Cambio Climático y Patógenos ETA emergentes (IV Parte)
"Los
lugares más obscuros del Infierno, están reservados para los que mantienen su
neutralidad en épocas de crisis moral"
(La
Divina Comedia - Dante Alighieri)
Cambio
Climático y Patógenos ETA Emergentes (IV Parte)
En general, como se ha mencionado, todos los microorganismos tienen
requerimientos de macro y micronutrientes semejantes, aunque la forma en que
cada uno de ellos es captado y su cantidad relativa pueden variar mucho entre
los diferentes géneros. Tanto en los medios artificiales de laboratorio como en
el ambiente natural, la nutrición de la célula lleva inicialmente a un aumento
de tamaño y peso que precede a la división celular. En la mayoría de los
microorganismos, el crecimiento continúa hasta que la célula se divide en dos
células hijas mediante el proceso de fisión binaria, el cual conduce al
crecimiento de las poblaciones. Es difícil estudiar el crecimiento de la célula
individual, especialmente en los microorganismos, debido a que los métodos
analíticos no son los suficientemente sensibles como para ser aplicados a
estructuras tan pequeñas. Es por esto que habitualmente para evaluar el
crecimiento se analiza el aumento de la población microbiana. El crecimiento de
una población tiene lugar en forma exponencial. Una célula se divide en dos
células hijas y luego éstas se dividen a su vez en dos nuevas células, o sea que,
en cada período de división, la población se duplica por lo que la
multiplicación corresponde a una progresión geométrica. El intervalo de tiempo
requerido para que una población se duplique se define como tiempo de
generación o tiempo de duplicación y se representa con la letra g.

A pesar que
las bacterias son capaces de crecer en un amplio rango de condiciones
ambientales y utilizar diversos nutrientes, el crecimiento máximo, para una
dada especie, se lleva a cabo bajo condiciones óptimas de pH y temperatura. El
método más usado para determinar el tiempo de generación consiste en inocular
el medio de cultivo apropiado con las células bajo estudio. Al cabo de
determinados intervalos de tiempo, bajo condiciones óptimas, se toman muestras
para el recuento de microorganismos. Al inicio del crecimiento, los
microorganismos requieren un período de adaptación al nuevo ambiente. Esta es
la fase de latencia o fase lag. En ella, las células sintetizan enzimas
involucradas en el metabolismo de los nutrientes disponibles, se incrementa la
síntesis de macromoléculas como RNA y proteínas. Si las células provienen de un
medio de cultivo diferente, o de un cultivo agotado (viejo) con acumulación de
metabolitos tóxicos para las células, éstas requerirán mayor tiempo para
reiniciar el crecimiento activo y presentarán una fase lag larga. En
contraposición, si las células provienen de un medio idéntico y han sido
obtenidas de un cultivo joven, la fase de latencia será corta o inexistente.

Existen otros factores que pueden influir sobre la fase de latencia: cantidad
de microorganismos sembrados (inoculo), daño que pudieron sufrir las células por
la acción de radiaciones, calor, sustancias antimicrobianas, etc. En la fase
logarítmica o fase exponencial, las células se dividen regularmente según el
tiempo de generación de cada especie. Por ejemplo, E. coli en un determinado
medio de cultivo puede dividirse cada 20 min durante la fase exponencial,
mientras que, si el crecimiento se produce en un medio más pobre, la división
puede suceder cada 30 min o más. Como consecuencia del agotamiento de
nutrientes o la acumulación de productos tóxicos del metabolismo, disminuye la
velocidad de crecimiento hasta que llega a detenerse. En este punto, se dice
que el cultivo está en fase estacionaria. La transición entre la fase log y estacionaria,
implica una etapa de crecimiento desequilibrado (crecimiento no balanceado)
durante el cual los componentes celulares son sintetizados a diferentes
velocidades. En consecuencia, las células en fase estacionaria tienen una
composición química diferente a la de las células en fase exponencial. El
número de células viables permanece constante, porque mientras algunas de ellas
se dividen, otras mueren. Las células viables continúan produciendo
ácidos y productos tóxicos. Algunas células muertas se lisan y liberan enzimas
(proteasas, nucleasas y lipasas) que degradan las macromoléculas a moléculas
más pequeñas, las que a su vez serán usadas por las células vivas. Esta fase
puede extenderse desde horas hasta varios días dependiendo de la especie
bacteriana. Si la incubación del cultivo se prolonga varias horas después que
la población ha alcanzado la fase estacionaria, las células alcanzarán la fase
de muerte que se caracteriza porque k es constante, indicando que el número de
células vivas decrece con el tiempo en progresión geométrica.
