EPIDEMIOLOGÍA DE LAS ETA(s)
"La
verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de
rehusarse a adquirirlos "
Karl
Popper
EPIDEMIOLOGIA DE LAS ENFERMEDADES TRANSMITIDAS por los ALIMENTOS - ETA(s)
El sistema de vigilancia epidemiológica está organizado en tres niveles:
Vigilancia
es la recolección y análisis de los datos, registrados en forma sistemática,
periódica y oportuna, y convertidos en información integrada con la divulgación
a los responsables de las actividades de intervención y a la opinión pública.
Identificar los hechos sobre el estado de salud de las poblaciones con la
finalidad de intervenir tempranamente en el control de los problemas de salud
así como también aportar conocimientos integrales para la planificación,
ejecución y evaluación de las acciones de salud. Lograr datos sobre los eventos
en la población y los factores que los condicionan para, luego de su
procesamiento y análisis, facilitar esta información para su utilización
oportuna. Conocer de manera continua el comportamiento epidemiológico de las
enfermedades seleccionadas para la vigilancia para el desarrollo y ejecución de
medidas eficaces y oportunas de intervención. El sistema de vigilancia
epidemiológica estudia las modificaciones que se producen en la población: las
enfermedades transmisibles, las enfermedades no transmisibles, los factores de
riesgo, los cambios medioambientales (ecológicos y sociales), los
procedimientos, la calidad de los servicios y los indicadores del estado de
salud. El sistema de vigilancia epidemiológica comprende a los subsistemas general
y específicos.
Subsistema
general: Corresponde a la consolidación semanal, trimestral y anual de la
información de las enfermedades de notificación obligatoria con los datos de
laboratorio según corresponda.
Subsistemas
específicos: Comprende la notificación de enfermedades con historias
epidemiológicas específicas que incluye la información de los resultados de
laboratorio. El desarrollo varía según el país.
Cada
subsistema tiene objetivos específicos propios, requiere información particular
y el desarrollo de diferentes estrategias. Los atributos del sistema son:
Simplicidad
(facilidad de operación).
Flexibilidad
(adaptación a los cambios en las necesidades de información o de estructura).
Aceptabilidad.
Sensibilidad
(detección oportuna de brotes), redicción positiva (casos confirmados/total
casos notificados de una determinada enfermedad).
Representatividad.
Oportunidad
(tiempo entre la aparición del evento, la notificación y las acciones de
intervención).
El sistema de vigilancia epidemiológica está organizado en tres niveles:
Nivel
local: Está constituido por los miembros del equipo de salud que están en
contacto directo con la población. Es el que genera el dato según la
legislación vigente de las enfermedades de notificación obligatoria y la Fichas
Epidemiológicas específicas por patología. El nivel intermedio (regional o
departamental) que existe en algunas jurisdicciones engloba varios niveles
locales.
Nivel
provincial: Lo integran los miembros de la Dirección de Epidemiología. Este nivel
recibe la información generada por el nivel local o el intermedio, la consolida
y analiza y la remite al nivel superior. Pueden colaborar con el nivel
intermedio y local en distintas acciones (capacitación, intervención ante la
ocurrencia de un evento, etc.).
Nivel
nacional: Está en la estructura del Ministerio de Salud del país, habitualmente
como Dirección de Epidemiología. Recibe la información de los niveles centrales
provinciales, la consolida, analiza y envía a los organismos internacionales.
Los criterios de magnitud, gravedad del daño,
vulnerabilidad, impacto social, Reglamento Sanitario Internacional y
compromisos internacionales son los considerados para elaborar la lista de
enfermedades a vigilar en cada país, la modalidad y la periodicidad de la
notificación. La modalidad de notificación es la metodología empleada para el
envío del dato: numérica, individualizada, por búsqueda activa, negativa y
estudio de brote. La periodicidad es el tiempo transcurrido entre la
recolección del dato y la remisión: inmediata, semanal. Las fuentes de datos
guardan relación con la información necesaria para el objetivo de la vigilancia
y son de tres tipos: tradicional o básica, especiales y otras. Las fuentes
tradicionales o básicas incluyen datos de asistencia a personas en
establecimientos de salud (consulta externa, internación, servicios de
emergencia o guardia), informes de laboratorio, estudios de brotes y
notificaciones de puestos o centros centinelas. Las fuentes especiales brindan
datos que son el resultado de investigaciones epidemiológicas de campo/casos
clínicos y encuestas.
El procesamiento, análisis e interpretación de la
información sistemática resultan en acción en los niveles locales, provinciales
o nacionales. Los datos de la vigilancia epidemiológica pueden usarse para
identificar epidemias, sugerir hipótesis de vías de transmisión y agente causal,
caracterizar la tendencia de la enfermedad, evaluar un programa, detectar
enfermedades emergentes, entre otros. Se utilizan como indicadores
epidemiológicos las tasas de incidencia, prevalencia, ataque, ataque
secundario, mortalidad, letalidad, etc. lo que permite la comparación entre
períodos semejantes en el mismo lugar y con otras áreas. Se emplean para
demostrar o confirmar la hipótesis, permitiendo hacer inferencias referidas a
las asociaciones causales y medir los riesgos. Los diseños más utilizados son
los de caso-control, es decir, la comparación entre un grupo de personas
afectadas por determinado evento con otro grupo no afectada pero con similares
características de exposición.
En el caso de las enfermedades transmitidas por alimentos
los grupos estarían integrados por los casos (personas que comieron y
enfermaron) y los controles (personas que consumieron el mismo alimento y no
enfermaron). Las medidas más utilizadas son las de riesgo relativo (RR), odds
ratio (OR), riesgo atribuible (RA), así como los análisis
de correlación, regresión y multivariados. En el análisis epidemiológico
se consideran la estructura, las características epidemiológicas y el
comportamiento epidémico de una enfermedad. La estructura epidemiológica es la
forma en que interactúan los factores inherentes al agente causal (físico,
químico o biológico), el medio ambiente y el huésped (hombre) en una población
y en un período de tiempo determinado. Las características epidemiológicas son
el resultado de la estructura epidemiológica y se expresan por la frecuencia y
distribución de la enfermedad en la población. De acuerdo a las características
epidemiológicas, la estructura epidemiológica es dinámica, modificándose según
el comportamiento de la enfermedad en la comunidad. El comportamiento
epidémico de una enfermedad es la elevación brusca del número de casos
mostrando un exceso en relación a lo esperado. El número de casos que indica
ocurrencia de una epidemia varía según la enfermedad de que se trate y las
características de la población (susceptibilidad, tipo de exposición etc.). Las
epidemias se clasifican según su progresión en el tiempo en:
Explosivas o de fuente común: Los casos aparecen en
rápida sucesión y en un corto período de tiempo. La epidemia se presenta,
alcanza su máxima intensidad y declina. Sugiere la existencia de una fuente
común de transmisión y la exposición simultánea de las personas, enfermando las
susceptibles.
Progresivas: El aumento del número de casos ocurre de
manera más lenta lo cual permite inferir que la transmisión es persona a
persona o por un vector.
En ondas: Se extienden en el tiempo con períodos de menor
actividad pero persisten las causas que la generan.
Pandemia: Está extendida geográficamente (por el mundo);
por ejemplo, el cólera.
Brote: Es una forma particular de epidemia en la que dos
o más casos están relacionados entre sí. En general ocurre en un área
determinada pero puede ser extendida. Un ejemplo de brote extendido lo
constituye el brote por una producción industrial de hamburguesa contaminada
con Escherichia coli O157:H7 que afectó a cuatro estados lo que pudo
demostrarse por la aplicación de la Electroforesis de campo pulsado en la
investigación.
