Las Enfermedades transmitidas por los alimentos (Parte 5)
Más de una vez Ud. habrá dicho: “Debe ser algo que comí”,
“Algo me cayó mal” ó “Me dio un ataque de hígado”, luego de haber estado con
diarreas, vómitos, dolor de cabeza ó cólicos. Lo más probable es que sí; algo
le cayó mal, y no precisamente lo que comió, sino, lo que no vio al ingerir ese
alimento, ya que éste tenía el aspecto de estar sano, pero...no fue así.- Lo
que usted sufrió fue una Enfermedad Transmitida por los Alimentos (ETA)
LAS ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR LOS ALIMENTOS (Parte 5)
PRINCIPALES
AGENTES PARASITARIOS CAUSALES DE ETA
GENERALIDADES
DEL MUNDO PARASITARIO
Hoy comenzamos a desandar juntos, otro apasionante mundo de las ETA(s),
la contaminación de los alimentos por parásitos. La Seguridad Alimentaria es un
tema complejo que tiene un impacto en todos los sectores de la sociedad, del
público en general al gobierno, la industria y el mundo académico. Un alimento
está adulterado si contiene una sustancia perjudicial que no es un
constituyente natural inherente a la comida en sí, en una cantidad que
representa una posibilidad razonable de daño a la salud, o una sustancia que es
un constituyente natural inherente de la comida en sí; no es el resultado de la
contaminación ambiental, agrícola, industrial, o de otro tipo; y está presente
en una cantidad que hace que ordinariamente la comida perjudicial para la
salud.
El
primero incluye, por ejemplo, una toxina producida por un hongo que haya
contaminado un alimento, o una bacteria patógena o un virus, si la cantidad
presente en el alimento puede ser perjudicial para la salud. Un ejemplo de la
segunda sería la tetrodotoxina que se produce naturalmente en algunos órganos
de algunos tipos de pez globo y que normalmente hará que el pescado perjudicial
para la salud. En cualquiera de los casos, los alimentos adulterados con estos
agentes se les prohíbe que se introduzcan, o puestos a la introducción, en el
comercio interestatal. Nuestra comprensión científica de los microorganismos
patógenos y sus toxinas continúa avanzando. A diario vemos como la evidencia
científica muestra que un determinado microorganismo o sus toxinas, virus,
mohos, levaduras y parásitos pueden causar enfermedades transmitidas por los
alimentos o ETA(s). Los diez principales parásitos transmitidos por los
alimentos y que causan mayor preocupación en el mundo, aparecen en un lista
publicada en julio de 2014 por la FAO y la OMS, que están elaborando nuevas
directrices para combatirlos.
Ellos son: Taenia solium (tenia del cerdo o tenia
armada) en la carne de cerdo, Echinococcus granulosus (gusano hidatídico o
tenia equinococo) en los productos frescos, Echinococcus multilocularis (otro
tipo de tenia) en los productos frescos, Toxoplasma gondii (protozoos) en la
carne de pequeños rumiantes, cerdo, carne de vacuno, carne de caza (carne roja
y órganos), Cryptosporidium spp (protozoos) en productos frescos, zumo de
fruta, leche, Entamoeba histolytica (protozoos) en los productos frescos, Trichinella
spiralis (gusano del cerdo) en la carne de cerdo (provoca la Triquinosis),
Opisthorchiidae (familia de gusanos planos o platelmintos), en los peces de
agua dulce, Ascaris spp (pequeñas lombrices intestinales), en los productos
frescos, y Trypanosoma cruzi (protozoos), en los zumos de fruta. Las
enfermedades transmitidas por los alimentos con parásitos o sus larvas, se
refieren a menudo como las enfermedades olvidadas, y desde la perspectiva de la
seguridad alimentaria parásitos no han recibido el mismo nivel de atención como
otros peligros biológicos y bioquímicos de origen alimentario. Sin embargo,
causan una alta carga de enfermedad en los seres humanos. Las infestaciones
pueden ser prolongadas, severas, y a veces con resultados fatales, dando lugar
a considerables dificultades en términos de seguridad alimentaria, seguridad,
calidad de vida, e impactos negativos en los medios de vida.