Conocer la respuesta de los microorganismos
a su medio ambiente es importante para darles condiciones óptimas de desarrollo
o, por el contrario, para inhibir su crecimiento. Es decir, permite ejercer un
control del crecimiento microbiano. La temperatura es uno de los factores
ambientales más importantes por su amplia aplicación. Temperaturas
extremadamente bajas y extremadamente elevadas, se utilizan de manera corriente
para la conservación de microorganismos o para provocar su muerte
respectivamente. La razón para ello es que, a temperaturas extremadamente
bajas, tanto la membrana plasmática como el citoplasma microbiano pierden
fluidez disminuyendo o deteniendo completamente el transporte de nutrientes
desde el medio externo y las reacciones enzimáticas propias del metabolismo que
permitirían la utilización de estos nutrientes. Por el contrario, temperaturas demasiado elevadas, inactivan sistemas
enzimáticos, desnaturalizan proteínas y dañan las envolturas celulares llevando
a la lisis térmica. Existe, entre ambos extremos, un intervalo de temperatura
de crecimiento en el cual un dado microorganismo es capaz de incorporar
nutrientes del medio ambiente, conducirlos por los caminos catabólicos y
anabólicos necesarios para el crecimiento y división celular, que da como
resultado el crecimiento de una población.
Dentro de este intervalo, se
distingue una temperatura óptima en la que tanto el transporte como el
metabolismo alcanzan la máxima velocidad en el ambiente en el que se encuentra
el microorganismo. Los tres valores de temperatura, mínima, óptima y máxima, se
conocen como temperaturas cardinales. En base a ellas podemos clasificar los
microorganismos en grupos compuestos por organismos muy diferentes entre sí
pero que presentan gran similitud en su comportamiento frente a la temperatura.
Otro factor importante para el crecimiento microbiano es la concentración de
iones hidrógeno. En general, los ambientes naturales tienen un pH comprendido
entre 5 y 9, y la mayoría de los microorganismos crecen dentro de esos valores.
Sin embargo, algunos pueden desarrollar a valores de pH inferiores o superiores
a los indicados. Los valores de pH superiores e inferiores al rango que
corresponde a un dado microorganismo son nocivos, ya que afectan la estabilidad
de la membrana plasmática, inhiben enzimas, y alteran el transporte de solutos
y la nutrición. Muchos nutrientes ingresan a las células atravesando la
membrana plasmática por transporte pasivo, el que sólo puede llevarse a cabo si
los nutrientes están en su forma no ionizada. El pH del ambiente puede tener un
efecto nocivo indirecto sobre los microorganismos, produciendo ionización de
algunos nutrientes e impidiendo su utilización.

Todos los microorganismos
poseen mecanismos de regulación del pH citoplasmático que les permite mantener
su valor constante. El mantenimiento de un pH constante en el citoplasma
es muy importante para la supervivencia de los microorganismos ya que la
acidificación o alcalinización del mismo lleva a la desnaturalización de
componentes vitales de la célula (proteínas a pH bajo y ácidos nucleicos a pH
elevado). Éste es el efecto nocivo directo del pH del ambiente. Todos los
microorganismos requieren agua para vivir; y la disponibilidad de agua se
expresa como actividad de agua (aw). La actividad está dada por la presión de
vapor de agua en el aire que se encuentra en equilibrio con una solución o
sustancia, con relación a la presión de vapor del agua pura. Su valor varía de
0 a 1, siendo más alto cuánto más agua libre tiene el ambiente. En el ambiente
en el que desarrollan los microorganismos, no toda el agua está disponible. La
actividad de agua es alterada por dos efectos: el osmótico (interacción con solutos)
y el mátrico (adsorción a superficies). Por ambos efectos, la disponibilidad de
agua puede ser baja, y en ese caso, los microorganismos tienen dificultades
para incorporar nutrientes, limitando esto su desarrollo. Según el rango de aw al que crecen, los
microorganismos se clasifican en: normales (aw=1-0,95) como Streptococcus,
osmotolerantes (aw=0,95-0,80) como Staphylococcus, osmófilos (aw=0,80-0,75) y
osmófilos extremos (aw=0,75-0,63).
