GUÍA PRACTICA DEL LABORATORIO MICROBIOLOGICO DE AGUAS Y ALIMENTOS (PARTE 9)
Patógenos Emergentes
Como patógenos emergentes se conocen a aquellos
microorganismos que debido a cambios en el ambiente han aumentado su incidencia
o se espera que aumente en los próximos años.
Las enfermedades emergentes y reemergentes constituyen un
problema de salud pública a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) advirtió en un informe del año 2012, que las enfermedades infecciosas
estaban surgiendo a un ritmo que no se había visto antes. Una enfermedad emergente es aquella que aparece en una población por
primera vez o que, habiendo existido previamente, presenta un rápido incremento
de su incidencia o de su distribución geográfica. Estas enfermedades
infecciosas tienen un gran potencial para propagarse rápidamente en la
población y causar epidemias mundiales. También pueden
aparecer como consecuencia de la Introducción deliberada de agentes
infecciosos por actos de bioterrorismo.
Estos microorganismos, como ser: Yersinia enterocolitica, Legionella
pneumophila, Escherichia coli O:157H:7, Campylobacter jejuni y otros, han sido aislados de diversas
fuentes, de donde pasan al hombre produciendo brotes algunos de ellos
importantes. Entre las fuentes implicadas en su aparición, encontramos aguas,
alimentos, áreas industriales, ductos de ventilación y refrigeración, etc. Deseo relevar la incidencia de los
microorganismos mencionados en las diferentes fuentes, incluyendo sus principales características y problemas en las ETA(s). Simultáneamente se
determinará el patrón de sensibilidad a compuestos antimicrobianos de uso
externo, y su comportamiento frente a los antibacterianos de uso clínico.
Las interacciones entre salud humana y animal no son una
novedad. Pero el alcance, la magnitud y las repercusiones mundiales de las
zoonosis que enfrentamos actualmente no tienen precedentes históricos. El
comienzo de una nueva era de enfermedades emergentes y reemergentes y la
importancia de sus consecuencias potenciales en la salud pública han modificado
profundamente nuestras miras y actividades. Indudablemente, las repercusiones
sin precedentes de la globalización, la industrialización, la reestructuración
del sector agrícola y el consumismo, cambiarán ciertamente los fundamentos y la
aplicación de las políticas de sanidad animal, y la manera en que debemos
considerar y preparar el futuro.
Definíamos a las enfermedades emergentes como nuevas
infecciones resultando de la evolución o modificación de un agente patógeno o
parásito existente, que cambia de espectro de hospedadores, vector,
patogenicidad o cepa; también incluyen las infecciones o enfermedades
desconocidas hasta el momento de su aparición. Una enfermedad reemergente es
una infección conocida que cambia de ubicación geográfica, cuyo espectro de
hospedadores se amplía o cuya prevalencia aumenta considerablemente.
La rapidez de la detección de las enfermedades emergentes y
reemergentes y de la consiguiente reacción es decisiva. El lapso transcurrido
entre la aparición de una nueva enfermedad y el momento en que se la detecta es
determinante. Por lo tanto, la detección veloz de ese nuevo acontecimiento
epidemiológico constituye un elemento clave para todas las políticas que habrán
de formularse. A menudo sucede que la enfermedad se propaga durante largo
tiempo antes de que sea detectada y notificada. Debido a la mundialización y
los consiguientes incrementos de la velocidad y volumen del transporte
internacional, así como del número de viajeros, los agentes patógenos
emergentes también transitan y se propagan por todo el mundo. La detección de
las enfermedades emergentes es lenta en muchos países en desarrollo y en
algunos países desarrollados adonde, posiblemente, las infraestructuras
veterinarias, servicios de expertos, laboratorios de diagnóstico y capacidad de
vigilancia global, en particular de las nuevas infecciones, son insuficientes. La preparación de un país para enfrentar una enfermedad
emergente y su capacidad de respuesta dependen, en gran medida, de la
existencia de esos servicios; por ello, es fácil comprender que los métodos de
lucha contra las infecciones emergentes de algunos países en desarrollo sean
menos eficaces.
La mayoría de las enfermedades emergentes aparecidas en los
últimos tiempos es de origen animal y casi todas ellas son potencialmente
zoonóticas. Por lo tanto, es preciso que las autoridades de la sanidad animal y
de la salud pública las enfrenten de manera coordinada. A ese respecto, los
Países Miembros de la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal u Oficina Internacional de Epizootias) se han
manifestado claramente en favor del fortalecimiento del papel que desempeña la
Organización ante las dificultades que plantean esas zoonosis. En realidad, las
enfermedades emergentes y reemergentes zoonóticas se convertirán,
progresivamente, en el motivo importante de las solicitudes de actuación que
deberán atender los Servicios Veterinarios y, por lo tanto, tendrán
consecuencias en las alianzas profesionales, recursos y programas futuros.
Por ello, será necesario que las tres organizaciones más
implicadas en estos problemas - la OIE, la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la
Salud (OMS) - conduzcan acciones de cooperación y puedan seguir desempeñando su
papel de vínculos de alcance internacional. Debemos tener presente que la lucha
contra las zoonosis comienza por la eliminación del agente patógeno en su
fuente animal de infección. Este hecho confiere un papel destacado, tanto en el
plano nacional como en el internacional, a los Servicios Veterinarios, los
veterinarios, los criadores, los responsables de la fauna salvaje y la OIE.
En el marco de la aplicación de la Resolución sobre las
enfermedades zoonóticas emergentes y reemergentes adoptada por el Comité
Internacional de la OIE en mayo de 2004, la Organización está creando un nuevo
Grupo ad hoc interdisciplinario que prestará asesoramiento sobre la lucha
contra esas enfermedades, los sistemas de vigilancia de la fauna salvaje y de
los animales domésticos, y sus consecuencias en los seres humanos. El Grupo
también prestará apoyo a la formación sobre esas actividades en los Países
Miembros. En la Resolución también se decidió que, en caso de aparición de
focos transfronterizos graves de enfermedades zoonóticas la OIE, conforme a su
papel prominente, facilitará orientaciones sobre las estrategias de lucha
contra las enfermedades al nivel de la producción animal y apoyará los
esfuerzos de las autoridades sanitarias en materia de comunicación sobre las
consecuencias en los seres humanos. La OIE ya participa plenamente en la lucha internacional
contra las zoonosis emergentes y reemergentes actuales, como la influenza aviar
y la rabia, a la que aporta su competencia especializada. El papel de la
Organización, su sistema de información que garantiza la transparencia, su red
de Laboratorios de Referencia y sus expertos de reputación internacional fueron
decisivos durante la reciente crisis de influenza aviar en el sudeste de Asia.
Los Países Miembros afectados por la enfermedad no sólo se beneficiaron de las
prestaciones de diagnóstico (formación y suministro de reactivos de
laboratorio) y vigilancia, sino también del asesoramiento sobre las políticas
generales relativas al fortalecimiento de los Servicios Veterinarios y a los
métodos de lucha contra las enfermedades animales, incluido el recurso a la
vacunación en algunas circunstancias.
Durante el segundo trimestre de 2005 se celebró en la Sede de
la OIE, en París, una conferencia internacional sobre la influencia aviar en la
que se examinaron estos asuntos y nuevas normas para la seguridad sanitaria del
comercio internacional de los productos de origen avícola. Recientemente, la rabia ha provocado una enorme preocupación
-entre otras regiones- en Europa del Este, adonde varios países están experimentando
un aumento de la prevalencia de esa enfermedad animal, mortal en los seres
humanos. Poco tiempo atrás, la Organización envió una misión de expertos a uno
de los países afectados con objeto de prestarle la asistencia necesaria para
combatir la rabia en su territorio. Además, la OIE organizó la primera
Conferencia Internacional sobre la Rabia en Europa, que tuvo lugar durante el
primer semestre de 2005.
La OIE también colabora estrechamente con organizaciones
regionales e internacionales en el control de la utilización de agentes
patógenos zoonóticos con fines terroristas. Además de ser Parte en distintas
convenciones internacionales, la Organización ha publicado directrices para los
Países Miembros sobre la mejor manera de enfrentar ese problema. El
fortalecimiento de la vigilancia, la creación de redes de veterinarios rurales,
la detección precoz, la alarma y respuesta rápidas, la mejora de las
capacidades de diagnóstico y otros recursos de los Servicios Veterinarios, así
como la adopción de nuevas legislaciones que atribuyan capacidades adecuadas a
las administraciones veterinarias y sus asociados proporcionarán los cimientos
de una mejor prevención del bioterrorismo.