La determinación del nivel endémico y del canal endémico
es de interés para las distintas enfermedades y resulta de considerar la
incidencia (tasa/100.000 habitantes) en el mismo período cuatrisemanal de cada
uno de los años estudiados (mínimo 5 años endémicos) deben ordenarse en forma
creciente. Se identifica el valor de la mediana (divide la serie en dos partes
iguales). Se identifican los valores que corresponden al primer cuartil (o
primera cuarta parte de la distribución) y al tercer cuartil (o tercera cuarta
parte de la distribución). Los
valores que se encuentran entre los primeros y terceros cuartiles son
considerados como normales (endémicos) y los que exceden el tercer cuartil se
consideran epidémicos. La investigación epidemiológica de campo es una
actividad indispensable en el sistema de vigilancia epidemiológica y es
utilizada en los brotes y epidemias. Estas situaciones determinan la
movilización de equipos especiales que deberán identificar la causa, la fuente
y forma de transmisión y establecer rápidamente las medidas de control más
adecuadas. Frente a la necesidad de dar una respuesta rápida debe respetarse el
rigor científico y técnico en los procedimientos para validar las medidas de
control. La investigación epidemiológica de campo tiene características
particulares. Puede iniciarse sin una hipótesis clara lo cual requiere el uso
de los estudios descriptivos para la formulación de la misma. La hipótesis es
confrontada o puesta a prueba con los estudios analíticos. En un brote, que
requiere el establecimiento de medidas inmediatas para la protección de la
salud, inicialmente se recolectan los datos y se realiza un análisis preliminar
para dar sustento a las acciones inmediatas de control. El primer objetivo de
la investigación de un brote o una epidemia es identificar la forma de
interrumpir la transmisión y prevenir la ocurrencia de nuevos casos.
La vigilancia de las enfermedades transmitidas por
alimentos (VETA) es el conjunto de actividades que permite reunir la
información indispensable para conocer la conducta o historia natural de las
enfermedades y detectar o prever cambios que puedan ocurrir debido a
alteraciones en los factores condicionantes o determinantes, con el fin de
recomendar oportunamente, sobre bases firmes, las medidas indicadas y
eficientes para su prevención y control. El componente VETA debe estar
incorporado e integrado a los sistemas de vigilancia en salud pública e implica
un trabajo de colaboración entre epidemiólogos, sanitaristas, médicos clínicos,
responsables de programas de alimentos, de los laboratorios y personal de salud
en general, así como otros actores extra-sectoriales involucrados en la cadena
de producción de alimentos.
Las actividades de VETA deberían estar orientadas por un
Comité Técnico Intersectorial de ETA establecido en todos los niveles:
nacional, regional y local, debiéndose definir las funciones de las entidades
participantes según su competencia y responsabilidad. El sistema de información
VETA constituye un subsistema del Sistema de Vigilancia Nacional del que
disponen los países. La vigilancia comprende las acciones de recolección
sistemática de la información pertinente, producto de la notificación o
investigación, consolidación, evaluación e interpretación de los datos,
recomendación de las medidas adecuadas a tomar, distribución dentro del propio
sistema, y difusión pública de la información y de las recomendaciones
generadas. Se deberá priorizar la oportuna difusión hacia los organismos
responsables, que deben decidir y actuar en los diferentes niveles del sistema
de salud. De lo anterior se deduce que el propósito de la vigilancia es estar
en condiciones de recomendar, sobre bases objetivas y científicas, las medidas a corto o
largo plazo, para controlar o prevenir el problema.
El
objetivo operacional de un sistema de vigilancia es definir los problemas
pertinentes de las enfermedades en términos epidemiológicos, incluyendo
emergencias, y evaluar los cambios de tendencia causados por la naturaleza o el
hombre. Uno de los primeros objetivos es definir los grupos de mayor riesgo
dentro de la población, sobre los cuales pueden concentrarse las acciones de
control y prevención. Un estudio comparativo de los grupos de alto y bajo
riesgo puede conducir a una mejor comprensión de la interacción del huésped,
agente y medio ambiente, así como la conducta del huésped y la asociación de
estos factores con la enfermedad. El estudio ecológico y la vigilancia no
pueden quedar limitados únicamente a la observación y registro de casos, siendo
necesario para su realización un equipo multidisciplinario que incluye:
epidemiólogos, veterinarios, clínicos, microbiólogos, bioquímicos, ecólogos,
estadísticos, nutricionistas y profesionales de otras disciplinas. Se reconoce
que ninguna guía o manual de vigilancia puede ser aplicable en todos los casos
y situaciones. El sistema VETA forma parte integrante de los Programas de
Inocuidad, contribuyendo dentro de ellos como sensor del daño que los alimentos
contaminados puedan causar a la salud de la población, y como evaluador del
propio programa que integra.
Un brote
constituye la convergencia del huésped, del agente y de los factores del medio
ambiente que pueden estar presentes. El objetivo de la investigación es, por lo
tanto, descubrir cuándo, dónde y porqué esta convergencia ocurrió y quiénes son
los afectados. El estudio epidemiológico comprende el estudio del huésped, del
agente y de los factores del medio. Si no se produce la convergencia no habrá
brote y cualquier acción que tienda a separarlos provocará la no aparición del
brote. La metodología de la investigación de brote es una de las herramientas
fundamentales en el funcionamiento del subsistema de vigilancia epidemiológica
de las ETA. Los resultados de la investigación de brote son de
utilidad para el establecimiento de las medidas de prevención y control, el
mantenimiento y/o desarrollo de los sistemas de análisis de riesgos y puntos
críticos de control, el desarrollo de los laboratorios para el diagnóstico en
muestras clínicas y de alimentos, el desarrollo del trabajo integral e
integrado y de la comunicación intra e intersectorial, el establecimiento o el
desarrollo de las estrategias de vigilancia basadas en la población y la
asignación de recursos. Sobre la base de la información de la existencia de un
brote, y con el conocimiento de su diseminación, se debe realizar la
planificación inicial, que tiene como fin obtener la cooperación entre los
servicios involucrados e intercambiar información inmediata. Esta planificación
inicial debe ser realizada en muy corto tiempo (una hora aproximadamente).
Para una mejor comprensión, la investigación de un brote
se desarrolla básicamente en 10 pasos principales y en cada uno de ellos se
pueden relacionar uno o más tópicos:
1.- Determinar la existencia de un brote
2.- Confirmar el diagnóstico
3.- Determinar el número de casos
4.- Organizar la información en términos de tiempo, lugar
y persona
5.- Determinar quiénes están en riesgo de enfermarse
6.- Hipótesis
7.- Análisis de los datos
8.- Medidas de control
9.- Conclusiones y recomendaciones
10.- Informe final
El
sistema VETA obtiene, entre uno de sus resultados, la información compilada
sobre aparición y distribución de las ETA y la información detallada sobre los
brotes investigados. Estas actividades permiten identificar áreas, grupos
humanos, establecimientos y alimentos de riesgo, así como también los puntos
críticos para formular las medidas de prevención y control. Esta información
debe ser usada oportunamente, por lo que el sistema debe retro-alimentar sus
fuentes de información formales e informales. El sistema VETA debe informar a
la comunidad en general sobre la situación de las ETA en el país, su impacto en
la salud y sobre las medidas de prevención y control. Los países deben disponer
de medios para la difusión de la información sobre VETA a través de boletines
epidemiológicos (semanal, cuatrimestral), que contengan la información
recopilada y compilada por los diferentes niveles. Estos boletines deben
contener tablas, gráficos de la aparición, distribución e informes de los
brotes de ETA investigados. Para la información a la comunidad se utilizarán
los medios de comunicación masiva tales como prensa, radio, televisión e,
igualmente, los servicios de promoción social y desarrollo comunitario. Esta
información alimentará el interés por la notificación, motivará a la población
a continuar colaborando y permitirá la difusión de medidas generales de
prevención. Las unidades de comunicación social existentes en las instituciones
coordinadoras de VETA deben integrarse como parte funcional del Sistema. Formularán
los mensajes a ser distribuidos, realizarán su distribución a los medios de
comunicación, y generarán la estrategia de difusión de los datos técnicos a la
población, asegurándose de asesorar a los niveles regionales y locales en la
misma función. El sistema VETA de cada país deberá proporcionar la información
al SIRVETA a fin de difundir el conocimiento, en el ámbito regional, del
impacto de las ETA. La OPS/OMS promoverá y apoyará el desarrollo y
fortalecimiento de los sistemas de información y vigilancia nacionales y
difundirá la información pertinente de las ETA que resulte de la vigilancia en
los países. Es fundamental para la implantación del sistema VETA, la existencia
de laboratorios de diagnóstico para muestras clínicas y de alimentos, como
parte del Sistema.