Los parásitos
pueden ser transmitidos por la ingestión de alimentos frescos o procesados que
han sido contaminados con las etapas de transmisión (esporas, quistes,
ooquistes, óvulos, etapas de larva y enquistadas) a través del medio ambiente;
por los animales (a menudo de sus heces); o por personas (a menudo debido a la
falta de higiene). También se pueden transmitir a través del consumo de carne
cruda o insuficientemente cocida o mal procesada y los despojos de los animales
domésticos, animales silvestres y peces que contienen etapas de tejidos
infecciosos. A pesar del hecho de que el parásito no se replica fuera de un
huésped vivo, las técnicas de elaboración de alimentos de uso común pueden
amplificar artificialmente la cantidad de alimento contaminado que llega al
consumidor, lo que aumenta el número de casos humanos (por ejemplo, la
salchicha hecha de carne de diferente origen). Los parásitos afectan a la salud
de millones de personas cada año, infestando tejidos musculares y órganos,
causando epilepsia, choques anafilácticos, disentería amebiana y otra serie de
problemas. Algunos parásitos pueden vivir en el cuerpo humano durante décadas.
A pesar del enorme costo social y su impacto a nivel mundial, existe por lo
general falta de información sobre de dónde proceden estos parásitos, cómo
viven en el cuerpo, y lo más importante, la forma en que nos hacen
enfermar. En un primer paso para superar este obstáculo, la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización
Mundial de la Salud (OMS), se han centrado inicialmente en los diez parásitos
transmitidos por los alimentos con mayor impacto a nivel mundial. La
clasificación está basada en el daño que producen los parásitos, e incluye
información sobre dónde se pueden encontrar. pero cabe destacar, que
regionalmente existen otras formas parasitarias igual de importantes y
verdaderamente endémicas, que trataremos de dilucidar en estos escritos.
Estos
informes se elaboraron a raíz de una solicitud del organismo mundial de normas
alimentarias, la Comisión del Codex Alimentarius (Codex), para que la FAO y la
OMS revisaran el estado actual de los conocimientos sobre los parásitos en los
alimentos y sus efectos en la salud pública y el comercio. La Unidad de
Inocuidad de los Alimentos de la FAO y la OMS respondieron organizando
conjuntamente un llamamiento mundial para obtener la información sobre el
problema. Veintidós países y una organización regional respondieron a la
llamada, seguidos de una evaluación y análisis de 21 expertos sobre el impacto
de los parásitos alimentarios. A partir de este trabajo, se desarrolló una
lista inicial de 93 parásitos. A continuación, la lista se redujo a los 24 más
perjudiciales sobre la base de los siguientes criterios: 1) número de
enfermedades a nivel mundial, 2) distribución global 3) morbilidad aguda 4)
morbilidad crónica y 5) el impacto económico. El Comité del Codex sobre
Higiene de los Alimentos se encuentra ahora desarrollando nuevas directrices para
el control de estos parásitos. La FAO y la OMS apoyan el proceso proporcionando
información científica y técnica. El objetivo es desarrollar nuevas normas
para el comercio mundial de alimentos que ayudan a los países a controlar
la presencia de estos parásitos en la cadena alimentaria.
Obviamente esta lista
de los diez más importantes es una perspectiva global de carácter general y no
refleja necesariamente la clasificación de los parásitos a nivel nacional,
donde cada país podrá tener información más precisa, pero teniendo en cuenta
los problemas que causan, estos parásitos no reciben la atención que merecen.
