesto que se trata de una
bacteria que se halla frecuentemente entre la circuitería de los sistemas de
refrigeración destinados a proveer aire acondicionado en verano. A menudo se olvida, sin embargo,
que muchas de las especies del genero Legionella sobreviven de forma natural en
aguas encharcadas, embalses o incluso en lagos. Algunas de ellas se
utilizan como puntos de captación para el abastecimiento de agua potable, con
lo que la bacteria sale de su hábitat natural para pasar a formar parte de
tuberías o sistemas de distribución a distinto nivel. De ahí que a menudo pueda
detectarse su presencia en fuentes públicas, además de aguas de riego o
incluso, si no se ha eliminado antes, en aguas de boca. La ingestión
del patógeno, por lo que se ha podido comprobar hasta la fecha, no causa
alteración alguna. Para que la neumonía asociada a Legionella se desencadene,
es preciso que la bacteria entre en el organismo a través de las vías
respiratorias. Ello sólo es posible si previamente se han formado aerosoles,
algo así como una pulverización del agua. Por otra parte, la formación de
biofilms, una de las características de Legionella, se está revelando como de
sumo interés para el estudio de esta estructura particular en otros patógenos
que, esta vez sí, penetran en el organismo de la mano de alimentos. En la
actualidad existen varios estudios en marcha cuyo objetivo es caracterizar la
formación de biofilms y determinar sistemas capaces de destruirlos. Legionella
actúa en este sentido como microorganismo modelo.
La Yersiniosis es una infección relativamente infrecuente causada por la bacteria llamada Yersinia.enterocolitica Se contrae típicamente a través de la consumición de los productos de carne poco cocinados. Tres tipos principales de yersiniosis afectan a la gente en el mundo entero. En los Estados Unidos la forma que causa lo más comúnmente posible infecciones es yersinia enterocolitica, que son las bacterias que prosperan en temperaturas más frescas. Hay solamente 1 caso confirmado por 100.000 personas cada año en los Estados Unidos. Las bacterias pueden infectar las zonas digestivas de seres humanos, de gatos, de perros, de cerdos, de ganados, y de cabras. La gente puede contraerlo comiendo o manejando los alimentos contaminados tales como carne cruda o poco cocinada, o bebiendo el agua no potabilizada la leche sin pasteurizar o que se haya contaminado. Un niño puede ser infectado si se contaminó el alimento o si la limpieza no se ha realizado adecuadamente antes de manejar los juguetes del infante. Los síntomas del yersiniosis, que aparecen típicamente 4 a 7 días después de que la exposición y puede durar hasta 3 semanas y pueden incluir:
- fiebre
- dolor abdominal
- náusea
- el vomitar
- diarrea que se puede rayar con moco o
sangre
En adultos,
esta infección también puede causar fiebre así como dolor en la parte más
inferior derecha del abdomen, que puede mímico apéndice. En casos raros, la infección
puede causar una erupción de piel o un dolor del empalme que aparezca un mes
después de los síntomas iniciales. Pero estos síntomas salen sin el
tratamiento.
Valen las siguientes recomendaciones:
- No permitir que el niño coma cruda ni poco
cocida la carne.
- Beber y servir solamente la leche o los
productos lácteos pasteurizados.
- Lavar las manos con el jabón y agua
particularmente antes de comer y de preparar el alimento; y después de
contacto con los animales o la manipulación de la carne cruda.
- El corte separado para la carne cruda y los
otros alimentos.
- Limpiar todos los tableros y utensilios del
corte con el jabón y la agua caliente después de preparar la carne cruda.
- Siempre cocinar muy bien la carne antes de
ser consumida, especialmente productos del cerdo.
- Disponer de las heces animales y
esterilizar cualquier cosa que hayan tocado.
- Evitar de beber directamente de fuentes de
agua naturales, particularmente si el agua es de tierras de labranza
cercanas a donde se crían ganados.