Por esta razón, se deberá desarrollar o reformular una
red nacional de laboratorios de salud pública y una red de laboratorios de
análisis de alimentos, o una red integrada de ambas, por medio de normas,
implantación de sistemas de acreditación de laboratorios y de estandarización
de procedimientos. Ello permitirá conocer el grado de desarrollo y de capacidad
analítica de los laboratorios y facilitará la planificación de actividades VETA
en forma integrada y coordinada. Deberán establecerse mecanismos para asegurar
en los niveles locales la implantación de una batería mínima de técnicas de
laboratorio para el aislamiento de agentes etiológicos de los géneros
Salmonella, Shigella, Staphylococcus, Clostridium y E. coli. La especificidad
diagnóstica se asegurará en los niveles intermedios y en los laboratorios de
referencia, donde se dispondrá de técnicas para serotipificar, determinar la
resistencia de dichos agentes y otros trazadores epidemiológicos.
Algunos laboratorios seleccionados también deben tener
incorporada la tecnología para la detección de residuos químicos y biológicos
(plaguicidas, metales pesados, micotoxinas, anabólicos, medicamentos de uso
veterinario, aditivos y otros contaminantes), pero todos los laboratorios
deberán tener una participación activa en la estandarización de técnicas y
procedimientos, así como en el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico.
Debe publicarse un catastro de la red para identificar la capacidad analítica,
los técnicos especializados y los responsables de cada técnica y de su dirección.
El laboratorio clínico interviene en las investigaciones de brotes de ETA, en
la toma de muestras de los especímenes clínicos y en la realización oportuna de
los diagnósticos apropiados para identificar el agente causal en las muestras
clínicas. Aparte del aislamiento de bacterias patógenas comunes en muestras
clínicas, es necesario una clasificación adicional en tipos/subtipos para
demostrar la relación epidemiológica con cepas aisladas de alimentos y
animales. En regiones
donde la marea roja, la ciguatera y otras intoxicaciones por productos marinos
constituyen un riesgo, se debe promover la integración de una red de vigilancia
de estas entidades nosológicas y un laboratorio de referencia. La OPS-OMS
movilizará recursos para la cooperación técnica en servicios de referencia y de
transferencia de tecnología, estandarización de técnicas analíticas y
capacitación de personal en lo referente a las ETA. Con el sistema VETA
implantado y consolidado en corto tiempo se dispondrá de información y de hipótesis
que permitan realizar estudios epidemiológicos más amplios.
La supervisión debe estar claramente sistematizada,
disponer de una metodología adecuada y de objetivos distintos a los de la
fiscalización tradicional. Debe realizarse durante las encuestas, la
recolección de muestras y otras acciones de investigación en el terreno, pues
su principal función es desarrollar en el personal la educación continua y en
servicio. Es una condición fundamental la financiación adecuada, oportuna y
suficiente de las actividades de vigilancia en ETA que, por su naturaleza, es
responsabilidad del estado. Los adelantos técnicos que se producen en este campo
hacen imprescindible la actualización permanente. La educación en inocuidad de
alimentos es fundamental y tiene como objetivo la prevención de las ETA para
despertar en la población la conciencia de los cambios, los derechos y deberes
de colaboración y participación; así como la modificación en los hábitos de
manipulación y consumo de alimentos. Con este fin se deben divulgar los
propósitos y el alcance de VETA para obtener la participación activa de la
población. La mejor manera de propiciar cambios de comportamiento en la familia
es a través de los niños en edad escolar.
Por ésta razón es recomendable la formación de los
docentes en temas sobre inocuidad de alimentos y la inclusión del tema en las
actividades cotidianas de la escuela. la evaluación del sistema, consiste en
medir y formular un juicio acerca del funcionamiento, permitiendo conocer el
problema y dirigir las acciones para reorientar el trabajo. Se evalúan
básicamente los aspectos epidemiológicos, gerenciales y las medidas de control.
El suministro de
alimentos suficientes e inocuos es decisivo para el crecimiento y desarrollo
normales y para mantener la salud a lo largo de toda la vida. Aunque resulta
difícil estimar la verdadera incidencia mundial de las enfermedades
transmitidas por los alimentos, es evidente que muchas personas caen enfermas y
mueren por haber ingerido alimentos no aptos para el consumo. La vigilancia de
las enfermedades de transmisión alimentaria es un instrumento importante para
mantener la inocuidad del suministro de productos alimenticios. Es un
instrumento valioso para la estimación de la carga de dichas enfermedades, la
determinación de las prioridades en materia de salud pública, la evaluación de
los programas de prevención y lucha contra las enfermedades y la determinación
del costo relativo de las medidas de lucha.
Los
países presentan diferencias en sus sistemas de salud pública, dando lugar a
una amplia variación entre los sistemas nacionales de vigilancia, incluidos los
relativos a las enfermedades transmitidas por los alimentos. En particular, en
muchos países los sistemas de vigilancia de las enfermedades no se concentran
necesariamente en las de transmisión alimentaria. En los sistemas nacionales de
vigilancia hay diversos niveles de intensidad y coordinación. La vigilancia
puede ser activa o pasiva, general o "centinela", continua o
intermitente, no articulada o integrada. En general, la intensidad de la
vigilancia es un producto de factores sociales (es decir, la prioridad de la
enfermedad, los efectos en la sociedad), prácticos (es decir, la disponibilidad
de conocimientos epidemiológicos) y financieros. Los principales objetivos de
la vigilancia de los alimentos son la detección de la contaminación, la
evaluación de las intervenciones de control y el seguimiento de los progresos
hacia un objetivo de control y la obtención de resultados del programa.
Muchos
de estos sistemas de vigilancia ya existentes tienen capacidad para detectar
grupos de enfermedades transmitidas por los alimentos, siempre que sean
suficientemente grandes y los efectos suficientemente graves para inducir a la
población a solicitar atención médica. Sin embargo, estos sistemas se
concentran en las enfermedades transmisibles y su capacidad para detectar e
investigar las transmitidas por los alimentos con rapidez puede ser limitada.
Algunos Estados Miembros ya mantienen sistemas de vigilancia para detectar e
investigar las enfermedades transmitidas por los alimentos ocasionadas por los
patógenos presentes en ellos. En muchos casos estos sistemas son pasivos y se
basan en la notificación de los laboratorios o los médicos. El análisis estadístico
de la información procedente de tales sistemas puede poner de manifiesto un
agrupamiento poco habitual de enfermedades en determinados momentos o zonas
geográficas en comparación con los valores de referencia.
Algunos
países mantienen sistemas de vigilancia activa de las enfermedades de
transmisión alimentaria para determinar con mayor exactitud la carga de
morbilidad debida a los patógenos presentes en los productos alimenticios.
Inglaterra, los Países Bajos y los Estados Unidos fueron de los primeros países
que realizaron estudios especiales para conocer la carga de morbilidad
atribuible a los patógenos transmitidos por los alimentos. Después de esta
"primera generación" de estudios, varios otros países, entre ellos
Australia, el Canadá e Irlanda, pusieron en marcha estudios parecidos. La
mayoría de los programas nacionales de vigilancia encaminados a garantizar que
los alimentos no contengan niveles inaceptables de contaminantes están
concebidos para medir determinados contaminantes químicos en diversas materias
primas agropecuarias. Dado que la preocupación en relación con la contaminación
química son las enfermedades crónicas y no las agudas, la vigilancia de los
contaminantes químicos se concentra en garantizar que la concentración de
contaminantes esté por debajo de un límite máximo admisible previamente
determinado más que en vincular la concentración de contaminantes con una
enfermedad aguda.
Cuando
los contaminantes químicos están por debajo del nivel máximo admisible, se
puede asegurar a los consumidores que el producto se ha obtenido de acuerdo con
buenas prácticas agrícolas y que su exposición al contaminante químico estará
por debajo del nivel de ingesta diaria admisible establecido. Debido al
carácter internacional de los viajes y el comercio, la inocuidad de los
alimentos se ha convertido cada vez más en una cuestión de alcance mundial. Se
han registrado numerosos casos documentados de alimentos contaminados de un
país que han tenido efectos importantes en la salud en otras partes del mundo.