Las enfermedades
transmitidas por los alimentos son uno de los más difundidos problemas de salud
pública. Se observa una tendencia a la aparición de patologías de esta índole,
nuevas o de identificación reciente, que pueden ser de carácter biológico o
químico. Estas enfermedades que se perfilan o reaparecen como problemas emergentes
pueden surgir por vez primera en una población; extenderse a nuevos vehículos
de transmisión; en ciertos casos son enfermedades que ya existían pero cuya
incidencia o distribución geográfica se amplía rápidamente por distintos
motivos o bien puede tratarse de patologías difundidas desde hace muchos años
pero que sólo recientemente han podido identificarse, gracias a la
disponibilidad de conocimientos nuevos o al desarrollo de los métodos de
identificación y análisis del agente que las produce.
Los problemas emergentes de
mayor importancia son provocados por bacterias, virus y protozoos. Otras
cuestiones de inocuidad de los alimentos se relacionan con las micotoxinas, los
residuos de plaguicidas, los medicamentos veterinarios, y agentes no
convencionales como el prión (vinculado a las encefalopatías espongiformes
transmisibles) y los contaminantes ambientales.
Los factores que desempeñan un papel
importante en la epidemiología de los problemas emergentes transmitidos por los
alimentos comprenden cambios relacionados con los agentes patógenos, el
desarrollo, la urbanización y los modos de vida, recortes de los sistemas de
atención de salud, modificaciones de los conocimientos, creencias y prácticas,
y también cambios demográficos, los viajes y las migraciones, el comercio de
alimentos, piensos y animales, así como la pobreza y la contaminación
ambiental. En los años venideros, la importancia de los
problemas emergentes transmitidos por alimentos probablemente no disminuirá
sino que tenderá a crecer. Para resolverlos no será suficiente que los
distintos países actúen de manera aislada, independientemente del nivel de
conocimientos técnicos y control de los alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes relacionados con los
alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que debe abordarse
mediante un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
Para un control mundial de la inocuidad de los
alimentos es necesario que las organizaciones internacionales apropiadas, con
la asistencia de sus miembros, elaboren un plan de acción a fin de alentar a
los países a desarrollar sistemas aceptables y eficientes de control de
alimentos y prestarles ayuda en esta tarea, indicando al mismo tiempo los
parámetros o requisitos mínimos o básicos para tal fin. Esto debe incluir la
capacidad para aplicar los tres elementos del análisis de riesgos, a saber,
evaluación, gestión y comunicación. Una iniciativa que se
proponga aumentar la inocuidad del suministro alimentario debe centrarse en los
peligros y en aquellos alimentos que comporten un riesgo mayor para la salud
pública, y hacer hincapié en el desarrollo y en la aplicación de medidas de
control para prevenir tales riesgos.
En los años venideros, la
importancia de los problemas emergentes transmitidos por alimentos
probablemente no disminuirá sino que tenderá a crecer. Para resolverlos no será
suficiente que los distintos países actúen de manera aislada,
independientemente del nivel de conocimientos técnicos y control de los
alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes relacionados con los
alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que debe abordarse
mediante un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
a. EL SÍNDROME UREMICO HEMOLÍTICO (SUH)
Últimamente ha tomado gran connotación periodística
el impacto sanitario producido por la contaminación de cierto grupo de
alimentos por el agente Escherichia coli enterohemorrágica (EHEC), uno entre
tantos agentes productores de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA), que
forman parte de uno de los componentes de la Inseguridad Alimentaria que
vivimos todos aquellos que tenemos acceso físico a los alimentos (y a
consumirlos). En este contexto, los Profesionales de las Ciencias Veterinarias
tenemos que cumplir con una función educativa esencial hacia la comunidad,
tratando de poner un poco de claridad a tanta confusión sobre este y otros
temas relacionados con la Salud Pública.
La FAO (Organismo de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación) define a la Seguridad Alimentaria como “el
derecho de toda persona a tener acceso físico ilimitado a alimentos inocuos y
de calidad.” En tal sentido, en las condiciones actuales por las que atraviesa
el país, no debe extrañarnos la prevalencia elevada de un número indeterminado
de Enfermedades de Transmisión Alimentaria de las cuales carecemos, en muchos
casos, de estadísticas serias. Según el Sistema Nacional de Vigilancia
Epidemiológica (SINAVE) del Ministerio de Salud de la Nación, durante el último
año fueron notificados 724.680 episodios de diarreas en nuestro país, de los cuales 427.245 ocurrieron en menores de 5
años. Las más afectadas fueron las provincias de Buenos Aires, Salta, Jujuy,
Santa Fe, Chaco, Tucumán, Misiones, Formosa y San Juan.
En particular, nos referiremos al denominado
Síndrome Urémico Hemolítico. Mucho se ha dicho y escrito,
pero entendemos que la bibliografía científica utilizada, perteneciente a
destacados profesionales nacionales de la Salud Pública, es de excelencia y la
más adecuada para la elaboración de este informe. Resulta interesante destacar que en las primeras
observaciones, en la década del 50 y del 60, surgen interpretaciones tanto
clínicas como etiológicas y patogénicas, que luego fueron desplazadas por otras
o relegadas al olvido para cobrar nuevamente vigencia en la actualidad
enriquecidas con estudios y observaciones de los últimos años. En 1966 (Voyer y
Walther, 1966), no hacían diferenciación entre la Púrpura Trombótica
Trombocitopénica (PFT) y el SUH más que por la edad de presentación y la
extensión de las lesiones. Considerábamos los términos de PTT y SUH dentro de
una vasta nomenclatura para referencia a variables sintomáticas, como veremos
más adelante.
Posteriormente se desvinculó a estas entidades,
diferenciando netamente por un lado la PTT o Síndrome de Moschcowitz Symmer de
presentación especialmente en jóvenes adultos con sintomatología
predominantemente neurológica, lesiones microvasculares diseminadas, evolución
generalmente fatal y etiología desconocida y por otro el SUH o Síndrome de
Gasser de presentación principalmente en niños de corta edad, precedido
generalmente por diarrea sanguinolenta. Por ello se postuló que SUH y PTT pueden ser
gradientes sintomáticas de una misma enfermedad (Remuzzi, 1987) referida
genéricamente como Microangiopatía Trombótica (MAT, Kaplan, 1995) término
acunado por Habib. Sin embargo, la similitud entre la PTT y las formas graves
de SUH con daño neurológico por lesiones extrarrenales, no significa una
identidad entre ambos cuadros (Kaplan, 1995).
En 1955 Gasser, en Suiza, describe 5 casos, 4 de
los cuales eran lactantes e introduce la denominación de Síndrome Hemolítico
Uremígeno. También se han utilizado denominaciones como Acroangiopatía
Trombocítica, Trombopatía Plaquetaria Difusa y Acroangiotrombosis Verrugosa
Trombopénica (Debré y Mozziconacci, 1958). Toda la nomenclatura estuvo así basada en las
alteraciones hematológicas y las lesiones microvasculares de trombosis. En
1962, Gianantonio presenta en la Sociedad Argentina de Pediatría 47
observaciones del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez de Buenos Aires,
recopiladas desde 1957, a lo que suma posteriormente nuevos casos. En los años
1963 y 1964 los uruguayos hacen sus primeras observaciones. Garrahan, en la
1ra. Cátedra de Pediatría refiere 15 casos y en el interior del país, López
Pondal, 3 a los que deben sumarse otros dos observados también en Tucumán por
el Dr. Eduardo Martínez.
Publicaciones de centros asistenciales de todo el
país muestran el interés que ha despertado esta enfermedad entre nosotros y el
incremento continuo de su incidencia que 3 hace de la Argentina la zona
endémica más afectada del mundo. La casuística acumulada hasta la fecha es de
más de 6.500 casos, lo que supera a lo observado en todo el resto del mundo. En
la década del 80 se intenta también el tratamiento con factores antiagregantes
plaquetarios como aspirina y dipiridamole (O'Regan y col., 1980) y se destacan
alteraciones anatomopatológicas presentes en diversos órganos a más de las ya
bien caracterizadas lesiones renales, destacándose especialmente las lesiones
cerebrales y pancreáticas (Upadhyaya y col., 1969, Preimhak y col., 1984).
En tanto en la década del 60, en la búsqueda
etiológica predominaban las referencias de asociaciones con infecciones
virales, a fines de la década del 70 se comunican asociaciones con infecciones
por enterobacterias, iniciándose con las observaciones de Shigellosis en Centro
América y luego en la India. En este país Ragupathv refiere una fuerte
asociación con la Shigella disentería
tipo 1.