Los ambientes de alta osmolaridad contienen
principalmente altas concentraciones de cloruro de sodio o azúcares. Los
microorganismos que toleran o requieren NaCl se pueden clasificar en
halotolerantes (toleran elevadas concentraciones de ClNa pero no lo requieren,
por ej. Staphylococcus aureus), halófilos moderados (suelen ser bacterias
marinas que viven en concentraciones NaCl igual a 0,5 M y tienen requerimientos
concretos de aw equivalente a la de agua de mar, así como concentraciones
determinadas de iones Na+), halófilos extremos o hiperhalófilos (por ej.
Halobacterium y Halococcus que requieren concentraciones saturantes de sales, 4
a 7 M de NaCl). La naturaleza de las paredes celulares favorece la ubicación de
las bacterias en la superficie del líquido, para optimizar la energía
superficial. En esas condiciones, la depleción local de nutrientes puede
ocurrir rápidamente; se establecen gradientes pronunciados de nutrientes y de oxígeno,
en direcciones opuestas. Para evitar estos efectos se utiliza, en los medios de
cultivo, tensoactivos o surfactantes que reducen la tensión superficial y
permiten el desarrollo de los microorganismos de manera uniforme en todo el
medio. Las radiaciones UV y las radiaciones de menor longitud de onda
(ionizantes) tienen fuertes efectos sobre los sistemas biológicos, tanto
mutacionales como letales.

El efecto letal de estas radiaciones es dosis
dependendiente, relacionada con el tiempo de exposición y con las condiciones
experimentales; además depende del estado del organismo (siendo más efectivas
en fase exponencial que en fase lag o estacionaria) y de las condiciones
ambientales durante la exposición. La variabilidad microbiológica de las aguas
naturales abarca numerosos organismos e incluye células eucariotas (algas,
protozoarios y hongos), células procariotas (bacterias) y virus
(microorganismos con capacidad de síntesis nula). La mayoría de las bacterias
son organismos heterótrofos, es decir, que no pueden sintetizar sustancias
orgánicas a partir de sustancias inorgánicas sencillas, sino que deben
obtenerlas de otros organismos. Los microorganismos heterotróficos u
heterótrofos, como objetos de gran importancia para la microbiología médica, se
pueden diferenciar en 5 subgrupos según el modo de asimilar el nitrógeno:
1. Bacterias heterotróficas que asimilan el nitrógeno del aire
(bacterias fijadoras de nitrógeno).
2. Bacterias heterotróficas que extraen el nitrógeno a partir de sales
amoniacales (nitratos y nitritos); la energía, mediante la oxidación de
hidratos de carbono y ácidos orgánicos (saprófitas, ciertas especies de
enterobacterias, etc.).
3. Bacterias heterotróficas, que asimilan el nitrógeno a partir de las
sales amoniacales de nitratos y nitritos en presencia de aminoácidos y purinas
(salmonellas, shigellas, vibriones, proteus, etc.).
4. Bacterias heterotróficas que extraen el nitrógeno en presencia de los
factores del crecimiento (corinebacterias, yersinias, micobacterias, etc.).
5. Bacterias heterotróficas que precisan medios nutritivos complejos
(listerias, bartonellas, bacterias tularémicas, hemofílicas, etc.).
Los microorganismos heterotróficos se subdividen, a su vez, en saprobios
y parásitos. Los saprobios son organismos que obtienen su alimento a partir de
materia orgánica muerta. Los parásitos son los que viven en la superficie o en
el interior de otro organismo hospedador, y se alimentan a expensas de este
último. La medición de bacterias heterótrofas en el agua potable puede
proporcionar información útil a los operadores de plantas de agua, ingenieros
sanitarios, supervisores de la calidad del agua y analistas de laboratorios de
calidad del agua. Durante el tratamiento la densidad bacteriana varía y en la
red de distribución se puede monitorear el deterioro de la calidad a través de
los métodos de recuento heterotrófico en placas (RHP). La aplicación constante
del método de RHP seleccionado proporcionará datos básicos para evaluar cambios
en la calidad bacteriana del agua potable. Además de enumerar las bacterias
indicadoras (coliformes totales y fecales, Escherichia coli), se ha usado un
procedimiento del recuento de bacterias para calcular la densidad general de la
población bacteriana en el agua.