Si se considera el comercio mundial masivo de alimentos y piensos junto con
otros factores que afectan al suministro mundial de productos alimenticios y su
inocuidad, como el crecimiento demográfico, la pobreza y los acontecimientos
climáticos y sociales adversos, se pone de manifiesto la necesidad de una
estrategia coordinada a nivel mundial para combatir las enfermedades
transmitidas por los alimentos. La mejor manera de afrontar los motivos de
preocupación debidos a la propagación mundial de dichas enfermedades es
mediante sistemas enérgicos de vigilancia, un compromiso renovado en relación con
la salud pública y asociaciones internacionales sólidas que fortalezcan las
actividades nacionales de prevención y lucha contra las enfermedades de
transmisión alimentaria.
Uno de
los programas mundiales destinados a fortalecer la vigilancia de las
enfermedades transmitidas por los alimentos es el "Global Salm-Surv".
Se trata de un sistema de vigilancia basado en el laboratorio que funciona
desde enero de 2000. Consiste en una red de instituciones y personas que se
ocupan de la vigilancia de Salmonella, la determinación de serotipos y el
análisis de la resistencia antimicrobiana. Este programa, puesto en marcha por
la OMS, el Laboratorio Danés de Veterinaria y los Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades y que ahora también cuenta con el respaldo del
Instituto Pasteur, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados
Unidos, el Departamento de Salud del Canadá y la Universidad de Wageningen, se
esfuerza por reducir la carga mundial de morbilidad de transmisión alimentaria
intensificando la vigilancia y las actividades de respuesta en los ámbitos
nacional y regional.
El
sistema externo de garantía de la calidad del Global Salm-Surv de la OMS es un
paso importante hacia la mejora de la calidad en la determinación de serotipos
de Salmonella y el análisis de la susceptibilidad antimicrobiana en todo el
mundo. La OMS también vigila la presencia de contaminantes químicos en los
alimentos y realiza evaluaciones de la exposición a ellos. El Sistema Mundial
de Vigilancia del Medio Ambiente/Programa de Vigilancia y Evaluación de la
Contaminación de los Alimentos (SIMUVIMA/Alimentos) suministra información
sobre la concentración de contaminantes químicos en los productos alimenticios,
su contribución a la exposición humana total y su importancia para la salud
pública y el comercio. El SIMUVIMA/Alimentos proporciona datos de referencia de
contaminantes químicos en los alimentos que pueden utilizarse para evaluar la
contaminación. El programa es un componente importante de la evaluación mundial
del riesgo de los productos químicos en los alimentos y proporciona
evaluaciones de la exposición que forman parte de la base para el
establecimiento de normas nacionales e internacionales sobre la inocuidad de
los alimentos.
La
detección precoz de las enfermedades de transmisión alimentaria y la
intervención inmediata en la salud pública no sólo pueden limitar el número de
casos de enfermedad y fallecimiento, sino también reducir los efectos negativos
en los viajes y el comercio internacionales. La vigilancia y respuesta
mundiales frente a las enfermedades transmitidas por los alimentos es un
elemento decisivo para mantener la salud pública y facilitar el comercio de
alimentos, plantas, animales y productos de origen animal. La OMS, junto con la
FAO, está aumentando ahora su capacidad para responder a las situaciones de
urgencia debidas a enfermedades transmitidas por los alimentos mediante el
establecimiento de una Red Internacional de Autoridades de Inocuidad de los
Alimentos (INFOSAN), que es una red de difusión de información importante
acerca de los problemas mundiales relativos a la inocuidad de los productos
alimenticios. Muchos países cuentan con sistemas de vigilancia bien
organizados y establecidos para la detección en los alimentos y el medio
ambiente de contaminantes químicos como las dioxinas, los bifenilos
policlorados, los metales pesados y los residuos de plaguicidas y medicamentos
veterinarios.
La
contaminación dolosa intencional de los alimentos no constituye una amenaza
nueva. Sin embargo, la centralización de la producción de alimentos y su amplia
distribución aumentan los posibles efectos de la contaminación intencional para
la salud pública. Los posibles efectos en la salud humana de un sabotaje
deliberado de los alimentos se pueden estimar por extrapolación de los
numerosos ejemplos documentados de brotes accidentales de enfermedades de
transmisión alimentaria. Entre los mayores y mejor documentados incidentes está
un brote en 1985 de una infección por S. typhimurium que afectó a 170 000
personas, ocasionado por la contaminación de la leche pasteurizada de una
central lechera en los Estados Unidos de América. Un brote de hepatitis A
asociado con el consumo de almejas en Shanghai, China, en 1991 afectó a cerca
de 300 000 personas y tal vez sea el mayor incidente de una enfermedad
transmitida por los alimentos en toda la historia. El número de personas afectadas
por un incidente de contaminación intencional es probable que sea
considerablemente mayor. En 2002, la OMS publicó un informe sobre las amenazas
terroristas en los alimentos, con orientaciones para el establecimiento y
fortalecimiento de sistemas de prevención y respuesta.
Las
organizaciones internacionales han desempeñado una función importante en el
fomento de la integración de la vigilancia de la inocuidad de los alimentos a
nivel nacional e internacional. La OMS y la FAO tienen que desempeñar funciones
de una importancia decisiva en relación con la inocuidad de los alimentos a
nivel internacional. La OMS, en muchos casos en colaboración directa con la
FAO, se ocupa de aplicar el Reglamento Sanitario Internacional, coordinar las
redes de vigilancia de las enfermedades en todo el mundo y coordinar las
respuestas internacionales a las enfermedades transmisibles. La FAO y la OMS
colaboran en la evaluación de los riesgos para la salud asociados con los
agentes químicos y biológicos y los materiales radionucleares y de las posibilidades
de atenuar tales riesgos, además de respaldar la organización de una
infraestructura para la inocuidad de los alimentos en los Estados Miembros. La
industria alimentaria es responsable de la calidad e inocuidad de sus productos
y es, por consiguiente, una importante parte directamente interesada en la
inocuidad de los alimentos. El seguimiento de la producción puede efectuarse,
por ejemplo, mediante programas de certificación, planes de control de procesos
o por conducto de programas de control basados en el sistema de HACCP (Análisis
de riesgos y de los puntos críticos de control). Estas actividades de control
dan lugar a la producción de datos que pueden contribuir de manera significativa
en los programas nacionales de vigilancia. Asimismo, en el ámbito de las
investigaciones sobre brotes, puede necesitarse un muestreo adicional para
rastrear las infecciones humanas hasta el punto de la cadena de la producción
alimentaria en que se produce la contaminación. Así pues, es indispensable que
haya una estrecha cooperación entre el sector público y el sector privado.
La
integración de todos los datos de vigilancia "desde la explotación
agrícola hasta la mesa" en un análisis coherente, y su sucesiva
interpretación, pueden ser tarea de una dependencia especializada de
investigación multidisciplinaria, que mantenga informados a los órganos de coordinación
o comités directivos pertinentes. La evaluación por parte de estos comités
podrá dar lugar después a la adopción de medidas coordinadas. La comunicación
entre los principales interesados puede mantenerse durante reuniones periódicas
y mediante contactos directos no oficiales entre quienes ocupan puestos de
importancia en los servicios veterinarios y de salud pública. La colaboración
consiste sobre todo en mantener un intercambio regular de datos y en participar
en la investigación sobre brotes y la adopción de medidas, aunque en lo que
respecta a ciertas enfermedades transmitidas por los alimentos pueden
necesitarse informaciones específicas, que requieran sistemas especializados,
puede existir la posibilidad de crear sinergias y compartir los recursos disponibles.
El
diseño de vacunas contra algunos de los gérmenes más frecuentes productores de
Enfermedades Transmitidas por Alimentos ha sido objeto de un intenso trabajo de
investigación y desarrollo en las últimas décadas. Prueba de ello, es la enorme
cantidad de trabajos científicos publicados sobre el tema y la existencia de un
número importante de ensayos clínicos, en curso o concluidos. Vacunas
experimentales contra agentes como Vibrio Cholerae, Rotavirus, Salmonella,
Escherichia coli, Shigella, o Campylobacter jejuni, han sido desarrolladas
hasta diferentes niveles, estando en algunos casos en etapas de investigación
básica de laboratorio (preclínica) y en otros con ensayos clínicos en fase 1 y
2 hasta algunos ensayos en fase 3 y 4. Las estrategias usadas para el
desarrollo de las vacunas varían, usando distinto tipo de antígenos (organismos
enteros muertos, organismos vivos atenuados, cepas heterólogas, antígenos
purificados) y/o distintas vías de administración (oral, parenteral). Existen
además situaciones de zoonosis en las que hay una población animal que funciona
como reservorio para el patógeno, el cual entra en el humano a través de los
alimentos derivados de estos animales. En estos casos se han llevado adelante
estrategias dirigidas a vacunar a los animales para evitar la situación de
portadores, y en definitiva obtener alimentos más seguros.