Hoy en día se presenta así el estudio de toxinas
liberadas por enterobacterias, como la línea más promisoria para la comprensión
epidemiológica de la enfermedad en su presentación endémica tanto en los casos
esporádicos como epidémicos. Hasta ahora esto se ha referido a la Shiga-like
toxina producida por cepas de E. coli y
a la toxina Shiga producida por la Shigella
disentería tipo 1 y ocasionalmente por la Shigella flexneri, como también lo observamos nosotros, pero
parece ser también extensivo a otras citotoxinas producidas por bacterias como Clostridium difficile, Yersinia enterocolítica y Campilobacter.
El Síndrome
Urémico Hemolítico (SUH) es la causa más frecuente de insuficiencia
renal aguda (IRA) en los niños (en la mitad de los casos necesita diálisis). Es
un síndrome que incluye IRA,
trombocitopenia (disminución del número de plaquetas en la sangre) y hemólisis
(destrucción de los glóbulos rojos que lleva a una anemia). Es producido, en la mayoría de los casos, por
toxinas producidas por una bacteria: Escherichia coli O157:H7.
La toxina producida por este serogrupo de E coli se denomina “shiga toxina”, por ser similar a la producida por Shigella. La muerte por síndrome urémico hemolítico disminuyó gracias a la precocidad de los diagnósticos y a los nuevos métodos de control de la insuficiencia renal. Hoy, la tasa de letalidad es del 2 por ciento. Según datos del Comité Nacional de Nefrología, el 70 por ciento de los niños que padecen esta enfermedad se recuperan sin secuelas, sin embargo, es necesario controlarlos regularmente porque, en algunos casos, desarrollan problemas renales o hipertensión como consecuencia tardía del síndrome.
Escherichia coli O157:H7 y otros
serotipos de E. coli productor
de toxina Shiga (STEC: Shiga Toxin E.
coli). E.coli O157:H7 es
un patógeno emergente asociado a enfermedades transmitidas por alimentos. En
1982 fue reconocido por primera vez como patógeno humano responsable de dos
brotes de diarrea sanguinolenta severa que afectaron a 47 personas en EE.UU.
Los brotes fueron asociados epidemiológicamente con hamburguesas contaminadas,
consumidas en restaurantes pertenecientes a unacadena de comidas rápidas.
A partir de entonces numerosos brotes han sido
notificados en distintas partes del mundo. Hoy se sabe que E. coli O157:H7 es el prototipo de un
grupo de más de 150 serotipos de E.
coli (O26:H11; O103:H2; O111:NM; O113:H21; O145:NM; entre otros) que
comparten el mismo potencial patogénico. Los serotipos de STEC (Calderwood y
col., 1996), asociados a enfermedades severas en el hombre pertenecen a la
categoría de E. coli enterohemorrágico
(EHEC: enterohemorrhagic E. coli).
Los serotipos de la VTEC (Vero Toxygenic
Escherichia coli) asociados a la producción de enfermedad en el hombre son los
que corresponden a la clasificación de enterohemorrágicos (EHEC). Esta
designación alude a su capacidad de producir lesiones hemorrágicas en el
intestino. Este grupo posee una serie de cualidades que determinan su
virulencia, entre las cuales cabe mencionar:
a. Producen verocitotoxina (VT1, VT1 – VT2, VT2 y
sus variantes).
b. Sintetizan una proteína llamada intimina, que es
codificada por el gen llamado eaeA del cromosoma de la bacteria. La intimina es
la responsable de la unión de E. coli a las células de la pared intestinal
(enterocitos) proceso que inicia las lesiones en las vellosidades que los
entericitos poseen en aquella parte de su superficie que constituye la pared
interna del intestino. En algunos casos de SUH se han aislado cepas de
VTEC que carecen del gen eaeA en los que la unión a los enterocitos está
reemplazada por la producción de otro accesorio de adherencia.
c. Poseen un plásmido (esto es, ADN de doble cadena
que al unir sus extremos adquiere forma circular) de gran tamaño (por eso se lo
llama megaplásmido) con un peso molecular de 60 millones. Este plásmido
contiene los genes necesarios para la síntesis de una enterohemolisina, toxina
que es capaz de producir la destrucción (lisis) de los glóbulos rojos (de allí
hemolisina) y un apéndice de adherencia al epitelio intestinal típico de las
EHEC.
Drummond en 1989 y Kaplan en 1990 clasificaron al
SUH de acuerdo a su etiología. Una división importante es la que considera como
SUH típico al que presenta antecedentes de diarrea (D+), asociado a infección
por gérmenes productores de Stx, forma endémica en nuestro país. El SUH atípico
es el que no presenta diarrea en sus pródromos (D-). El origen del SUH post-entérico ha sido investigado
en los últimos 15 años. A fines de la década del 70, Konowalchuk y col. informaron
que algunas cepas de E. coli producían
ciertas exotoxinas (a las que llamaron verotoxinas por su acción sobre las
células Vero) relacionadas a la proteína de 70 kDa codificada en el DNA de Shigella dysenteriae tipo 1. El
significado clínico de estas toxinas permaneció desconocido hasta que, en 1983,
Riley y col. informaron una asociación entre la infección por E. coli serotipo O157:H7 y dos brotes
de colitis hemorrágica; y Karmali y col. demostraron infección por STEC en 11
de los 15 casos de SUH aislados. Luego, la asociación entre SUH e infección por
STEC, particularmente cepas del serotipo O157:H7, fue confirmada por numerosos
estudios realizados en diferentes países (Griffin y Tauxe, 1991) incluyendo
Argentina (Novillo y col., 1988; López y col., 1989; Rivas y col., 1996).
Se ha estimado que, en América y en Europa,
alrededor del 90% de los niños con SUH tiene alguna evidencia de infección por
STEC siendo el serotipo O157:H7 responsable del 70% de los casos (Lior y col.,
1994; Caprioli y col., 1994; Van de Kar y col., 1994). En Argentina, la
asociación entre SUH y STEC del serotipo O157:H7 no está suficientemente
clarificada. López y col. encontraron que el serotipo O157:H7 no es común en
niños argentinos con diarrea inducida por toxina Shiga complicada o no con SUH.
En cambio, Rivas y col. detectaron en niños con SUH
fundamentalmente cepas de E. coli del
O157:H7. Es importante recordar que el primer aislamiento de E. coli O157:H7 fue realizado en
nuestro país, en 1977, a partir de terneros con colibacilosis (Orskov y col.).
La información sobre STEC proviene fundamentalmente de estudios realizados con
cepas del serotipo O157:H7, fácilmente distinguible de otros serotipos de E. coli por sus peculiares
propiedades bioquímicas, ya que no fermentan sorbitol o lo hacen lentamente
(Farmer y Davis, 1985) y no poseen actividad de ßglucuronidasa (Thompson y
col., 1990).
Escherichia coli forma parte de la flora habitual
del intestino del hombre y de los animales. Los animales domésticos,
especialmente los rumiantes, constituyen el principal reservorio natural de
STEC. La prevalencia en vacunos oscila entre 0,1 y 16%. Ha sido aislado también
de heces de gansos, ovinos, equinos, perros, cabras y ciervos. Estudios
realizados en EE.UU., Canadá e Inglaterra (Wells y col., 1991; Chapman y col.,
1993) han identificado al ganado bovino como un reservorio importante de E. coli O157:H7, luego que los
primeros brotes de colitis hemorrágica estuvieron asociados al consumo de
hamburguesas mal cocidas y leche cruda, (Griffin y Tauxe, 1991).
STEC ha sido aislado de las heces y aparentemente
habita el tracto intestinal del animal portador (Sanderson y col., 1995). El
ganado lechero y particularmente los terneros y vaquillonas serían portadores
más frecuentes que el ganado adulto. También fue aislado del ganado de carne,
específicamente de terneros con diarrea, en donde STEC no sería el causante de
esta patología. En 1987, una cepa con estas características se aisló de
terneros con colibacilosis en Argentina (Ørskov y col., 1987). En estudios
realizados en 720 animales sanos de seis especies diferentes, STEC fue aislado
en materia fecal de 208 animales (28,9%). La prevalencia fue mayor en tres
especies de rumiantes: ganado bovino (21,1%), ovejas (66,6%)y carneros (56,1%).
Fue detectado más esporádicamente en no rumiantes: pollos (<0,799), cerdos
(7,5%), perros (4,8%) y gatos (13,8%) (Beutin y col., 1993).
Recientes investigaciones confirman que los
terneros son reservorios de la bacteria Escherichia coli O157H:7, causante de
enfermedades en humanos. El trabajo pertenece a investigadores de las
Facultades de Ciencias Veterinarias y de Bioquímica y Ciencias Biológicas UNL
(Universidad Nacional del Litoral). Concretamente, los investigadores se
propusieron “aislar E. coli O157:H7 de animales bovinos, y estudiar la relación
epidemiológica entre estas cepas y otras cepas aisladas de alimentos y casos
clínicos”, bajo la dirección del colega Profesor Dr. José Luis Otero.