LISTERIOSIS
Es una
infección bacteriana causada principalmente por Listeria
monocytogenes. Su emergencia sucede a partir de 1981, con la puesta en evidencia de su
transmisión alimentaria y la amplia difusión mediática que acompañó cada una de
las epidemias, especialmente en el hemisferio norte. Raramente
diagnosticada antes de 1980, más de 10.000 casos fueron registrados en la
literatura médica en 1982 y desde entonces, cientos de casos son observados
cada año en el mundo. Esto indica una evolución de nuestro modo de vida, que ha
creado las condiciones favorables para la expresión de este microorganismo. L.
monocytogenes es una bacteria patógena oportunista, que ataca en especial
individuos inmunocomprometidos como:
- Embarazadas, en las que puede provocar
abortos o nacimientos prematuros de niños septicémicos,
- Recién nacidos con septicemia y/o
meningitis,
- Pacientes inmunodeprimidos (cáncer, transplante
de órganos, hemodiálisis, SIDA)
- Personas añosas con formas clínicas de
septicemia y meningitis o meningoencefalitis.
El progreso de
la medicina en los últimos treinta años, con el consiguiente aumento de la
esperanza de vida y del número de sujetos inmunodeprimidos, explicarían en
parte esta evolución.Debe agregarse que L. monocytogenes es una bacteria ubícua,
ampliamente difundida en la naturaleza, que presenta la particularidad de poder
desarrollar en frío, a temperaturas de heladera (3 – 4ºC), pudiendo de ese modo
contaminar ciertos alimentos, aún aquellos mantenidos en cadena de frío.
El desarrollo de la industria agroalimentaria, los cambios en hábitos
alimentarios (platos listos para servir, apenas recalentados) son el origen de
la formación de un reservorio de Listeria sin precedentes históricos,
a partir del cual el hombre puede contaminarse. L.
monocytogenes ha sido aislada con distintas frecuencias de todas las
grandes categorías de alimentos cualquiera sea su presentación: leche y productos
lácteos, carne y subproductos, vegetales, crustáceos y pescados. La listeriosis es
una enfermedad grave, siendo considerada actualmente la infección de origen
alimentario con mayor tasa de letalidad (20 a 30 % de los casos), teniendo
costos elevados tanto desde el punto de vista médico como dentro de la
industria agroalimentaria. Se observa
principalmente en países industrializados (Europa, Norteamérica, Oceanía), pero
no es posible asegurar si la infección existe y no es diagnosticada en África, Asia
y en ciertos países de América del Sur. Es posible que el diferente desarrollo
de la cadena de frío en los distintos países sea uno de los principales
elementos que explicaría esta diversidad geográfica. A mejores y más
prolongadas condiciones de almacenamiento, mayor posibilidad de que se
manifieste la enfermedad. La listeriosis es una patología
transmitida por alimentos contaminados, que evoluciona en forma de casos
esporádicos que a veces se incrementan en pequeños brotes y aún hasta en
verdaderas epidemias.
Éstas pueden
presentar un número importante de casos, más de 300 como la de Inglaterra en
1988-89 y siempre están ligadas a una mortalidad de 20 a 30 % de los casos.
Para la mayor parte de las epidemias estudiadas desde 1981, el vehículo puesto
en evidencia fue un alimento contaminado conservado en frío. Si bien la transmisión
alimentaria es obviamente la más frecuente, conviene agregar las de origen
hospitalario también descriptas, sobre todo en maternidades y servicios de
ginecología. La transmisión se haría a partir de un recién nacido contaminado,
y posteriormente un segundo niño nacido sano, algunas horas antes o después,
manifestaría en los días siguientes signos meníngeos. El origen de estas
infecciones es muy difícil de identificar: incubadoras, tubuladuras, o también
los termómetros, todos ellos podrían ser sospechosos. Como consecuencia de las epidemias producidas en el norte del continente
americano en el período 1981-85, varios países de Europa (Suiza, Bélgica,
Francia, Inglaterra, Dinamarca), y también Estados Unidos, Australia, Nueva
Zelanda, Canadá, decidieron desarrollar sistemas de vigilancia de esta
infección. Los mismos tienen como objeto evaluar la incidencia anual y sus
variaciones, la población sujeta a riesgo, detectar la emergencia de epidemias,
participar en estudios para identificar el origen y el vehículo o producto
involucrado, a efectos de investigar la transmisión alimentaria de esta
infección. Además, esa
vigilancia es realizada principalmente por Centros Nacionales de
Referencia, los cuales analizan la evolución mediante la correcta tipificación
de las cepas de L. monocytogenes aisladas de pacientes, y alertan a
Salud Pública respecto una situación anormal.