Probablemente,
el ejemplo más claro de esto último se encuentra en los esfuerzo tendientes a
generar una vacuna contra S. Typhimurium o S. Enteritidis, dirigida a evitar la
infección en aves de corral. Sin embargo, y pese a todo estos esfuerzos, hasta
ahora no existen vacunas disponibles de uso masivo para ninguno de estos
agentes. Sumado a ello, en algunos casos, debieron detenerse ensayos clínicos
en curso, debido a reacciones adversas observadas en los individuos vacunados.
La mayor parte de la investigación y desarrollo sobre estas vacunas ha sido
llevado a cabo en países industrializados, y ha sido pautado por dos objetivos
fundamentales: por un lado el interés de contar con vacunas de uso masivo para
agentes como rotavirus, ya que estudios de costos económicos llevados adelante
en USA, permitieron concluir a las autoridades de ese país, que el uso de
vacunas era claramente ventajoso, comparado con los perjuicios económicos que
acarrea la enfermedad. Por otro lado, la investigación en otras vacunas, como
el caso del cólera en Cuba, se ha conducido pensando fundamentalmente en
aquellas que permitan evitar la diarrea de viajeros, ya que el aumento del
turismo internacional ha hecho que una gran cantidad de turistas del primer
mundo se desplacen a zonas donde la higiene en el manejo de los alimentos es
menor. En buena parte de los casos, el objetivo de la inmunización es proteger
directamente a la población de riesgo (niños, viajeros). En ese contexto surge
claro el hecho de que, aun en casos como el cólera, en los que se han logrado
grandes avances y existen vacunas probadas en ensayos clínicos fase III, éstas
tienen precios que hacen muy difícil que puedan ser usados en forma masiva en
niños en nuestra región.
En un
informe de la OMS, se objetiva que las vacunas orales contra el cólera
recomendadas por esa Organización, aún no están listas para ser usadas en los
países de la Región. Los costos de las vacunas limitan su adquisición, su
efectividad no es conocida en las áreas endémicas y no se recomienda su uso en
casos de desastres. La búsqueda de vacunas efectivas para el control del cólera
se ha centralizado en el diseño de preparaciones consistentes en bacterias muertas
o atenuadas que sean administradas por vía oral, y que puedan conferir
protección duradera por varios años luego de la administración de una o varias
dosis. La posibilidad de generar inmunidad duradera contra Vibrio cholerae, ha
quedado demostrada a partir de resultados de estudios epidemiológicos y
experimentos de desafío, de los que se pudo comprobar que los individuos que se
recuperan de una primer infección desarrollan una fuerte inmunidad que dura
muchos años contra el patógeno. Los tipos de vacunas orales en desarrollo son
fundamentalmente dos: por un lado bacterias muertas a las que se le agrega
subunidad B de la toxina colérica (CTB) purificada, para aumentar su
inmunogenicidad por vía oral, y por otro la construcción de cepas de V.
Cholerae atenuadas por ingeniería genética. En un ensayo clínico de campo
llevado a cabo en Asia con el primer tipo de vacuna, se comprobó que aun cuando
es posible alcanzar un nivel de protección de alrededor del 50%, era necesario
usar para ello múltiples dosis administradas a lo largo de 4 meses y el
porcentaje de protección en niños, que constituyen el principal grupo de
riesgo, era mucho menor. Desde entonces esta vacuna ha sido mejorada incluyendo
cepas que tienen gran incidencia en esa región.
En otra
estrategia, varias cepas de V. Cholerae han sido atenuadas y probadas como
vacunas. Un candidato vacunal, CVD103Hgr, se preparó eliminando la subunidad A
de la toxina colérica, ya que esta es la responsable de la actividad tóxica.
Esta vacuna ha sido ensayada en fase I en adultos y niños en América Latina y
demostró ser segura e inmunogénica. Sin embargo, en ensayos posteriores de
eficacia con la misma vacuna, no lograron demostrar que fuera efectiva para
prevenir el cólera. Pese a ello, esta vacuna ha sido licenciada en Canadá y
algunos países europeos, y nuevos ensayos clínicos están siendo llevado a cabo.
Por otro lado, es interesante destacar que una vacuna a bacteria muerta
desarrollada a nivel nacional en Vietnam conteniendo 4 cepas de alta incidencia
en la región y sin CTB, ha demostrado generar buenos porcentajes de protección
contra las cepas incluidas en la vacuna, requiriendo menor número de dosis y
sin necesitar cadena de frío para su mantenimiento.
Esto
demuestra nuevamente la importancia que tiene mantener líneas propias de
desarrollo de vacunas a nivel regional. Vacunas contra E. coli
enterotoxigénica: E. coli enterotoxigénica (ETEC) es la segunda causa a nivel
mundial, luego de rotavirus, de deshidratación severa por diarreas. Sumado a
ello, este patógeno es considerado el mayor causante de diarreas en viajeros,
afectando sólo en Estados Unidos a 8 millones de personas por año. Ensayos en
voluntarios demostró que la infección con ETEC genera inmunidad protectora
frente a nuevos desafíos con la misma cepa. Esto abrió el camino para que se
desarrollasen y ensayasen varios candidatos vacunales basados en cepas
atenuadas de ETEC que pudiesen imitar una primo infección pero sin causar
enfermedad. En sucesivos estudios se demostró que la protección correlacionaba
con el desarrollo de IgA secretoria a nivel intestinal contra un antígeno
particular: CFA.
Una
vacuna conteniendo una mezcla de 5 cepas inactivadas de ETEC que en su conjunto
expresan las principales variantes de CFA está siendo extensamente probada en
voluntarios en varios países del mundo, y hasta ahora ha demostrado ser segura
y producir respuestas de anticuerpos similares a la producida durante la
infección. Esta vacuna contiene además CTB producida en forma recombinante, ya
que además de servir como adyuvante oral, genera respuestas inmunes cruzadas
con la toxina lábil (LT) de ETEC. Alternativamente se ha producido y ensayado
en voluntarios, un prototipo vacunal que consta de varios tipos de CFA
encapsulados en microesferas biodegradables. A nivel experimental se encuentran
una vacuna comestible en la cual el antígeno LT se incluye en plantas
comestibles, y la construcción de vacunas multivalentes que consisten en cepas
atenuadas de Salmonella y Shigella que expresan CFA de ETEC. Vacunas contra
Salmonella: La salmonellosis como causante de ETAs tiene dos etiologías bien
diferenciadas: las causadas por S.Typhi responsables de enfermedad sistémica
(fiebre tifoidea), y las causadas por Salmonella no-tifoidea que generalmente
provocan un cuadro de gastroenteritis autolimitado. Los serotipos más
frecuentes causantes de gastroenteritis en humanos han sido S. Typhimurium y S.
Enteritidis, aunque por lo general se ha dado que en cada momento histórico una
de las dos es la predominante.Las estrategias seguidas para el desarrollo de
vacunas contra la salmonellosis, han estado dirigidas casi en su totalidad a
desarrollar vacunas contra S. Typhi para uso humano por un lado, y por otro al
desarrollo de vacunas contra S. Typhimurium o S. Enteritidis para uso
veterinario, como forma de prevenir la infección en los animales portadores que
funcionan como reservorio contaminante.