Durante los últimos años, el interés por medir la densidad bacteriana de las muestras de agua potable ha dado lugar a algunos cambios en el procedimiento aceptado. Mientras que en el pasado el recuento de bacterias en placas era conocido como el “recuento total en placas” o el “recuento en placa estándar”, la terminología cambió en la 16a. edición (1985) de los métodos estándar a “recuento heterotrófico en placas” (RHP). La 16a. edición de los métodos estándar volvió a establecer la opción de incubación a 20°C e introdujo la filtración por membrana y los procedimientos de placas difusas para la enumeración bacteriana. También reconoció el uso de un medio con bajo contenido de nutrientes para el recuento heterotrófico en placas, así como cambios en el tiempo de incubación para obtener una enumeración óptima a 20°C o 28°C. Estos cambios en el procedimiento del recuento en placas se realizaron debido a investigaciones iniciadas a mediados de la década de 1970. Los medios RHP empleados para enumerar los heterótrofos encontrados en el agua se consideran medios no selectivos porque no tienen compuestos inhibitorios ni selectivos para un determinado grupo de bacterias. Algunos compuestos que se usan en los medios selectivos son las sales biliares, sulfato de laurilo de sodio o desoxicolato de sodio (usado en medios para la detección de coliformes), azida de sodio (selectiva para enterococcos), colorantes (verde brillante) y antibióticos. Las condiciones de incubación, incluida la temperatura, pueden ser selectivas y por consiguiente tales condiciones deben estar especificadas para las bacterias particulares que se procura detectar o enumerar. El recuento heterótrofico en placas (RHP) es un procedimiento sencillo que se puede realizar por el método de placa fluida, difusa o filtración por membrana (FM) y es una herramienta muy útil.
Aunque no es esencial para evaluar la
seguridad del agua potable, los resultados del RHP proporcionan información que
complementa los resultados de los coliformes totales. El RHP se
puede usar para indicar la composición bacteriana general del agua de la fuente
y la eficacia y eficiencia de los procesos de tratamiento del agua, como la
sedimentación, coagulación, filtración y cloración. El monitoreo del RHP en el
agua distribuida puede proporcionar información sobre la limpieza del sistema
de distribución, desarrollo de bacterias después del tratamiento, efectos de
los cambios de temperatura en el agua y del cloro residual en la población
bacteriana. La información obtenida de la prueba bacteriológica del agua
se debe interpretar juntamente con el conocimiento minucioso de las condiciones
de la fuente de suministro durante todo el proceso de tratamiento y en el
sistema de distribución. Una única prueba de laboratorio, aunque sea favorable,
no justifica la conclusión de que todo sea satisfactorio. El valor de las
pruebas bacteriológicas depende de la aplicación frecuente y examen regular de
los resultados. El examen frecuente con una prueba bacteriológica simple como
el análisis de RHP, además de la prueba requerida de coliformes totales,
proporcionará una base referencial para la calidad bacteriológica. Es posible
determinar los cambios en la tendencia de la calidad bacteriológica y si el
cambio no es bueno, se deben tomar medidas correctivas. También es importante
observar el mejoramiento de la calidad bacteriológica e identificar los
factores responsables de modo que se puedan mantener las condiciones.
Por lo
general, es necesario realizar la prueba de coliformes para saber si ha habido
contaminación, pero el RHP puede proporcionar información importante. Cuando
hay un aumento repentino en el RHP, el analista debe alertar al operador de la
planta de tratamiento e indicar los pasos que se deben seguir para tratar de
determinar la causa del RHP mayor. Si no se observa ningún cambio en la
calidad del agua que proviene de la planta de tratamiento pero el RHP muestra
una mayor tendencia en algunos lugares del sistema de distribución, es probable
que haya problemas como bajo cloro residual, presión baja, retrosifonaje o
fugas en las tuberías y reservorios de servicio.