A partir de un estudio de caracterización de E. coli O157:H7 aislados a partir de terneros, se confirmó que es “importante el papel del ganado bovino en la epidemiología de las enfermedades producidas por este agente patógeno en el hombre” y que “las cepas aisladas de ganado poseían todos los factores de virulencia necesarios para producir enfermedad en humanos”. Existen también diferencias geográficas en la incidencia del SUH y su forma de presentarse. En particular, en la Argentina no han ocurrido brotes de magnitud semejante a los de EE.UU. y la estadística señala más bien la aparición de numerosos casos esporádicos.
Contrariamente a lo esperado, el síndrome urémico
hemolítico, se presenta en niños de hogares con un buen nivel socioeconómico.
Si bien se registran casos durante todo el año, su frecuencia aumenta en la
primavera, alcanzando un máximo durante el verano, para luego decrecer hacia el
otoño. La carne picada, insuficientemente cocida, y los lácteos y jugos sin
pasteurizar como el vehículo más frecuente de brotes de ETA (Enfermedades
Trasmitidas por Alimentos) causados por este organismo.
La colitis hemorrágica ha sido transmitida además
por embutidos fermentados, leche cruda, yogures artesanales, sidra de manzana y
mayonesa. Los brotes que han involucrado alimentos ácidos demuestran la
tolerancia de los organismos causales a pH bajos. Estos microorganismos también
han sido aislados de productos vegetales, la contaminación de vegetales puede
ser consecuencia del uso de abonos orgánicos de origen bovino.
También el agua ha sido considerada vehículo de
transmisión, habiéndose informado de brotes asociados a la ingestión de agua de
bebida no clorada, o del contacto con piletas de natación y también de un lago
contaminado. También se ha identificado a la materia fecal bovina como una
fuente de contaminación para alimentos y agua.
No obstante, la dinámica de STEC, en su relación
reservorio - medio ambiente, no está totalmente dilucidada. Actualmente se ha
convertido en uno de los desafíos más fuertes para la industria de la carne. La
transmisión persona a persona es también una vía importante para adquirir la
infección debido a la baja dosis infectiva (50 – 100 ufc). Ingresa al organismo
por la ingesta de carne (especialmente mal cocida), o por otros alimentos que
hayan estado en contacto con la materia fecal de la vaca, como leche no
pasteurizada, verduras y frutas mal lavadas, aguas contaminadas, etc (Fuente: Escherichia coli verotoxigénica (VTEC): su
transmisión por alimentos - Ciencia Hoy Volumen 10 Nro. 55 - Febrero /
Marzo 2000).
También la contaminación fecal de las aguas o la
falta de higiene en el procesamiento industrial puede explicar la presencia de
esa bacteria en los pescados. Es importante conocer el origen de los alimentos y
en aquellos que los posean, leer muy bien los rótulos, cómo han sido
conservados y procesados, observar la higiene, el cumplimiento de la cadena de
frío y el grado de cocción. En esta situación lo más valioso es la prevención.
La contaminación fecal del agua y otros alimentos y la contaminación cruzada
durante la preparación de los alimentos son rutas importantes en la transmisión
de la infección.
En Wisconsin (EE.UU.), se encontró que STEC estaba
presente en carne bovina (1 – 2%), carne picada bovina (1-3%), en pollo (1-2%),
y en carne de cerdo (1-2%) (Doyle, 1994). También fue aislado de leche y carne
de ciervo. Agri-Food de Canadá informó que STEC tiene una prevalencia del 36%
en carne vacuna y del 10% en carne de cerdo.
Es importante destacar que STEC sobrevive a las
temperaturas de refrigeración y congelación y puede desarrollar a 8ºC (Palumbo
y col., 1995). Esta característica tiene un tremendo impacto tanto en la
industria de la carne, como en los sectores de comercialización en donde el uso
del frío está muy extendido. Cepas de E.
coli enterohemorrágica (EHEC) han sido aisladas de una gran variedad de
alimentos y del medio ambiente, esto implica distintas condiciones en término
de nutrientes, pH, salinidad y temperatura.
Recientes brotes de diarrea y SUH han sido
asociados al consumo de alimentos como el jugo de manzana, mayonesa y embutidos
fermentados, alimentos de naturaleza ácida. Benjamin y Datta han demostrado que
E. coli O157:H7 posee una gran
tolerancia a pH menores a 3 sin pérdida de la viabilidad. Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente
de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de
verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los
animales), también puede desencadenar la enfermedad.
Incluso, un estudio realizado en nuestro país sobre
34 pacientes con SUH y 95 convivientes demostró que el 24 % de los afectados
tuvo, al menos, un familiar con diarrea. Para evitar la vía de contagio de
persona a persona (la que se produce por el contacto con la materia fecal del
enfermo), los especialistas insisten en la necesidad de lavarse las manos, con
agua y jabón, luego de ir al baño y antes de manipular los alimentos. Estas bacterias producen unas potentes citotoxinas
que destruyen in vitro las células en cultivo de la línea continua llamada Vero
(que proviene de células de riñón de mono verde africano) razón por la cual han
sido bautizadas como verocitotoxinas. También se conocen como (SLT) Shiga-like
toxins (toxinas parecidas a la Shiga), porque pertenecen a la misma familia que
la citotoxina Shiga sintetizada por la bacteria Shigella dysenteriae tipo 1
causante de la disentería bacteriana.
La producción de verocitotoxinas está codificada
por los ácidos nucleicos de distintos bacteriófagos, que son virus que infectan
a las bacterias, los que incorporan instrucciones en Escherichia coli para
sintetizar nuevos compuestos. Hay dos tipos de verocitotoxinas, las VT1 (SLT-I)
y las VT2 (SLT-II) con sus variantes que incluyen a la VT2e, producida por las
bacterias que causan la enfermedad de los edemas en el cerdo. Las
verocitotoxinas ejercen su acción sobre una amplia variedad de células
endoteliales que tapizan el interior de los vasos sanguíneos y sobre células
epiteliales, incluyendo aquellas que tapizan el interior del íleon (parte final
del intestino delgado) y colon (intestino grueso), células endoteliales
glomerulares.
También actúan sobre los glóbulos rojos que
presentan en su membrana el grupo glicolipídico P1. Las verocitotoxinas actúan
sobre las células uniéndose específicamente a componentes de la membrana
celular llamados receptores. Se sabe ahora que estos receptores son
glicolípidos (componentes de la membrana celular formados por lípidos y
azúcares) específicos.
El receptor habitual para VT1 y VT2 es una ceramida
trihexosida llamada Gb3; la VT2e puede unirse a un glicolípido neutro diferente
denominado Gb4. Las verocitotoxinas están formadas por dos subunidades llamadas
A y B. La subunidad B es la encargada de asociar a la VCT con el glicolípido.
Luego, la subunidad A de la toxina inicia la inhibición de la síntesis proteica
en la célula llevando a la muerte celular por apoptosis (ver Ciencia Hoy,
53:12-21, 1999); la inhibición se produce por inactivación de la fracción
llamada 60S de los ribosomas encargados de la síntesis de proteínas.
Cuando esto sucede a nivel de las células que
constituyen el endotelio de los vasos sanguíneos, el daño produce coagulación
intravascular principalmente en el sistema nervioso central, el tubo digestivo
y los riñones. En nuestro país, el síndrome urémico hemolítico (SUH) es una enfermedad que puede
aparecer a lo largo de todo el año. La República Argentina es el país donde se
diagnostica la mayor cantidad de casos en todo el mundo, alrededor de 300 a 350
casos nuevos por año.
Generalmente afecta a lactantes, niños entre 6 a 36
meses de edad. Existen brotes en los meses más cálidos, pero aparecen nuevos
casos durante todo el año. Comienza con una diarrea con moco, sangre o ambos en
niños previamente sanos. Luego de tres o cuatro días aparece palidez, como
expresión de anemia, es decir, que el niño se ve pálido porque empiezan a bajar
los glóbulos rojos. Los riñones empiezan a fallar en su trabajo para eliminar
sustancias tóxicas, por eso aumentan en la sangre la urea y la creatinina. En la
mitad de los niños con esta enfermedad, esa falla de la función del riñón puede
ser tan grave que el niño deje de orinar. En ese caso es necesario tratarlo con
diálisis.
Siempre que un niño menor de cinco años presente un
cuadro de diarrea es necesario consultar al pediatra, dado el riesgo de
deshidratación. Si, además, es mucosa o mucosanguinolenta puede que se esté en
presencia de un caso de Síndrome Urémico Hemolítico. En los casos más graves
también se pueden afectar otros órganos, presentarse convulsiones o coma, puede
subir la presión arterial o se corre el riesgo de que el intestino se perfore,
con riesgo de vida. Esta enfermedad puede ser muy grave. El niño debe estar
internado y ser tratado por un equipo especialista en nefrología infantil.