Si bien
existe una vacuna licenciada contra S. Typhi que consiste en bacterias muertas
aplicable por vía parenteral, esta vacuna es usada muy raramente en países
industrializados y escasamente en países del tercer mundo, ya que su
efectividad es muy limitada y genera frecuentemente reacciones adversas. La
administración oral de bacterias muertas, aunque no es reactogénica, no es
tampoco efectiva como inmunógeno. En la actualidad, los esfuerzos de desarrollo
de vacunas efectivas contra S. Typhi, están orientados fundamentalmente en dos
estrategias distintas: el uso del polisacárido Vi purificado como inmunógeno, y
el uso de cepas atenuadas como vacunas orales. Distintos ensayos clínicos con
la vacuna de Vi, demostraron que una sola dosis de esta vacuna tiene una
eficacia de 72-80%, lo cual lo hace una vacuna muy adecuada para uso en lugares
del tercer mundo donde la incidencia es muy alta. Más recientemente se ha
demostrado que la inmunogenicidad de esta preparación se puede incrementar
conjugando el polisacárido a una proteína portadora, y en particular se ha
usado mutantes de la toxina lábil de E. coli, con la idea de obtener una vacuna
multivalente contra Salmonella y E. coli. En el área de vacunas orales, la
vacuna Ty21a ha sido extensamente probada en Egipto y Chile y aunque se ha
demostrado claramente su falta de reactogenicidad y una inmunogenicidad
razonable, también ha quedado claro que la eficacia varía con el tipo de
formulación y entre distintas poblaciones blanco. Desde 1991 se encuentra
licenciada para su uso en los Estados Unidos, y en la actualidad se usa
fundamentalmente como vacuna para viajeros. Recientemente la OMS ha sugerido la
necesidad de realizar ensayos comparativos entre estas 2 vacunas, para poder
contar con información necesaria para futuras recomendaciones de uso de las
mismas en áreas que están severamente afectadas por tifoidea. Por otro lado,
existen varios candidatos vacunales de Salmonellas racionalmente atenuadas por
ingeniería genética.
Esto
incluye mutaciones en factores de virulencia (phoP/phoQ, dam) o genes de
expresión constitutiva (cepas aro, cya/crp, etc.). Ensayos clínicos con estas
cepas han demostrado que es necesario contar con varias mutaciones juntas en
aras de obtener una cepa suficientemente atenuada en humanos. A nivel de
vacunas veterinarias, los esfuerzo se han centrado en desarrollo de una vacuna
para pollos, ya que se considera la población avícola como uno de los
reservorios más importantes de Salmonella causante de ETAs. En esta área, si
bien se han desarrollado vacunas inactivadas, buena parte de los esfuerzos en
investigación se han dirigido a construir cepas atenuadas por ingeniería
genética para su uso como vacunas. Una de las mas probadas son las vacunas con
diluciones en genes de las vías de los compuestos aromáticos, lo cual convierte
a las bacterias en auxotróficas para compuestos aromáticos no presentes en los
tejido de su huésped. Por tanto, si bien la bacteria puede invadir, persistirá
sólo por un período limitado de tiempo, durante el cual genera una fuerte
inmunidad. En Argentina y desde hace varios años se trabaja en el desarrollo de
una vacuna con estas características, preparadas a partir de cepas de S. Enteritidis
aisladas durante los brotes que se vienen produciendo regularmente desde 1995.
Los resultados de caracterización genotípica de estas cepas, nos han permitido
identificar algunos genotipos mayoritarios y otros minoritarios, y a partir de
ellos hemos preparados prototipos vacunales que están siendo ensayados en
poblaciones controladas de pollos. Resultados obtenidos en dichos ensayos,
demuestran que aves vacunadas con una o dos dosis de estas vacunas, tienen una
reducción drástica en la secreción de una cepa infectante, minimizando por
tanto la posibilidad de que Salmonella entre en la cadena de alimentos a través
de huevos contaminados. A partir de estos resultados, es posible plantearse
avanzar en una política de vacunación de la población aviar como forma de
reducir la posibilidad de brotes en humanos.
Vacunas
contra Shigella: La shigellosis es endémica a nivel mundial, aunque los
serotipos predominantes varían en diferentes regiones del mundo. En países
industrializados, el serotipo más frecuentemente encontrado es S. sonnei,
mientras que S. flexneri es más frecuente en países del tercer mundo. Está
demostrado que los antígenos O somáticos son inmunógenos importantes y que
cepas atenuadas pueden ser buenas vacunas sobre todo si logran estimular
respuesta a nivel de mucosas. Cepas de Shigella con distintos tipos de
atenuaciones (factores de virulencia, mutantes auxotróficas etc.) se han
probado en ensayos clínicos en números reducidos de pacientes mostrando ciertos
niveles de inmunogenicidad e inclusive protección en desafíos en voluntarios.
Otras aproximaciones han consistido en vacunas conjugadas polisacárido-proteína
de aplicación parenteral, las que han demostrado en ensayos randomizados y
doble ciego en voluntarios militares, hasta 74% de protección.
Vacunas
para Rotavirus: Rotavirus es la primera causa de diarreas severas in niños
tanto en países industrializados como países del tercer mundo, y por ello la
búsqueda de una vacuna efectiva contra este patógeno ha sido de alta prioridad
para compañías productoras de vacunas y comunidades académicas. En agosto de
1998 se licenció para uso en Estados Unidos la primer vacuna contra rotavirus,
que consistía en una vacuna tetravalente preparada con cepas de virus que eran
híbridas humano-mono. Sin embargo, y pese a la expectativa generada por esta
vacuna, la misma debió ser retirada del mercado un año después, cuando quedó
comprobado que existía un riesgo de invaginación intestinal más elevado en
niños que habían recibido la vacuna. Aunque luego de esta experiencia ningún
otra vacuna para rotavirus ha sido licenciada, existe una gran cantidad de
trabajos a nivel de investigación y desarrollo en nuevas vacunas, con ensayos clínicos
finalizados o en curso.
Una
nueva vacuna combinando esta vez cepas de virus humanas y bovinas , ha
demostrado en ensayos en humanos, generar protección similar a la capa usada en
primates. Varios otros candidatos están siendo investigados con mayor o menor
grado de desarrollo. El uso de una cepa viral, aislada de un niño asintomático
y reatenuada por pasaje en cultivo celular, está siendo ensayada en fase II en
niños. Otras 2 cepas mas, aisladas de humanos, están también siendo evaluadas
en fase I en distintos lugares del mundo. Alternativamente, existen proyectos
en curso de construcción de cepas seudovirales, a partir de baculovirus
expresando proteínas de rotavirus, o virus encapsulados en microesferas para
ser usados en forma oral e incluso prototipos de vacunas a ADN de
administración parenteral u oral. Sin embargo, es claro que cualquier nueva
vacuna para rotavirus, que efectivamente llegue a ser licenciada para uso en
humano, deberá poder demostrar ser suficientemente segura, para excluir el
temor a reacciones adversas provocados por la experiencia anterior.
Concluyendo,
en los últimos años se ha avanzado considerablemente en el desarrollo de
vacunas contra algunos de los patógenos causantes más frecuentes de ETA(s), y se
han llevado a cabo un número importante de ensayos clínicos, para evaluar su
inmunogenicidad, falta de reactogenicidad y eficacia. Existen problemas
fundamentales a ser resueltos para que todo el gran desarrollo científico y
tecnológico que se está llevando a cabo, pueda redituar en un mejoramiento de las
condiciones de salud de la población de nuestros países. Las nuevas vacunas
requieren una enorme inversión en investigación y desarrollo, y es esperable
que cada uno de sus componentes, así como cada paso del proceso de producción
de las mismas, este sujeto a patentes y derechos intelectuales. Todo esto
hace que los precios finales a los que este nuevo tipo de vacunas se encuentren
disponibles, sean muy superiores a los de las vacunas convencionales, limitando
por tanto, las posibilidades de uso masivo fuera de los países más ricos. En
ese sentido consideramos de importancia fundamental la posibilidad de generar
en nuestros países líneas de investigación y desarrollo propias en nuevas
vacunas.
Investigación
y Control de brotes por ETA(s)
La
investigación exhaustiva de los brotes de enfermedades transmitidas por los
alimentos es importante para controlar esos brotes, detectar y retirar los
alimentos responsables y prevenir brotes futuros. Con demasiada frecuencia, no
obstante, los brotes de estas enfermedades pasan desapercibidos, no se
notifican o no se investigan debidamente. La OMS ha preparado directrices
fáciles de utilizar que sirven como introducción general sobre la
identificación y como ayuda práctica para investigar y controlar los brotes de
enfermedades transmitidas por los alimentos en distintas circunstancias.