El informe de la FAO/OMS enumera una serie de formas de reducir el riesgo de
infecciones parasitarias. Aconseja a los agricultores vigilar el uso de
fertilizantes orgánicos, asegurándose que el compostaje se realiza
correctamente y se elimina toda la materia fecal. También es necesario
supervisar de cerca la calidad del agua. Para los consumidores, se aconseja que
toda la carne esté bien cocinada y sólo se utilice agua limpia para lavar y
preparar las verduras. Clasificados biológicamente como protozoos y helmintos
(pero mejor conocidos como tenias, gusanos planos -o platelmintos- y
lombrices), es difícil saber cómo están de extendidos los parásitos por el
mundo, porque en muchos países no es obligatorio notificar su presencia a las
autoridades sanitarias. En Europa, más de 2500 personas se ven afectadas
cada año por infecciones parasitarias transmitidas por alimentos. En 2011 se
registraron en la UE 268 casos de triquinosis y 781 casos de equinococosis. En
Asia, a falta de datos nacionales precisos, se sabe que las enfermedades
parasitarias están ampliamente difundidas y son reconocidos como un grave
problema de salud pública en muchos países. En la mayoría de las naciones
africanas no hay dato alguno sobre la prevalencia de los parásitos transmitidos
por los alimentos en los seres humanos, debido a una ausencia generalizada de
sistemas de vigilancia.
En Estados Unidos, la neurocisticercosis, causada
por la Taenia solium (tenia del cerdo) es la causa infecciosa más común en
algunas áreas del país, en el que más de 2000 personas son diagnosticadas cada
año con esta enfermedad. La toxoplasmosis es además una de las principales
causas de enfermedad y muertes de origen alimentario. Todas estas Enfermedades
Parasitarias Transmitidas por Alimentos (EPTA), surgen como consecuencia de
diversos fenómenos entre los cuales se incluyen: la urbanización de las
poblaciones con saneamiento ambiental insuficiente, la difusión de culturas
particulares en relación con los alimentos, las migraciones humanas con
desplazamiento de comunidades, lo que trae aparejado nuevas modalidades
alimentarias antes consideradas exóticas, la variada oferta de servicios
públicos de venta de alimentos, y esto vinculado con la higiene y el control de
quienes preparan los mismos. Todo esto enmarcado en un determinado ambiente ecológico,
económico, cultural y epidemiológico. Teniendo en cuenta la totalidad de estos
factores es que se podrán desarrollar medidas de prevención tanto en lo
personal (hábitos de higiene y de alimentación), como en lo colectivo. En este
sentido interesan fundamentalmente la provisión de agua potable para comida,
bebida y riego, el control de vectores y basurales, la disposición adecuada de
las excretas y la educación sanitaria, así como también la normativa para la
elaboración, distribución y comercialización de los alimentos. La contaminación
de los alimentos con parásitos puede ocurrir a diferentes niveles: tanto a
nivel inicial como en todos los eslabones de la cadena de industrialización y
comercialización, o a nivel del consumidor final. La contaminación inicial
significa materias primas contaminadas por ejemplo riego de verduras con aguas
servidas. Durante la cadena de industrialización la fuente de contaminación es
variable pudiendo tratarse del mismo manipulador de alimentos. La identificación
de los organismos involucrados a través de los sistemas de vigilancia
epidemiológica de enfermedades transmitidas por alimentos y la investigación de
brotes de toxiinfecciones alimentarias tiene muchas ventajas, que están
relacionadas no solo con el tratamiento correcto de los enfermos, sino también
con la individualización de los alimentos contaminados para su decomiso. La
importancia de las EPTA va aumentando día a día en los países de América
Latina, contribuyendo a entorpecer el desarrollo económico de la
región. Nunca se han estudiado los brotes de EPTA en Uruguay.