La tasa de incidencia es de 7,8 pacientes por cada
100.000 niños menores de 5 años, habiéndose acumulado más de 6.000 casos desde
1965 hasta el presente. Ambos valores son los más altos de mundo. La tasa de
letalidad ha disminuido de un 30%, registrado en los primeros años de la década
del 60, hasta un porcentaje que en la actualidad es de 2,5% aproximadamente.
Esto se debe a un diagnóstico precoz de la enfermedad y a un mejor manejo de la
insuficiencia renal aguda y de la anemia. El niño debe continuar bajo control
del especialista, además del pediatra, ya que la mayoría de los niños afectados
por esta enfermedad cura definitivamente; aunque el 30% de ellos podrá tener
problemas en algún momento de la vida, tales como hipertensión arterial, fallo
renal o ambos. Este síndrome puede derivar, además, en anemia y
alteraciones neurológicas: "lo que debemos lograr es que los chicos no
lleguen a estas instancias y al tratamiento que, en definitiva, será sólo de
apoyo, porque el síndrome en sí no tiene una cura específica". En los
primeros días de desarrollo de la enfermedad, los signos que deben motivar la
consulta médica son: diarrea, sangre en las heces, irritabilidad, debilidad
letárgica y heces con olor fétido.
Los síntomas posteriores son: disminución de la
orina, palidez, distensión abdominal o aumento en el perímetro abdominal
(debido al agrandamiento del hígado y del bazo), magulladuras, erupción cutánea
en forma de pequeños puntos rojos (petequias), coloración amarillenta de la
piel (ictericia), disminución del nivel de estado consciente y convulsiones (Sociedad Argentina de Pediatría. Comité
Nacional de Nefrología).
Además, puede mimetizar desórdenes no infecciosos
como intususcepción, apendicitis, diverticulosis, colitis isquémica e Infección
por E. coli O157:H7 (3-4 días),
Calambres abdominales, diarrea no sanguinolenta (1-2 días), Diarrea
sanguinolenta (5-7 días), 90-95% 5-10% Resolución SUH ulcerativa, como así
también colitis infecciosas causadas por Salmonella,
Shigella, Campylobacter, Clostridium difficile, Yersinia enterocolytica o Entamoeba histolytica (Tarr, 1995).
Dentro de los distintos grupos de bovinos
estudiados en la Argentina, el ternero fue portador de las cepas con los
serotipos más patógenos para el hombre: O20:H19, O26:H11, O103:H-, O103:H2,
O111:H- y OX3:H21.
En el bovino adulto, en pastoreo o en matadero, se
cuentan los serotipos: O20:H19, O91:H21, O113:H21, O116:H21, O117:H7, O171:H2,
OX3:H21 que son los que han sido detectados en alimentos cárneos (carne molida
y hamburguesas). Estos datos permiten suponer que la contaminación de la carne
con la flora intestinal se produce durante el proceso de faena. Si bien esta contaminación primaria o endógena, en
la que el material infeccioso proviene del propio animal no puede evitarse
totalmente, es posible reducirla considerablemente si se extreman las medidas
higiénicas, siguiendo las normas establecidas en el Reglamento de Inspección de
Productos, Subproductos y Derivados de Origen Animal (decreto 4238/68 del
Ministerio de Economía, Secretaría de Agricultura y Ganadería, SENASA).
Medidas de prevención
• Asegurar la correcta cocción de la carne; la
bacteria se destruye a los 70º C. Esto se consigue cuando la carne tiene una
cocción homogénea cuando no quedan partes rojas).
• Tener especial cuidado con la cocción de la carne
picada.
• Utilizar distintos utensilios de cocina para
cortar o tomar la carne cruda y la carne una vez cocida (Contaminación cruzada
indirecta)
• Evitar el contacto de las carnes crudas con otros
alimentos; tener en cuenta cómo se disponen dentro de la heladera y en mesadas.
(Contaminación cruzada directa).
• Consumir leche, derivados lácteos y jugos de
frutas pasteurizados y conservar la cadena de frío
• Lavar cuidadosamente las verduras y frutas.
• Asegurar la correcta higiene de las manos (deben
lavarse con agua y jabón), antes de preparar los alimentos y luego de ir al
baño como mínimo.
• Se sugiere que los menores de 2 años no ingieran
comidas rápidas.
• Respetar la prohibición de bañarse en aguas
contaminadas. Concurrir a piletas de natación habilitadas para tal fin.
• Consumir agua potable. Ante la duda, hervirla y
agregar lavandina concentrada. Por este motivo, se aconseja consumir agua
potable o de lo contrario; hervir agua en un recipiente limpio y tapado de tres
a cinco minutos y no más; dejar enfriar el agua y conservarla en el mismo
recipiente o agregar dos gotas de lavandina concentrada por cada litro de agua
y esperar 30 minutos para ser consumida.
• Ante cualquier duda o síntoma, consultar al
médico o dirigirse al centro de salud más cercano a su domicilio.
Las medidas preventivas para controlar la
transmisión de la infección son:
a) de higiene durante el faenamiento del ganado;
b) aplicación de controles en los puntos críticos
de la elaboración de alimentos;
f) evitar el hacinamiento en comunidades cerradas
(jardines maternales, jardines de infantes, cárceles, etc.);
g) no concurrencia a comunidades cerradas de
personas con diagnóstico bacteriológico positivo;
h) evitar el uso de antimicrobianos y
antidiarreicos, considerados factores de riesgo en la evolución de diarrea a
SUH;
i) educación de médicos, veterinarios,
microbiólogos, personal de plantas elaboradoras de alimentos y restaurantes, de
jardines maternales, de infantes y geriátricos y la comunidad en general sobre
los riesgos que implica la infección por STEC.
En relación al número de habitantes, la tasa de
incidencia de la enfermedad en la Argentina es mayor y el país se ubica en
primer lugar entre el resto de los países. Esta cifra puede subestimar el problema, ya que la
enfermedad no siempre se denuncia. Si trasladamos los costos a la Argentina, es
obvio que esta enfermedad se lleva un importante porcentaje del gasto en salud. Y si consideramos que el SUH ocurre en uno de cada
10 niños que son infectados con esta bacteria y que pueden tener una diarrea
aguda, resulta claro que las infecciones por E coli 0157:H7 o similares
resultan un problema de alto riesgo y costo. La disposición reciente de la
Senasa reglamentando la obligatoriedad de los frigoríficos de investigar la
presencia de Ecoli 0H7 en las carnes durante y después del faenamiento, es un
paso importante; pero debemos reconocer que es una medida un tanto tardía y que
en la Argentina es muy alta la tasa de faenamiento clandestino.
Queda también un bache importante. El control a
nivel minorista, las llamadas “comida chatarra” y el problema de la venta
callejera de alimentos. Estos son puntos críticos y no pueden ser dejados de
lado si queremos hacer un intento de prevención fuerte para reducir el número
de casos. No se han reportado casos de recurrencia en pacientes que han
padecido SUH postentérico. Las bacterias se inactivan fácilmente
por calentamiento. Esto justifica recomendar que durante la cocción de la carne
la temperatura en su interior no deba ser inferior a 68ºC y que se debe evitar
la ingestión de alimentos cárneos excesivamente rojos y jugosos por cocción
insuficiente.
b. CAMPYLOBACTERIOSIS
La
campilobacteriosis es una enfermedad infecciosa ocasionada por bacterias del
género Campylobacter.
La mayoría de las personas que enferman con campilobacteriosis contraen
diarrea, calambres, dolor abdominal y fiebre dentro de 1 a 5 días después de la
exposición al organismo. La diarrea puede ser sanguinolenta y puede ir
acompañada de náusea y de vómitos. La enfermedad dura típicamente una semana.
Algunas personas que son infectadas con Campylobacter
no tienen ningún síntoma. En las personas con sistemas inmunológicos
comprometidos, el Campylobacter
se propaga ocasionalmente a la corriente sanguínea y ocasiona una grave
infección que pone en peligro la vida.
Campylobacter es la causa bacteriana más común de la enfermedad diarreica en los Estados Unidos. Prácticamente todos los casos ocurren en eventos aislados y esporádicos, no como parte de brotes grandes. La Vigilancia activa por medio de un sistema de vigilancia especial denominado FoodNet indica que alrededor de 15 casos por cada 100,000 personas en la población, son diagnósticados cada año. Mucho más casos pasan sin diagnosticar o sin notificar y se estima que la campilobacteriosis afecta a más de 1 millones de personas cada año, o 0,5% de la población. La campilobacteriosis ocurre mucho más frecuentemente en los meses de verano que en el invierno.