Incluyen información básica e instrumentos prácticos, como modelos de
cuestionarios y de informes de investigación.
Las
directrices subrayan la importancia de adoptar un criterio intersectorial en
las investigaciones y el control de brotes, la necesidad de preparación y de
procedimientos bien establecidos en los niveles nacional y provincial, así como
la importancia de vincular las redes regionales que se ocupan de las
enfermedades transmitidas por los alimentos y las redes internacionales,
incluida INFOSAN. Los casos de diarrea aguda son muy comunes en todo el
mundo; se estima que son responsables de 1,8 millones de muertes de niños al
año, principalmente en los países en desarrollo. La carga de morbilidad por
enfermedades diarreicas es también importante en los países desarrollados. Las
estimaciones de la carga que suponen las enfermedades transmitidas por los
alimentos se ven complicadas por diversos factores: en los distintos estudios,
se utilizan diferentes definiciones de la diarrea aguda; la mayoría de los
casos de diarrea no se notifican a las autoridades de salud pública, y son
pocas las enfermedades que pueden asociarse inequívocamente a los alimentos.
Hay
muchas razones por las que las enfermedades transmitidas por los alimentos
siguen siendo un reto para la salud pública. A medida que se va controlando
algunas enfermedades, aparecen otras nuevas. En muchos países está creciendo la
proporción de la población formada por los ancianos y las personas
inmunodeprimidas o desproporcionadamente expuestas a un resultado grave después
de haber padecido una enfermedad de otro tipo. La globalización del suministro
de alimentos ha llevado a una distribución rápida y generalizada de alimentos a
escala internacional. Los viajeros, los refugiados y los inmigrantes pueden
verse expuestos a riesgos desconocidos en los alimentos cuando se encuentran en
un nuevo entorno. Los cambios que sufren los microorganismos llevan a la
constante evolución de nuevos agentes patógenos, a la aparición de resistencia
a los antibióticos, y a cambios en la virulencia de agentes patógenos
conocidos.
En
muchos países, la población cada vez consume más alimentos preparados fuera de
casa, con lo que no deja de crecer el número de personas potencialmente
expuestas a los riesgos de la falta de higiene en los lugares donde se sirven
alimentos. Los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos se
investigan tanto para impedir que prosiga la transmisión de la enfermedad como
para prevenir brotes análogos en el futuro. Entre los objetivos concretos cabe
citar los siguientes:
Control
del brote en curso;
Detección
y retirada de los alimentos responsables;
determinación
de factores de riesgo específicos relacionados con el huésped, el agente y el
entorno;
Determinación
de los factores que contribuyeron a la contaminación, el crecimiento, la
supervivencia y la propagación del presunto agente;
Prevención
de futuros brotes y fortalecimiento de las políticas y los programas en materia
de inocuidad de los alimentos;
Recolección
de datos epidemiológicos para la evaluación del riesgo de agentes patógenos
transmitidos por los alimentos.
Con
demasiada frecuencia, los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos
pasan desapercibidos, no se notifican o no se investigan, y quizá sólo lleguen
a conocerse después de que se hayan producido graves perjuicios económicos o
sanitarios. Esto se ve agravado por el hecho de que muchos de los que
intervienen en los brotes de este tipo de enfermedades, incluidos funcionarios
del Ministerio de Agricultura, responsables de la reglamentación alimentaria,
laboratorios, médicos de salud pública, bromatólogos y consumidores, entre
otros, no se comunican bien entre sí. Todos ellos necesitan estar preparados de
la mejor forma posible para la investigación de brotes y utilizar
procedimientos normalizados. Por esta razón, la OMS ha elaborado las
Directrices para la investigación y el control de las enfermedades transmitidas
por los alimentos, que pretenden servir como introducción general así como de
ayuda práctica para la identificación, la investigación y el control de los
brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos en distintas
circunstancias.
La
investigación y el control de los brotes de enfermedades transmitidas por los
alimentos son tareas multidisciplinarias pertenecientes a las disciplinas de la
medicina clínica, la epidemiología, la medicina de laboratorio, la
microbiología y la química de los alimentos, la inocuidad y el control de los
alimentos, y la comunicación y la gestión de riesgos. Las responsabilidades de
la investigación y la gestión de los brotes varían entre países y en función de
varios factores, incluidos la naturaleza y el tamaño del brote, su importancia
en relación con la salud de la población y sus repercusiones económicas. Cuando
se sospeche o se confirme que la contaminación de los alimentos ha sido
deliberada, normalmente la policía o las fuerzas nacionales de defensa
asumirían el liderazgo en la gestión global del incidente. El éxito en la investigación
y el control de los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos
depende de que se intervenga con rapidez y responsabilidad, utilizando
procedimientos bien establecidos y validados. Los países han de estar
preparados para esas situaciones, y los profesionales deben estar debidamente
formados en los procedimientos necesarios antes de que se produzcan los brotes.
Todas las personas que participen en la investigación deben comprender con
claridad el procedimiento que se ha de seguir, y no perder tiempo en debatir
aspectos de política que debían haberse resuelto con antelación.
En la
investigación de un brote de una enfermedad transmitida por los alimentos, los
pasos más habituales son los siguientes:
determinación
de la existencia de un brote;
comprobación
del diagnóstico;
definición
y recuento de los casos;
determinación
de la población expuesta;
descripción
epidemiológica (incluidos el número y la localización de los casos y la
distribución por edades, entre otros);
elaboración
de hipótesis (fuente y tipo de agente, mecanismo de contaminación, entre
otros);
realización
de nuevos estudios epidemiológicos, ambientales y de laboratorio, según
proceda;
aplicación
de medidas de control y prevención;
comunicación
de conclusiones.
Las
autoridades responsables, en consulta con todos los organismos que puedan
participar en las investigaciones, elaborarán planes de investigación y control
de brotes en relación con lo siguiente: disposiciones de consulta e información
a las autoridades de los niveles local, regional, nacional e internacional; funciones
y responsabilidades precisas de las organizaciones y las personas que
intervienen; recursos y medios disponibles para investigar los brotes; composición
y funciones de un equipo de control de brotes, y cuándo debe ser convocado; líneas
de comunicación oficiales y no oficiales con los consumidores afectados y los
grupos de población generales posiblemente expuestos al mismo riesgo.
En la
investigación y el control de los brotes de enfermedades debe participar una
amplia variedad de interesados directos. Entre las autoridades y los grupos
profesionales más pertinentes figuran las autoridades sanitarias locales, las autoridades
responsables de los alimentos, el agua, la agricultura y la sanidad animal, y
las organizaciones educativas, los productores de alimentos, los vendedores de
alimentos (tanto en comercios como ambulantes) y los consumidores, que
representan el conjunto de la cadena de la inocuidad de los alimentos “desde el
productor hasta el consumidor”. La finalidad de que estos grupos participen
plenamente es garantizar una localización de casos exacta y facilitar la
aplicación de las medidas de control. Hay otros grupos profesionales que,
aunque no intervienen directamente en la investigación, pueden verse afectados
por el brote (por ejemplo, los hospitales y los médicos locales), por lo que
también debe mantenerse una buena comunicación con ellos. Los colegas de otros
ámbitos administrativos o de otros distritos o países también pueden
beneficiarse de la información sobre el brote y quizá aporten nuevas ideas o experiencia
sobre casos análogos.
Un
aspecto importante de la investigación y el control de brotes es el vínculo con
las redes regionales o mundiales que se ocupan de las enfermedades transmitidas
por los elementos. Esos vínculos permiten a los países comunicar rápidamente la
aparición de brotes, intercambiar datos sobre agentes patógenos presentes en
los alimentos, compartir conocimientos y capacidades en metodologías de
investigación, y coordinar las respuestas en el plano nacional en caso
necesario. Cabe citar como ejemplos de esas redes nacionales EnterNet (Unión
Europea), OzFoodNet (Australia), PulseNet y Asian FoodNet, recientemente
establecida. En el nivel internacional, los países deben estar al tanto de las
obligaciones que les impone el Reglamento Sanitario Internacional (RSI)
(2005), que entró en vigor en junio de 2007. El propósito y el alcance del
Reglamento son prevenir la propagación internacional de enfermedades, proteger
contra esa propagación, controlarla y darle una respuesta de salud pública, de
forma proporcionada y limitada a los riesgos para la salud pública, y que evite
interferencias innecesarias con el tráfico y el comercio internacionales.