4. Patógenos Comunes y Emergentes
Como patógenos emergentes se conocen a aquellos microorganismos que
debido a cambios en el ambiente han aumentado su incidencia o se espera que
aumenten en los próximos años. Estos microorganismos, como ser: Yersinia
enterocolitica, Legionella pneumophila, Escherichia coli O:157H:7,
Campylobacter jejuni y otros, han sido aislados de diversas fuentes, de donde
pasan al hombre produciendo brotes algunos de ellos importantes. Entre las
fuentes implicadas en su aparición, encontramos aguas, alimentos, áreas
industriales, ductos de ventilación y refrigeración, etc. Las interacciones
entre salud humana y animal no son una novedad. Pero el alcance, la magnitud y
las repercusiones mundiales de las zoonosis que enfrentamos actualmente no
tienen precedentes históricos.
El comienzo de una nueva era de enfermedades
emergentes y reemergentes y la importancia de sus consecuencias potenciales en
la salud pública han modificado profundamente nuestras miras y actividades. Indudablemente,
las repercusiones sin precedentes de la mundialización, la industrialización,
la reestructuración del sector agrícola y el consumismo, cambiarán ciertamente
los fundamentos y la aplicación de las políticas de sanidad animal, y la manera
en que debemos considerar y preparar el futuro. Las enfermedades emergentes se
definen como nuevas infecciones resultando de la evolución o modificación de un
agente patógeno o parásito existente, que cambia de espectro de hospedadores,
vector, patogenicidad o cepa; también incluyen las infecciones o enfermedades
desconocidas hasta el momento de su aparición. Una enfermedad reemergente es
una infección conocida que cambia de ubicación geográfica, cuyo espectro de
hospedadores se amplía o cuya prevalencia aumenta considerablemente. La rapidez
de la detección de las enfermedades emergentes y reemergentes y de la
consiguiente reacción es decisiva. El lapso transcurrido entre la aparición de
una nueva enfermedad y el momento en que se la detecta es determinante. Por lo
tanto, la detección veloz de ese nuevo acontecimiento epidemiológico constituye
un elemento clave para todas las políticas que habrán de formularse. A menudo
sucede que la enfermedad se propaga durante largo tiempo antes de que sea
detectada y notificada.
Debido a la mundialización y los consiguientes
incrementos de la velocidad y volumen del transporte internacional, así como
del número de viajeros, los agentes patógenos emergentes también transitan y se
propagan por todo el mundo. La detección de las enfermedades emergentes es
lenta en muchos países en desarrollo y en algunos países desarrollados adonde,
posiblemente, las infraestructuras veterinarias, servicios de expertos,
laboratorios de diagnóstico y capacidad de vigilancia global, en particular de
las nuevas infecciones, son insuficientes. La preparación de un país para
enfrentar una enfermedad emergente y su capacidad de respuesta dependen, en
gran medida, de la existencia de esos servicios; por ello, es fácil comprender
que los métodos de lucha contra las infecciones emergentes de algunos países en
desarrollo sean menos eficaces. La mayoría de las enfermedades emergentes
aparecidas en los últimos tiempos es de origen animal y casi todas ellas son
potencialmente zoonóticas. Por lo tanto, es preciso que las autoridades de la
sanidad animal y de la salud pública las enfrenten de manera coordinada.
A ese respecto, los Países Miembros de la OIE (Organización Mundial de
Sanidad Animal) se han manifestado claramente en favor del fortalecimiento del
papel que desempeña la Organización ante las dificultades que plantean esas
zoonosis.
En realidad, las enfermedades emergentes y reemergentes zoonóticas se
convertirán, progresivamente, en el motivo importante de las solicitudes de
actuación que deberán atender los Servicios Veterinarios y, por lo tanto,
tendrán consecuencias en las alianzas profesionales, recursos y programas
futuros. Por ello, será
necesario que las tres organizaciones más implicadas en estos problemas: OIE,
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
y Organización Mundial de la Salud (OMS), conduzcan acciones de cooperación y
puedan seguir desempeñando su papel de vínculos de alcance
internacional. La OIE ya participa plenamente en la lucha internacional
contra las zoonosis emergentes y reemergentes actuales, como la influenza aviar
y la rabia, a la que aporta su competencia especializada. El papel de la
Organización, su sistema de información que garantiza la transparencia, su red
de Laboratorios de Referencia y sus expertos de reputación internacional fueron
decisivos durante la reciente crisis de influenza aviar en el sudeste de Asia.