El
organismo se aísla de lactantes y jóvenes adultos con más frecuencia que en
otros grupos de edades y de los varones con más frecuencia que de las mujeres.
Aunque el Campylobacter
no causa por lo común la muerte, se ha estimado que 500 personas con
infecciones de Campylobacter
pueden morir cada año. El
organismo Campylobacter
es en realidad un grupo de bacterias de configuración espiral que pueden causar
enfermedad en los seres humanos y los animales. La mayor parte de la enfermedad
en los seres humanos es ocasionada por una especie, llamada Campylobacter jejuni, pero
1% de los casos humanos de Campylobacter
son ocasionados por otra especie. Campylobacter
jejuni crece bien a temperatura del cuerpo de un ave y parece bien
adaptada a las aves, que la transportan sin enfermar. La bacteria es frágil. No
puede tolerar la deshidratación y puede destruirse mediante oxígeno. Crece sólo
si existe menos oxígeno que la cantidad atmosférica en el entorno. La
congelación reduce el número de bacterias de Campylobacter
que se hallan presentes en la carne cruda.
Muchas clases diferentes de infecciones pueden ocasionar diarrea y diarrea sanguinolenta. Los médicos pueden buscar causas bacterianas de diarrea pidiendo a un laboratorio que efectúe un cultivo de una muestra de heces de una persona enferma. El diagnóstico del Campylobacter requiere procedimientos especiales de cultivo en laboratorio, que quizás los médicos necesiten pedir específicamente. Prácticamente todas las personas infectadas con Campylobacter se recuperarán sin ningún tratamiento específico. Los pacientes deberían beber suficientes fluidos en tanto dura la diarrea. En los casos más agudos, pueden utilizarse antibióticos tales como eritromicina o una fluoroquinolona, y pueden acortar la duración de los síntomas si se les da pronto después de manifestarse la enfermedad. Su médico tomará la decisión si necesita administrar antibióticos.
La
mayoría de las personas que adquieren campilobacteriosis se recuperan
completamente dentro de 2 a 5 días, aunque algunas veces la recuperación puede
llevar hasta 10 días. En raras ocasiones, pueden resultar de la infección con Campylobacter algunas
consecuencias a largo plazo. Algunas personas pueden tener artritis como
consecuencia de la campilobacteriosis; otras pueden adquirir una enfermedad
rara que afecta a los nervios del cuerpo a partir de varias semanas después de
la enfermedad diarreica. Esta enfermedad, llamada síndrome de Guillain-Barré,
ocurre cuando el sistema inmunológico de la persona recibe
"instrucciones" de que ataque a los nervios propios del cuerpo y
puede conducir a parálisis que dura varias semanas y de ordinario requiere
atención intensiva. Se estima que aproximadamente 1 de cada 1,000 casos
notificados de campilobacteriosis conducen al síndrome de Guillain-Barré. Hasta
40% de los casos de síndrome de Guillain-Barré en los Estados Unidos pueden
haber sido desencadenados por la campilobacteriosis.
La campilobacteriosis ocurre de ordinario en casos únicos y esporádicos, pero también puede ocurrir en brotes, cuando un número de personas enferman todas a la vez. La mayoría de los casos de campilobacteriosis están asociados con la manipulación de pollos crudos o la ingestión de carne de pollo cruda o no cocinada suficientemente. Un número muy pequeño de organismos Campylobacter (menos de 500) pueden ocasionar la enfermedad en los seres humanos. Incluso una gota de jugo de carne de pollo cruda puede infectar a una persona.
Una
forma de infectarse ocurre cuando se corta carne de pollo en una madera de
cortar y luego se utiliza la madera de cortar sin lavarla, o el utensilio, para
preparar legumbres u otro alimento crudo o ligeramente cocinado. El
organismo Campylobacter
procedente de la carne cruda puede propagarse a los otros alimentos. El
organismo no se propaga por lo general de una persona a otra, pero esto puede
ocurrir si la persona infectada es un niño pequeño o está produciendo un gran
volumen de diarrea. Los brotes más grandes debidos al Campylobacter no están
asociados de ordinario con pollo crudo sino que usualmente están relacionados
con el consumo de leche no pasteurizada o agua contaminada. Los animales
también pueden infectarse y algunas personas han adquirido su infección de
contacto con las heces infectadas de un perro o gato enfermo.
Muchas bandadas de pollos son infectadas silenciosamente por el Campylobacter; es decir, los pollos son infectados con el organismo pero no muestran signos de enfermedad. El Campylobacter puede propagarse fácilmente de un ave a otra a través de una fuente común de agua o mediante contactos con heces infectadas. Cuando se sacrifica un ave infectada, el Campylobacter puede transferirse de los intestinos a la carne. Más de la mitad de los pollos crudos en los mercados de los Estados Unidos tienen Campylobacter. El Campylobacter también se halla presente en los órganos internos, especialmente el hígado.
La leche no pasteurizada puede contaminarse si la vaca tiene una infección con Campylobacter en la ubre o si la leche se contamina con estiércol. El agua de superficie y las corrientes de montaña pueden contaminarse con heces infectadas de vacas o aves silvestres. Esta infección es común en el mundo en desarrollo y quienes viajan a otros países también se hallan sometidos a riesgos de contraer la infección con Campylobacter.
Hay
algunas prácticas simples de manipulación de alimentos para prevenir las
infecciones con Campylobacter.
Los médicos que diagnostican la campilobacteriosis y los laboratorios clínicos
que identifican este organismo deberían notificar sus resultados al
departamento de salud local. Si muchos casos ocurren al mismo tiempo, esto
puede significar que muchas personas se vieron expuestas a un artículo
alimenticio contaminado común o a una fuente de agua que pudiera aún estar
disponible para infectar a más personas.
Cuando
ocurren brotes, las actividades de educación de la comunidad pueden dirigirse a
técnicas adecuadas de manipulación de alimentos, especialmente mediante la
cocción de toda la carne de pollo y otros alimentos de origen animal, y
prácticas de higiene de la cocina de sentido común. Algunos datos indican que
el Campylobacter
puede propagarse a toda una bandada de pollos a través del agua que beben. El
proporcionar fuentes de agua limpia y clorinada para los pollos pudiera
prevenir las infecciones con Campylobacter
en las bandadas de pollos y de esta forma disminuir la cantidad de carne
contaminada que llega al mercado. Cocine
bien todos los productos de aves. Asegúrese de que la carne está cocinada en
todos sus lados (ha dejado de estar rosada), que los jugos salen claros y que
el interior se ha cocinado a 77° C para la carne de la pechuga y 82° C para la
carne de muslo. Si se le sirve carne de pollo insuficientemente cocinada en un
restaurante, devuélvala para que la cocinen mejor.
Lávese
las manos con jabón después de manipular alimentos crudos de origen animal
Lávese las manos con jabón después de manipular alimentos crudos de origen
animal y antes de tocar ninguna otra cosa. Evite
la contaminación cruzada en la cocina: Utilice deferentes tableros de cortar
para los alimentos de origen animal y otros alimentos. Limpie cuidadosamente
todos los tableros de cortar, la parte superior de los mostradores y los
utensilios con jabón y agua caliente después de preparar alimentos crudos de
origen animal. Evite
consumir leche no pasteurizada o agua de superficie no tratada. Asegúrese de
que las personas que tienen diarrea especialmente los niños, se laven las manos
con cuidado y con frecuencia utilizando jabón para reducir el riesgo de
propagación de la infección. Lávese
las manos con jabón después de entrar en contacto con heces de mascotas o
animales domésticos.
c. LEGIONELLA
La primavera acostumbra a ser la puerta de entrada de los primeros
calores y, con ellos, de la puesta en marcha de los sistemas de aire
acondicionado. En los últimos años, estos sistemas se han visto asociados cada
vez con mayor frecuencia a brotes de legionelosis, una enfermedad que utiliza
como vehículo el agua de las redes públicas de distribución.
El desarrollo económico, y el abaratamiento de las instalaciones de aire
acondicionado, han propiciado la generalización del uso de las máquinas de
aire frío para todo tipo de ambientes, desde el hogar hasta zonas de
trabajo, áreas de ocio o de tránsito o incluso centros hospitalarios.
De ellas se espera que contribuyan a mejorar la calidad de vida, ya que consiguen mantener una temperatura ambiental estable y confortable. No obstante, también implican algunos problemas que requieren solución. El más importante es el asociado a la higiene de su manipulación y a la periodificación de su mantenimiento. Una falta de atención suficiente con respecto a este tipo de instalaciones se ha visto que es el principal factor de riesgo para que, en un momento u otro, acaben actuando como verdaderas incubadoras de Legionella. A menudo, las condiciones que se crean son adecuadas en cuanto a la temperatura de crecimiento del microorganismo, hay una humedad suficiente y una cierta cantidad de nutrientes. Si además se considera la ausencia de luz solar directa, que afecta a la viabilidad del patógeno, será fácil entender la lógica de la diseminación del microorganismo.