Dentro
de ese amplísimo alcance, ciertos eventos relacionados con la inocuidad de los
alimentos, incluidos la contaminación de alimentos y los eventos relacionados
con enfermedades transmitidas por los alimentos con repercusiones
internacionales, exigen adoptar medidas con arreglo a las disposiciones legales
incluidas en el RSI (2005). INFOSAN Emergency facilita la identificación, la
evaluación y la gestión de los incidentes relacionados con la inocuidad de los
alimentos con arreglo al RSI (2005). Muchos brotes de enfermedades transmitidas
por los alimentos no se investigan debidamente porque se carece de los conocimientos
necesarios, o porque se pretende que un solo investigador sobre el terreno los
domine sin ayuda y sin formación previa. Las Directrices de la OMS están
destinadas a los especialistas en salud pública, los inspectores sanitarios y
de alimentos, los funcionarios médicos nacionales y de distrito, el personal de
laboratorio y otros profesionales que puedan emprender o participar en la
investigación y el control de brotes de enfermedades transmitidas por los
alimentos. Existen muchos otros recursos en los que puede encontrarse
información más detallada sobre vigilancia, epidemiología, análisis
estadísticos y aspectos médicos de las enfermedades transmitidas por los
alimentos.
perfectamente
a una situación concreta, y que el entorno local siempre exigirá modificar las
técnicas de investigación para tener en cuenta las características singulares
de cada brote. También es importante señalar que hacer frente al riesgo de las
enfermedades transmitidas por los alimentos no incumbe solamente al agente de
salud pública. En última instancia, requiere la aplicación de un sistema de
control de los alimentos integrado y en buen funcionamiento. Ello exige la
colaboración entre todos los componentes de un sistema de control de los
alimentos, que incluya leyes y normas sobre alimentos, gestión del control de
alimentos, servicios de inspección, vigilancia epidemiológica y de los
alimentos (servicios de laboratorio) y educación del consumidor y comunicación
con éste. La red INFOSAN es un instrumento que permite a las
instancias responsables de la inocuidad de los alimentos y otros organismos
competentes en la materia intercambiar información sobre el tema y mejorar su
colaboración mutua en los planos tanto nacional como internacional.
INFOSAN Emergency, servicio integrado en INFOSAN, permite
la interacción entre los puntos de contacto oficiales en los países, en caso de
alerta sobre brotes u otras emergencias sanitarias de importancia
internacional, y facilita el intercambio rápido de información. La finalidad de
INFOSAN Emergency es complementar y apoyar la labor de la Red Mundial de Alerta
y Respuesta ante Brotes Epidémicos de la OMS (GOARN). Desde su sede en Ginebra,
la OMS mantiene y gestiona la red INFOSAN, que cuenta actualmente con 164
Estados Miembros. Según
la OMS, las ETA constituye una patología con una proporción de personas en
condiciones de contraer la enfermedad que alcanza a todos los estratos
poblacionales. Con frecuencia, los casos/brotes de enfermedades transmitidas
por alimentos (ETA) no son reconocidos como tales, no son reportados o no son
investigados. En la actualidad existen muchos recursos disponibles para la
investigación de ETA a nivel mundial y Argentina no es ajena a estos avances.
Como
áreas de control de la inocuidad de los alimentos tenemos una responsabilidad
clara que es prevenir la difusión de las ETA, controlar su propagación y dar
respuestas basadas en salud pública (Identificar dónde el alimento perdió la
inocuidad y qué medidas tomar para prevenir/controlar su difusión)
proporcionadas y restringidas a los riesgos para los consumidores, evitando al
mismo tiempo las dilaciones innecesarias. Cuando un potencial brote o caso de
ETA es denunciado o es detectado, inicialmente no sabremos si es por consumo de
alimentos, agua o atribuible a otras causas (Por ejemplo, transmisión
persona-persona). Debemos mantener la “mente abierta” a todas las posibles
causas en las etapas iniciales de la investigación para asegurarnos de que
ninguna etiología/factor causal o de riesgo es prematuramente descartado.
Entre
los principales objetivos de la investigación de los brotes de ETA está el
descubrir y obtener información acerca de los agentes causales, del momento y
lugar de ocurrencia del brote y de quiénes son los afectados. Obtener
información sobre la epidemiología de las enfermedades transmitidas por los
alimentos permite establecer medidas para controlar el brote, efectuar
recomendaciones e implementar estrategias para prevenir la ocurrencia futura de
eventos similares. La evaluación posterior (Eficacia y eficiencia) de las medidas
implementadas debe ser también parte de la investigación. La oportunidad de la
investigación y la respuesta ante la sospecha de una ETA es claramente el
aspecto central para el éxito: controlar el peligro, minimizar los riesgos y
evitar así que la población siga enfermándose. La responsabilidad de la
respuesta oportuna cruza por igual a todas las áreas involucradas; nivel local,
provincial o nacional tanto del área de control de los alimentos como de
epidemiología y laboratorio. Las ETA son generalmente multifactoriales, por lo
que el abordaje de su investigación debería centrarse en todos los aspectos que
pudieran estar involucrados y convocando a todos los sectores con competencia
en la materia.
Es por
ello que la gestión e investigación de un brote o caso de ETA debería
involucrar a varias dependencias del área de salud del nivel local: atención
clínica, epidemiología y control de alimentos. Incluso en algunos casos puede
involucrar también a las contrapartes provinciales o nacionales de estas áreas.
Esto dependerá de la naturaleza del brote/caso: según el tipo de
peligro/patógeno del que se sospeche, número de afectados, tipo de vehículo
implicado o presunto, lugar donde residen los afectados y/o donde ocurrió el
brote. La Vigilancia de las Enfermedades Transmitidas por Alimentos (VETA) está
incorporada e integrada a los sistemas de vigilancia en salud pública en la
República Argentina. Esto implica un trabajo de colaboración estrecha entre
epidemiólogos, bromatólogos, médicos clínicos, responsables de programas de
alimentos, de los laboratorios (Clínicos y de análisis de alimentos) y el
personal de salud en general, así como otros actores extra-sectoriales
involucrados en la cadena agroalimentaria.
El
sistema VETA forma parte de los Programas de Control de la Inocuidad de los
Alimentos, pudiendo utilizarse como “detector/alarma” del perjuicio que los
alimentos contaminados pueden producir a la salud de la población, y como
evaluador de las políticas implementadas en la materia. Cada uno de los actores
mencionados en el párrafo anterior, tiene su rol específico durante la
investigación de un caso/brote de ETA y es de la interacción e intercambio de
información entre todos estos sectores que se obtendrán los mejores resultados
y que se podrán tomar medidas preventivas eficaces. Sabemos que esta tarea no
se puede prever, estas investigaciones no pueden ser programadas con
anterioridad. Pero, a pesar de ello, sí podemos prepararnos para ello. Cada
organismo o dependencia que tiene responsabilidades ante la
respuesta/investigación de un caso/brote sospechoso de ETA debería contar con
una planificación previa para la tarea que le toca: el Plan Local para la
Investigación de Casos/Brotes de ETA.
El mismo
incluirá especificaciones claras acerca del rol de los investigadores durante
el incidente, las personas (O funciones) que deberán involucrarse en la
investigación, la información de contacto del personal del mismo organismo y de
las áreas (Contrapartes) que pudieran estar involucradas en otras
agencias/dependencias y las modalidades establecidas de comunicación con cada
una de ellas ante los diferentes escenarios posibles. La vigilancia
epidemiológica es, en la práctica, información para la acción. Esta acepción
dinámica debe estar claramente incorporada en todos los miembros del equipo de
salud que prestan servicios en el área asistencial o de laboratorio para ser
practicada. Del personal de salud en contacto directo con la población depende
la detección del caso de enfermedad y la notificación oportuna.
"SOMOS
LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HÁBITO"
ARISTOTELES
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