Los Países Miembros afectados por la enfermedad no sólo se beneficiaron de las
prestaciones de diagnóstico (formación y suministro de reactivos de
laboratorio) y vigilancia, sino también del asesoramiento sobre las políticas
generales relativas al fortalecimiento de los Servicios Veterinarios y a los
métodos de lucha contra las enfermedades animales, incluido el recurso a la
vacunación en algunas circunstancias. La OIE también colabora
estrechamente con organizaciones regionales e internacionales en el control de
la utilización de agentes patógenos zoonóticos con fines terroristas. Además de
ser Parte en distintas convenciones internacionales, la Organización ha publicado
directrices para los Países Miembros sobre la mejor manera de enfrentar ese
problema.
Las
enfermedades transmitidas por los alimentos son uno de los más difundidos
problemas de salud pública. Se observa una tendencia a la aparición de
patologías de esta índole, nuevas o de identificación reciente, que pueden ser
de carácter biológico o químico. Estas enfermedades que se perfilan o
reaparecen como problemas emergentes pueden surgir por vez primera en una
población; extenderse a nuevos vehículos de transmisión; en ciertos casos son
enfermedades que ya existían pero cuya incidencia o distribución geográfica se
amplía rápidamente por distintos motivos o bien puede tratarse de patologías
difundidas desde hace muchos años pero que sólo recientemente han podido
identificarse, gracias a la disponibilidad de conocimientos nuevos o al
desarrollo de los métodos de identificación y análisis del agente que las
produce. Los problemas emergentes de mayor importancia son provocados por
bacterias, virus y protozoos. Otras cuestiones de inocuidad de los alimentos se
relacionan con las micotoxinas, los residuos de plaguicidas, los medicamentos
veterinarios, y agentes no convencionales como el prión (vinculado a las
encefalopatías espongiformes transmisibles) y los contaminantes ambientales.
Los factores que desempeñan un papel importante en la epidemiología de los
problemas emergentes transmitidos por los alimentos comprenden cambios
relacionados con los agentes patógenos, el desarrollo, la urbanización y los
modos de vida. En los años venideros, la importancia de los problemas
emergentes transmitidos por alimentos probablemente no disminuirá, sino que
tenderá a crecer. Para resolverlos no será suficiente que los distintos países
actúen de manera aislada, independientemente del nivel de conocimientos
técnicos y control de los alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes
relacionados con los alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que
debe abordarse mediante un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
Para
un control mundial de la inocuidad de los alimentos es necesario que las
organizaciones internacionales apropiadas, con la asistencia de sus miembros,
elaboren un plan de acción a fin de alentar a los países a desarrollar sistemas
aceptables y eficientes de control de alimentos y prestarles ayuda en esta
tarea, indicando al mismo tiempo los parámetros o requisitos mínimos o básicos
para tal fin. Esto debe incluir la capacidad para aplicar los tres
elementos del análisis de riesgos, a saber, evaluación, gestión y comunicación.
Una iniciativa que se proponga aumentar la inocuidad del suministro alimentario
debe centrarse en los peligros y en aquellos alimentos que comporten un riesgo
mayor para la salud pública, y hacer hincapié en el desarrollo y en la
aplicación de medidas de control para prevenir tales riesgos. En los años
venideros, la importancia de los problemas emergentes transmitidos por
alimentos probablemente no disminuirá sino que tenderá a crecer. Para
resolverlos no será suficiente que los distintos países actúen de manera
aislada, independientemente del nivel de conocimientos técnicos y control de
los alimentos de que dispongan. Los problemas emergentes relacionados con los
alimentos constituyen una cuestión de alcance mundial que debe abordarse
mediante un enfoque unificado y conjunto de todos los países.
"SOMOS LO QUE HACEMOS
REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HABITO"
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