Durante la vigilancia de esta infección el microbiólogo está limitado a constatar los casos esporádicos o los pequeños brotes cuyo origen es muy difícil o casi imposible de descubrir. Por el contrario, su función es totalmente irremplazable frente a un aumento muy anormal del número de casos. Listeriosis puede provocar dos tipos de epidemias:
- Las causadas por una cepa única permiten
sospechar de entrada una fuente común de contaminación. Así han podido
asociarse determinados alimentos con el origen de las epidemias
estudiadas.
- Las causadas por cepas múltiples,
descriptas en los últimos tiempos y que son muy raras, hacen sospechar
numerosas fuentes de contaminación y sobre todo, una especial receptividad
por parte del hospedero.
Si bien el
origen alimentario no ofrece dudas en ambos casos, la búsqueda de un alimento
contaminado al cual adjudicar la causa de la epidemia, se impone sólo en el
primer caso.
Las provocadas
por una fuente única son las más frecuentes. Requieren varias etapas para su
estudio.
- Seguimiento de la evolución de la epidemia
- Participación en la identificación del
alimento responsable
- Caracterización de la cepa aislada y su
comparación con otras cepas de Listeria monocytogenes.
Existen
diferentes metodologías
- De tipificación fenotípica
- Para vigilancia en rutina, dado que sus
resultados permitirán alertar rápidamente a las autoridades de salud sobre
un aumento anormal del número de casos.
- Para saber enseguida, frente a un aumento
del número de casos, si se trata de la aparición de una cepa única o de
varias cepas.
- Para tipificar gran número de cepas
aisladas de alimentos con el objeto de detectar al producto responsable.
Fundamentalmente se
utilizan:
- serotipificación: detección de 14 antígenos somáticos y 5 flagelares, los cuales permiten definir 16 serovariedades de Listeria monocytogenes. Si bien parece existir gran diversidad, sólo se encuentran en el hombre 3 serovars (1/2a, 1/2b, 4b).
- fagotipificación: Para complementar la serotipia, se ha desarrollado un sistema para diferenciar grupos de cepas dentro del mismo serovar.
B) De tipificación molecular
Los resultados
obtenidos por estos métodos son esenciales cuando se trata de una epidemia
causada por una cepa única a efectos de:
- confirmar la aparición de un clon
responsable del incremento de los casos humanos.
- identificar con la mayor exactitud el
alimento sospechoso
- caracterizar la cepa dentro de un grupo
taxonómico
Los métodos de
tipificación molecular principalmente usados para el estudio de epidemias son:
- análisis de perfiles de isoenzimas
- ribotipificación
- análisis de perfiles de restricción de DNA
después de la digestión con endonucleasas, ya sea
en numerosos sitios de corte y posterior electroforesis convencional o,
por el contrario, después de la digestión con enzimas que reconocen pocos
sitios de restricción y electroforesis en campo pulsado.
Como conclusión
podemos señalar que, teniendo en cuenta que desde el punto de vista epidémico
la tasa de ataque de listeriosis es muy baja, para poner en evidencia una
epidemia la mayor eficacia se logra sobre la base de los Centros Nacionales de
Referencia, que si bien no constituyen un sistema absoluto para la recolección
de datos, permiten la detección de situaciones anormales. En cuanto a los métodos de
tipificación fenotípica, son rápidos y de bajo costo para la pesquisa de gran
número de cepas, como es el caso cuando hay que investigar alimentos
responsables.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HÁBITO"
ARISTOTELES
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Tenga cuidado de no enviar un pronombre sujeto para hacer el trabajo de un pronombre objeto, y viceversa. https://bibliotheque-du-capucin.com/como-identificar-el-sujeto-y-el-objeto-de-una-oracion/
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