A nivel de
la región pocas veces surgen como problema si bien están descritos en los
últimos años fundamentalmente los casos de amibiasis por E.histolytica
denunciados por Cuba, donde las escuelas rurales han sido los focos y el agua
ha sido el elemento vehiculizador del protozoario. También se destacan casos de
triquinosis por T.spiralis surgidos en Argentina a través de distintos
alimentos cárnicos (chacinados, salamines, carne de cerdo). Otros agentes
descritos en países de la región son G.lamblia y Cryptosporidium sp, así como
F.hepatica y A.lumbricoides. Diversos mecanismos pueden ser generadores de
EPTA. El agente etiológico puede hallarse como contaminante de los alimentos
como en los casos de FECALISMO: directo (con materias fecales o de persona a
persona) o indirecto (por agua o alimentos contaminados y eventualmente
vectorizado por insectos: moscas o cucarachas) y de GEOFAGIA: frutas o verduras
mal lavadas que contengan tierra contaminada. O bien el parásito puede hallarse
presente en el alimento como parte de su ciclo biológico: se trata de
infecciones que se adquieren por CARNIVORISMO: de vacuno (T.saginata, pero
también Toxoplasma) o de cerdo (T.solium, pero también Toxoplasma y Triquina)
En los países de América Latina se acrecienta la importancia de las
Enfermedades Parasitarias Transmitidas por los Alimentos (EPTA), debido a que
un conjunto de circunstancias llevan a su aparición y dificultan su prevención,
tales como inadecuado saneamiento, acelerada urbanización, pobres hábitos
de higiene, ausencia de agua potable, internacionalización de los viajes,
globalización del comercio, cambio en los hábitos alimenticios por consumo de
comidas típicas de culturas diferentes, alza en el consumo de alimentos
preparados, fallas en el procesamiento de alimentos, entre otras causas.
Los
factores mencionados, especialmente si se encuentran coligados, pueden dar
lugar a brotes de parasitosis. Estas enfermedades tienen características
generales que les son comunes. Son motivadas por agentes de complejos ciclos
evolutivos, alta complejidad antigénica que motiva compleja patogenia, poseen
una rica implicancia ambiental en su epidemiología y fundamentalmente su
presencia y transmisión efectiva son consecuencia de un entorno biótico y
abiótico que les resulta favorable, con especial interés en las condiciones
socio-económicas-culturales, capaces de ocasionar distorsiones del macro y
micro ambiente necesarias para su existencia. Las parasitosis intestinales
constituyen junto con las infecciones del aparato digestivo las afecciones más
frecuentes en niños y adultos del mundo en desarrollo. Su distribución es mundial
y son parte de las entidades infecciosas que motivan mortalidad, morbilidad y
discapacidad en las sociedades humanas. Muchas de las afecciones parasitarias
son zoonosis y ello amplía su alcance y complejidad epidemiológica así
como su repercusión socio-económica. Todos los alimentos que forman parte de la
pirámide alimenticia pueden potencialmente ser el vehículo de transmisión de
parásitos a la especie humana, desde el agua, las frutas y las verduras, los
productos cárnicos y piscícolas, así como sus derivados, hasta todo tipo de
producto almacenado, cuyo proceso de conservación no impida la viabilidad de
las formas infestantes para la especie humana.
Enfermedades como la
amebiasis representan en el mundo 500 millones de infectados, con 40 a 50
millones de enfermos y entre 40 y 100.000 decesos anuales motivados por ésta
etiología. La ascaridiosis motiva 785 a 1.150 millones de portadores, con 200 a
214 millones de casos clínicos y 20 a 60.000 muertes por año (OMS, 1999). La
identificación de los organismos involucrados a través de los sistemas de
vigilancia epidemiológica de enfermedades transmitidas por alimentos y la
investigación de brotes de toxiinfecciones alimentarias tiene muchas ventajas,
que están relacionadas no solo con el tratamiento correcto de los enfermos,
sino también con la individualización de los alimentos contaminados para su
decomiso (OMS/OPS, 2002). La distribución geográfica no es barrera para
los parásitos, muchos de ellos son cosmopolitas. La patología que causan tiene
alta morbilidad, ocasionan procesos diarreicos de duración variable, que
impiden el trabajo normal de la persona e implican gastos asociados a la
terapia. Crean implicación directa en la salud pública, debido a que si el
consumo de verduras y carnes pueden enfermar al consumidor alguien debe ser
responsable. El consumidor debe alimentarse con productos seguros. En los
Organismos de Salud Pública recae la responsabilidad de educar al consumidor,
con el fin de que no consuma alimentos sin la previa cocción o congelación o
adecuadamente lavados y desinfectados en el caso de frutas y verduras. Hay un
incremento en la transmisión alimentaria debido a la globalización del
comercio.