Las bacterias del género Legionella se pueden encontrar en
ambientes acuáticos naturales, así como en diversas instalaciones de edificios,
siendo los sistemas de agua sanitaria y las torres de refrigeración los puntos
que con mayor frecuencia se han identificado como fuentes de infección. Para
prevenir este problema, ya desde el año 1997 las autoridades sanitarias se
preocuparon de su abordaje. Así, la Comisión de Salud Pública del Sistema
Nacional de Salud de España, en su reunión del 24 de abril de 1997, aprobó
encargar a la Ponencia de Sanidad Ambiental la elaboración de unos criterios
técnico-sanitarios que unificaran las actuaciones de las autoridades para la
prevención y control de la legionelosis.
No obstante, por diversos motivos, estas recomendaciones no se han
mostrado completamente eficaces, ya que los casos se van sucediendo de forma
paulatina, hasta el punto de que cada vez que se dan las condiciones adecuadas
se detectan brotes de gran importancia. El sucedido en Murcia en 2001 ha sido
hasta la fecha el más importante detectado en el mundo. La aparición de brotes
posteriores en diversas localidades españolas han evidenciado la dificultad de
su control y su paso a la categoría de problema de salud pública.
La legionelosis es una enfermedad bacteriana de origen ambiental que presenta dos formas clínicas perfectamente diferenciadas: la infección pulmonar o enfermedad del Legionario, caracterizada por neumonía con fiebre alta, y la forma no neumónica conocida como fiebre de Pontiac, que se manifiesta como un síndrome febril agudo que desaparece por sí solo. Cuando se instaura la enfermedad, es clínicamente indistinguible de otras neumonías atípicas y con frecuencia los pacientes requieren hospitalización. El periodo de incubación es normalmente de 2 a 10 días, siendo más frecuente en personas de edad comprendida entre 40 y 70 años, y de dos a tres veces más frecuente en hombres que en mujeres. Curiosamente, esta enfermedad es muy poco habitual en niños.
El riesgo de contraer la enfermedad depende del tipo e intensidad de la
exposición y del estado de salud del sujeto susceptible, aumentando en enfermos
inmunocomprometidos, en diabéticos y en pacientes con enfermedad pulmonar
crónica, así como en fumadores o alcohólicos. La tasa de ataque (nº de
enfermos/nº de personas expuestas) en brotes es de 0,1 a 5% en población
general. La letalidad, en la comunidad, supone menos del 5%, pero puede llegar
a ser del 15% o 20% si no se instaura un tratamiento antibiótico adecuado. El
tratamiento antibiótico de elección es eritromicina. En el caso de Fiebre de
Pontiac el tratamiento es sintomático. Las condiciones que permiten el crecimiento del microorganismo parecen
claras. La primera condición es que Legionella llegue a las superficies,
para posteriormente poder multiplicarse gracias a las características propicias
que encuentra en las torres de refrigeración.
El fundamento de la refrigeración consiste en producir frío en el interior de un edificio, mientras que el calor captado ha de ser eliminado expulsándolo al exterior. Este sistema es muy eficaz cuando funciona en continuo, ya que el único secreto consiste en idear un mecanismo que permita enfriar de nuevo el sistema refrigerante. Para ello se necesita presión, y algo que pueda acelerar el proceso de enfriamiento. Una de ellas se basa en la capacidad que tienen algunos protozoos (amebas fundamentalmente) para “comerse” a los organismos del género Legionella. En el interior de estos microorganismos de gran tamaño el patógeno sobrevive y podría incrementar su poder patógeno.
Legionella es un microorganismo que se adapta a las condiciones adversas, sobre
todo cuando ha colonizado una superficie. Cuando ello ocurre se forma lo que se
denomina un biofilm, una estructura que le confiere una elevada resistencia. En
este sentido se ha verificado que el tratamiento, incluso con hipoclorito de
sodio (lejía) puede no ser completamente eficaz.. El hipoclorito se une a los
restos del biofilm y a los microorganismos muertos, con lo que la eficacia
puede verse disminuida en determinadas circunstancias. Actualmente el tratamiento se basa en añadir lejía en el agua que se
emplea en el sistema de refrigeración de la torre, con lo que se pretende que
de una forma directa se produzca una desinfección. En la medida que el agua no
tenga Legionella, no se producirá un vehículo del patógeno mediante la
vía natural de resistencia en el medio. Sin embargo, si en el entorno existen
legionelas en el medio, pueden llegar a la torre por el aire, no por el agua,
con lo que también serían necesarios tratamientos directos sobre las
superficies.
La aparición de brotes de legionelosis se define habitualmente como un
problema de salud pública de origen mediambiental. Y es así en efecto, puesto
que se trata de una bacteria que se halla frecuentemente entre la circuitería
de los sistemas de refrigeración destinados a proveer aire acondicionado en
verano. A menudo se olvida, sin embargo, que muchas de las especies del genero Legionella
sobreviven de forma natural en aguas encharcadas, embalses o incluso en lagos. Algunas de ellas se utilizan como puntos de captación para el
abastecimiento de agua potable, con lo que la bacteria sale de su hábitat
natural para pasar a formar parte de tuberías o sistemas de distribución a
distinto nivel. De ahí que a menudo pueda detectarse su presencia en fuentes
públicas, además de aguas de riego o incluso, si no se ha eliminado antes, en
aguas de boca.
La ingestión del patógeno, por lo que se ha podido comprobar hasta la
fecha, no causa alteración alguna. Para que la neumonía asociada a Legionella
se desencadene, es preciso que la bactería entre en el organismo a través de
las vías respiratorias. Ello sólo es posible si previamente se han formado
aerosoles, algo así como una pulverización del agua. Por otra parte, la formación de biofilms, una de las características de Legionella,
se está revelando como de sumo interés para el estudio de esta estructura
particular en otros patógenos que, esta vez sí, penetran en el organismo de la
mano de alimentos. En la actualidad existen varios estudios en marcha cuyo
objetivo es caracterizar la formación de biofilms y determinar sistemas capaces
de destruirlos. Legionella actúa en este sentido como microorganismo
modelo.
d. YERSINIOSIS
La Yersiniosis es una infección relativamente
infrecuente causada por la bacteria llamada Yersinia.enterocolitica Se contrae
típicamente a través de la consumición de los productos de carne poco
cocinados.
Tres tipos principales de yersiniosis afectan a la
gente en el mundo entero. En los Estados Unidos la forma que causa lo más
comúnmente posible infecciones es yersinia enterocolitica, que son las
bacterias que prosperan en temperaturas más frescas. Hay solamente 1 caso
confirmado por 100.000 personas cada año en los Estados Unidos.
Las bacterias pueden infectar las zonas digestivas
de seres humanos, de gatos, de perros, de cerdos, de ganados, y de cabras. La
gente puede contraerlo comiendo o manejando los alimentos contaminados tales
como carne cruda o poco cocinada, o bebiendo el agua no potabilizada la leche
sin pasteurizar o que se haya contaminado.
Un niño puede ser infectado si se contaminó el alimento o si la limpieza no se ha realizado adecuadamente antes de manejar los juguetes del infante. Los síntomas del yersiniosis, que aparecen típicamente 4 a 7 días después de que la exposición y puede durar hasta 3 semanas y pueden incluir:
- fiebre
- dolor abdominal
- náusea
- el vomitar
- diarrea que se puede
rayar con moco o sangre
En adultos, esta infección también puede causar
fiebre así como dolor en la parte más inferior derecha del abdomen, que puede
mímico apéndice. En casos raros, la infección puede causar una
erupción de piel o un dolor del empalme que aparezca un mes después de los
síntomas iniciales. Pero estos síntomas salen sin el tratamiento.
Valen las siguientes recomendaciones:
- No permitir que el
niño coma cruda ni poco cocida la carne.
- Beber y servir
solamente la leche o los productos lácteos pasteurizados.
- Lavar las manos con el
jabón y agua particularmente antes de comer y de preparar el alimento; y
después de contacto con los animales o la manipulación de la carne cruda.
- El corte separado para
la carne cruda y los otros alimentos.
- Limpiar todos los
tableros y utensilios del corte con el jabón y la agua caliente después de
preparar la carne cruda.
- Siempre cocinar muy
bien la carne antes de ser consumida, especialmente productos del cerdo.
- Disponer de las heces
animales y esterilizar cualquier cosa que hayan tocado.
- Evitar de beber
directamente de fuentes de agua naturales, particularmente si el agua es
de tierras de labranza cercanas a donde se crían ganados.
