HISTORIA DE LA BROMATOLOGIA (III Parte)
La demanda
creciente de alimentos y los numerosos descubrimientos de la Química en los
siglos XVII y XVIII dieron lugar a un campo abonado para la adulteración
fraudulenta de los alimentos. Estos hechos complicaban la labor de inspección y
control sanitario de los mismos, ya que resultaba más difíciles de descubrir
estos fraudes. Por tanto, los métodos químicos eran necesarios para asegurar la
calidad de los productos y evitar las adulteraciones. En este contexto, cabe
destacar los trabajos realizados por Fredrick Accum (1820) que, desde su propio
laboratorio, llevo a cabo una actividad de consultoría y análisis de alimentos
y luchó contra la adulteración con métodos sencillos, tales como la
determinación de alumbre en pan por precipitación con cloruro de bario, o la de
plomo en queso o en agua también por precipitación con hidrógeno sulfurado,
quedando reflejados estos métodos en su libro titulado “Treatise on
Adulterations of Food and Culinary Poisons”.
Estos estudios sobre la
adulteración de los alimentos fueron retomados posteriormente por Warley (1855)
y originó la publicación del libro titulado “Food and Its Adulterations”. Estos
hallazgos científicos supusieron un llamamiento a los gobiernos sobre la
necesidad de legislar en materia de alimentación, con la finalidad de evitar la
adulteración de los alimentos y asegurar su salubridad.
Hasta el siglo XVIII,
las prácticas fraudulentas o adulteraciones se limitaban a la sustracción de
parte del peso o del volumen del alimento comprado, a la incorporación de sustancias
inertes para aumentar su peso y volumen, a la venta de carne de animales
muertos de enfermedades esporádicas o infecciosas y a la de alimentos
descompuesto, cuyo sabores y olores repugnantes se enmascaraban, como en la
Edad Media, con la adición de yerbas aromáticas y especias diversas (Sanz,
1988). La preocupación de los consumidores, cuando éstos comprendieron la
gravedad de la adulteración alimentaria y el riesgo toxicológico de algunas
sustancias fraudulentas, junto con los nuevos conocimientos en Ciencia y la
Tecnología de los Alimentos, dieron lugar a un aumento progresivo de las
medidas de protección y se comprendió la importancia de establecer sistemas de
inspección y control alimentarios, por parte de las entidades gubernamentales,
como medio de salvaguardar la Salud Pública.
Entre las acciones tomadas,
destaca el desarrollo de una legislación que endureció las medidas frente a la
adulteración y el gran esfuerzo de los científicos para establecer las
propiedades inherentes de los alimentos, las sustancias químicas empleadas como
adulterantes y la forma de detectarlas.
De ahí que, durante 1820-1850, la
químicas en general, y la de los alimentos en particular, experimentaran un
gran desarrollo en Europa. En el siglo XX, con la llegada de la 2ª revolución
industrial, se van transformando las sociedades rurales en urbanas, con las
consiguientes concentraciones de población. Este hecho provocó cambios
importantes respecto a las prácticas de obtención, procesado y preparación de
los alimentos. Por otra parte, la revolución de la Química Orgánica, con la
aparición de numerosos compuestos químicos comerciales, supuso grandes
beneficios económicos y sanitarios para la agricultura y producción animal, por
la aplicación de plaguicidas y fármacos en la terapéutica veterinaria. No
obstante, el empleo de estos compuestos supone un riesgo para la salud pública,
ya que pueden quedar residuos de los mismos en los alimentos, incorporarse a la
cadena alimentaria y dar lugar a alteraciones patológicas tras su ingestión,
como consecuencia de su carácter tóxico, comprometiéndose las garantías de
inocuidad de los alimentos.
Por ello, la Higiene, Inspección y Control
Alimentario es una disciplina en continua actualización, debido a estos avances
en el campo de la alimentación que suponen nuevos riesgos a controlar para
seguir asegurando la inocuidad, el valor nutritivo y el valor comercial de los
alimentos. Hoy en día, el gran auge de la industria agroalimentaria los avances
de la tecnología alimentaria, la evolución de los métodos de análisis, la
aparición de productos nuevos (alimento o ingrediente) y la modernización de
los canales de comercialización exigen una mayor intervención gubernamental que
asegure la salubridad de los alimentos. De hecho, durante el inicio del siglo
actual se asiste a la creación de instituciones que tienen por objetivo velar
por la seguridad de los consumidores y por las condiciones sanitarias de la
población, regulando y coordinando la disciplina de Higiene, Inspección y
Control Alimentario mediante orientaciones o códigos de prácticas. De estas
instituciones se pueden destacar las siguientes:
−Instituto
Internacional de Agricultura (1905).
− Oficina
Internacional de Higiene Pública (1907), creada tras la firma del Convenio de
Roma, dotada de un Comité permanente con sede en París.
− Organización
Internacional para la Agricultura y la Alimentación (FAO), fundada tras las
Conferencias de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura,
celebradas en Virginia (1943) y Quebec (1945), que fija inicialmente su sede en
Washington para trasladarla definitivamente a Roma, en 1951. Esta organización
tendrá un papel preponderante en la regularización y armonización de las
legislaciones relacionadas con la salubridad de los alimentos.
−Organización
Mundial de la Salud (OMS) (1948), creada tras convocar la recién nacida ONU en
Nueva York, una Conferencia Internacional de Sanidad, que adopta el proyecto de
constitución de la OMS, con sede en Ginebra. Su principal misión es promover
una mejora sanitaria en todo el mundo.
− Comisión del
Codex Alimentarius (1962), formada para poner en práctica el programa conjunto
FAO/OMS sobre normas alimentarias y es la responsable de elaborar el Codex
Alimentarius, que se define como una compilación de normas alimentarias
internacionalmente adoptadas cuya finalidad es proteger la salud e intereses
económicos de los consumidores y garantizar prácticas correctas en el comercio
de alimentos.
Continuará.....................
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