Los productos fruticultícolas se comercializan de un país a
otro. Existen dos ejemplos claros al respecto, viéndose afectadas las
poblaciones de EE.UU. al importar frambuesa de Guatemala contaminada con
ooquistes de Cyclospora cayetanensis y Europa por contaminación de verduras de
ensaladas importadas, contaminadas con el mismo agente. Productos cárnicos
exportados de un país sin control sanitario o con menor control sanitario a
otro. En el país de origen y destino los productos deben ser inspeccionados
correctamente. Existen riesgos de presencia en la carne de cisticercos de
Taenia solium y Taenia saginata. También aparecen en carne quistes tisulares de
Toxoplasma gondii, sarcoquistes de Sarcosystis spp. y larvas de Trichinella
spp., entre otros. Debe evitarse por todos los medios disponibles, la faena con
la consiguiente comercialización en el mercado interno, de los productos
cárnicos que se realizan sin la inspección de los Organismos Sanitarios.
Productos piscícolas, infectados con metacercarias de Clonorchis sinensis y
otras especies de trematodos, las cuales se mantienen vivas aún en estado de
congelación y llegan a diferentes países con los productos exportados desde el
sudeste asiático.
Crustáceos crudos o poco cocidos, pueden presentar
metacercarias muy resistentes de Paragonimus spp., así como, larvas de
anisakidos en cefalópodos (calamares, chipirones y otros), tales como Anisakis
simplex, Phocanema y Contracaecum, pertenecientes a la familia
Anisakidae. Cambios de hábitos alimentarios (shushii, carpacchios), permitieron
que parásitos que no llegaban de forma globalizada, lleguen al hombre a través
de alimentos con insuficiente cocción; cabe mencionar nuevamente a la familia
Anisakidae. Por el cambio climático y el calentamiento global, especies que hoy
se encuentran en zonas tropicales pueden cambiar sus hábitos. Fenómenos
naturales como El Niño, hicieron que las especies infestadas migraran a otros
lugares, con lo cual aumenta la aparición de especies poco comunes en algunos
países, por ejemplo Anisakis. Los parásitos presentes en los alimentos pueden
ser o no infestantes para la especie humana. Cabe diferenciar entre parásitos
infestantes y no infestantes en función de su capacidad para producir, tras la
ingestión de la forma parásita presente en el alimento, un parasitismo
(enfermedad) en el consumidor.
Los parásitos contaminantes de los
alimentos son aquellos no propios de los mismos y que aparecen en éstos como
fruto de una contaminación, fundamentalmente de origen fecal. Provienen de
contaminación fecal de origen humano y animal que contaminan las aguas de
riegos e inundaciones (fecalismo indirecto por abonado, riego con aguas
residuales, etc.); o a través de otras vías, es decir de persona a persona,
como los manipuladores alimentarios y la contaminación animal (fecalismo
directo). La infestación se produce fundamentalmente en el medio rural
porque allí se realiza la producción hortofrutícola. Si el agua de riego
no está desinfectada, mediante depuración adecuada no es agua de calidad
suficiente, porque el tratamiento normal no elimina los parásitos. Esas
verduras y frutas están sometidas también al manipulador, que recolecta,
distribuye y elabora o prepara el alimento. Alcanzan el alimento a través de
artrópodos domésticos como las cucarachas y las moscas. Ejemplo de éstos
parásitos son Entamoeba histolytica, Giardia intestinalis, Cryptosporidium spp.
y Balantidium coli.
Son parásitos propios de los alimentos en los cuales
se encuentran (carnivorismo), y se destacan por ser patógenos para la especie
humana. Pueden estar presentes en productos cárnicos y ser infestantes cuando
el alimento está crudo, semi cocido o mal salado, entre ellos destacan por su
importancia Taenia solium, Taenia saginata, Toxoplasma gondii, sarcoquistes de
Sarcosystis spp. y larvas de Trichinella spp. Lo mismo ocurre en productos
piscícolas cuando están crudos, semicocidos o mal salados y están parasitados por
Paragonimus spp., Clonorchis sinensis, Diphylobotrium spp., Gnathostoma spp.,
Anisakissimplex, Phocanema y Contracaecum. La leche puede contener
parásitos si no está pasteurizada correctamente. Los derivados cárnicos que se
consumen crudos también pueden contener parásitos patógenos para las personas.