Es una infección bacteriana causada
principalmente por Listeria monocytogenes. Su
emergencia sucede a partir de 1981, con la puesta en evidencia de su
transmisión alimentaria y la amplia difusión mediática que acompañó cada una de
las epidemias, especialmente en el hemisferio norte. Raramente
diagnosticada antes de 1980, más de 10.000 casos fueron registrados en la literatura
médica en 1982 y desde entonces, cientos de casos son observados cada año en el
mundo. Esto indica una evolución de nuestro modo de vida, que ha creado las
condiciones favorables para la expresión de este microorganismo.
L.
monocytogenes es una bacteria patógena oportunista, que ataca en especial individuos
inmunocomprometidos como:
- Embarazadas, en las que
puede provocar abortos o nacimientos prematuros de niños septicémicos,
- Recién nacidos con septicemia
y/o meningitis,
- Pacientes inmunodeprimidos (cáncer,
transplante de órganos, hemodiálisis, SIDA)
- Personas añosas con formas
clínicas de septicemia y meningitis o meningoencefalitis.
El
progreso de la medicina en los últimos treinta años, con el consiguiente
aumento de la esperanza de vida y del número de sujetos inmunodeprimidos,
explicarían en parte esta evolución.Debe
agregarse que L. monocytogenes
es una bacteria ubícua, ampliamente difundida en la naturaleza, que presenta la
particularidad de poder desarrollar en frío, a temperaturas de heladera (3 –
4ºC), pudiendo de ese modo contaminar ciertos alimentos, aún aquellos
mantenidos en cadena de frío.
El desarrollo de la industria agroalimentaria, los cambios en hábitos alimentarios (platos listos para servir, apenas recalentados) son el origen de la formación de un reservorio de Listeria sin precedentes históricos, a partir del cual el hombre puede contaminarse.
L. monocytogenes ha sido aislada con distintas
frecuencias de todas las grandes categorías de alimentos cualquiera sea su
presentación: leche y productos lácteos, carne y subproductos, vegetales,
crustáceos y pescados.
La
listeriosis es una enfermedad grave,
siendo considerada actualmente la infección de origen alimentario con mayor
tasa de letalidad (20 a 30 % de los casos), teniendo costos elevados tanto
desde el punto de vista médico como dentro de la industria agroalimentaria.
Se
observa principalmente en países industrializados (Europa, Norteamérica,
Oceanía), pero no es posible asegurar si la infección existe y no es
diagnosticada en Africa, Asia y en ciertos países de América del Sur. Es
posible que el diferente desarrollo de la cadena de frío en los distintos
países sea uno de los principales elementos que explicaría esta diversidad
geográfica.
A mejores y más prolongadas
condiciones de almacenamiento, mayor posibilidad de que se manifieste la
enfermedad.
La listeriosis es una patología
transmitida por alimentos contaminados, que evoluciona en forma de casos
esporádicos que a veces se incrementan en pequeños brotes y aún hasta en verdaderas
epidemias.
Éstas
pueden presentar un número importante de casos, más de 300 como la de
Inglaterra en 1988-89 y siempre están ligadas a una mortalidad de 20 a 30 % de
los casos. Para la mayor parte de las epidemias estudiadas desde 1981, el
vehículo puesto en evidencia fue un alimento contaminado conservado en frío. Si
bien la transmisión alimentaria es obviamente la más frecuente, conviene
agregar las de origen hospitalario también descriptas, sobre todo en
maternidades y servicios de ginecología. La transmisión se haría a partir de un
recién nacido contaminado, y posteriormente un segundo niño nacido sano,
algunas horas antes o después, manifestaría en los días siguientes signos
meníngeos. El
origen de estas infecciones es muy difícil de identificar: incubadoras,
tubuladuras, o también los termómetros, todos ellos podrían ser sospechosos.
Como consecuencia de las epidemias producidas en el norte del continente americano en el período 1981-85, varios países de Europa (Suiza, Bélgica, Francia, Inglaterra, Dinamarca), y también Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, decidieron desarrollar sistemas de vigilancia de esta infección. Los mismos tienen como objeto evaluar la incidencia anual y sus variaciones, la población sujeta a riesgo, detectar la emergencia de epidemias, participar en estudios para identificar el origen y el vehículo o producto involucrado, a efectos de investigar la transmisión alimentaria de esta infección.
Además,
esa vigilancia es realizada principalmente por Centros
Nacionales de Referencia, los cuales analizan la evolución
mediante la correcta tipificación de las cepas de L. monocytogenes aisladas de pacientes, y alertan a
Salud Pública respecto una situación
anormal.
Durante la vigilancia de esta
infección el microbiólogo está limitado a constatar los casos esporádicos o los
pequeños brotes cuyo origen es muy difícil o casi imposible de descubrir. Por
el contrario, su función es totalmente irremplazable frente a un aumento muy
anormal del número de casos.
Listeriosis puede provocar dos tipos de
epidemias:
- Las causadas
por una cepa única permiten sospechar de entrada una fuente común de
contaminación. Así han podido asociarse determinados alimentos con el
origen de las epidemias estudiadas.
- Las causadas
por cepas múltiples, descriptas en los últimos tiempos y que son muy
raras, hacen sospechar numerosas fuentes de contaminación y sobre todo,
una especial receptividad por parte del hospedero.
Si
bien el origen alimentario no ofrece dudas en ambos casos, la búsqueda de un
alimento contaminado al cual adjudicar la causa de la epidemia, se impone sólo
en el primer caso.
Las
provocadas por una fuente única son las más frecuentes. Requieren varias etapas
para su estudio.
- Seguimiento de
la evolución de la epidemia
- Participación
en la identificación del alimento responsable
- Caracterización
de la cepa aislada y su comparación con otras cepas de Listeria monocytogenes.
Existen
diferentes metodologías
- De tipificación fenotípica
- Para
vigilancia en rutina, dado que sus resultados permitirán alertar
rápidamente a las autoridades de salud sobre un aumento anormal del número
de casos.
- Para saber
enseguida, frente a un aumento del número de casos, si se trata de la
aparición de una cepa única o de varias cepas.
- Para tipificar
gran número de cepas aisladas de alimentos con el objeto de detectar al
producto responsable.
Fundamentalmente
se utilizan:
- serotipificación: detección de 14 antígenos somáticos y 5
flagelares, los cuales permiten definir 16 serovariedades de Listeria
monocytogenes. Si bien parece existir gran diversidad, sólo se
encuentran en el hombre 3 serovars (1/2a, 1/2b, 4b).
- fagotipificación: Para complementar la serotipia, se ha
desarrollado un sistema para diferenciar grupos de cepas dentro del mismo
serovar.
B) De tipificación molecular
Los
resultados obtenidos por estos métodos son esenciales cuando se trata de una
epidemia causada por una cepa única a efectos de:
- confirmar la
aparición de un clon responsable del incremento de los casos humanos.
- identificar
con la mayor exactitud el alimento sospechoso
- caracterizar
la cepa dentro de un grupo taxonómico
Los
métodos de tipificación molecular principalmente usados para el estudio de
epidemias son:
- análisis de
perfiles de isoenzimas
- ribotipificación
- análisis de
perfiles de restricción de DNA después de la digestión con endonucleasas,
ya sea en numerosos sitios de corte y posterior electroforesis
convencional o, por el contrario, después de la digestión con enzimas que
reconocen pocos sitios de restricción y electroforesis en campo pulsado.
Como
conclusión podemos señalar que, teniendo en cuenta que desde el punto de vista
epidémico la tasa de ataque de listeriosis es muy baja, para poner en evidencia
una epidemia la mayor eficacia se logra sobre la base de los Centros Nacionales
de Referencia, que si bien no constituyen un sistema absoluto para la
recolección de datos, permiten la detección de situaciones anormales. En
cuanto a los métodos de tipificación fenotípica, son rápidos y de bajo costo
para la pesquisa de gran número de cepas, como es el caso cuando hay que
investigar alimentos responsables.
PD: LA BIBLIOGRAFIA DE TODO ESTE LIBRO, QUE INCLUYE EL CRÉDITO FOTOGRÁFICO, ESTA EN MI PODER Y NO ME PARECÍA RELEVANTE PUBLICARLA DADA SU EXTENSIÓN. NO OBSTANTE, AL QUE LE INTERESE LA MISMA, CON TODO GUSTO ME LA SOLICITA Y YO SE LA ENVIARÉ POR MAIL, MUCHAS GRACIAS.
Cuando el enrutador o conmutador esté encendido y funcionando normalmente, estará listo para configurar el sistema operativo OS X para el funcionamiento de la red. https://bibliotheque-du-capucin.com/como-instalar-una-red-por-cable-en-tu-macbook/
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