Medidas profilácticas generales:
·
Lavado de manos con agua y jabón antes
de preparar o ingerir alimentos, así como después de ir al baño, después de
mudar un bebé, después de tocar un animal.
·
Uso de agua potable, o en su defecto
de agua hervida.· La cloración habitual del agua no es suficiente para la eliminación total de las formas de resistencia parasitarias, siendo precisa una filtración adecuada, con filtros de menos de 2 micras, la ozonización, o la combinación de varios procesos de desinfección, como por ejemplo cloro libre y cloraminas.
· Lavado y desinfección de frutas y verduras.
· No ingerir agua de grifos, fuentes o manantiales sin hervirla previamente durante varios minutos.
· No añadir cubitos de hielo a las bebidas si no se sabe su procedencia, porque pueden haber sido elaborados con agua contaminada.
· No lavarse los dientes con agua de fuentes sospechosas.
· Beber directamente de la botella en vez de utilizar recipientes que puedan estar sucios.
· Evitar ingerir agua recreativa de piscinas, baños calientes, jacuzzis, fuentes, lagos, ríos, manantiales, lagunas o arroyos.
· Evitar las ensaladas y otras comidas a base de vegetales crudos, cuando no se está seguro de sus condiciones higiénicas de elaboración.
· Comer la fruta después de haberla pelado personalmente.
· Evitar los puestos callejeros de venta de alimentos y lugares de poca higiene.
· Mantener medidas higiénicas en la conservación y elaboración de los alimentos para evitar la contaminación a través de artrópodos (moscas y cucarachas) y roedores peridomésticos, o sus desechos.
· No regar vegetales con aguas contaminadas.
· Vigilancia de pozos sépticos y de efluentes.
· Evitar la utilización de heces humanas y animales como abono para pastos, así como el uso de aguas residuales en piscifactorías.
· Evitar consumir carnes crudas, poco cocidas o no cocinadas recientemente, incluyendo salazones, ahumados, escabeche o elaboración insuficiente como preparación inadecuada en el micro-ondas o a la plancha.
· En casos de preparar alimentos que se van a consumir crudos, tales como sushi, sahimi, maatjes, ceviche, es imprescindible congelar el producto a -20 grados durante 72 horas. Se recomienda el pescado congelado en alta mar o ultracongelado, donde se eviscera precozmente y la posibilidad de parasitación de la carne es menor.
· Evitar radicalmente la ingesta de pescado crudo o poco cocinado en
· Alcanzar temperaturas de cocción de los alimentos superiores a 70° C.
· Llevar a cabo una adecuada educación higiénico-sanitaria de todos los integrantes de la cadena de manipuladores alimentarios, desde los trabajadores en la recolección hasta el propio consumidor final.
Sin dejar de lado tanto las medidas profilácticas como las necesidades
de mejora, los responsables de la salud pública, a través de las instituciones
sanitarias a nivel tanto nacional como internacional, deben dedicar un mayor
esfuerzo al estudio epidemiológico de los parásitos transmitidos por los alimentos
de mayor importancia, llevando a cabo el seguimiento de brotes epidémicos y la
prospección periódica de aquellos alimentos que de forma habitual no son
sometidos a ningún tipo de control parasitológico, fundamentalmente aquellos
que se comercializan libremente en mercados ambulantes o no sometidos a las
normativas vigentes. Surge la necesidad de desarrollar rápidamente una
legislación internacional y que cada país entienda que el problema es grave e
importante.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HÁBITO"
ARISTOTELES
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Los sujetos y los objetos tienen trabajos opuestos en una oración. Brevemente, el sujeto es el hacedor de la acción o lo que sea que esté en el estado de ser mencionado en la oración. https://bibliotheque-du-capucin.com/como-identificar-el-sujeto-y-el-objeto-de-una-oracion/
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